Aliados que le dan la espalda, rechazo y denuncias de fraude en el exterior. El mandatario venezolano parece tener todo en contra, pero aún así avanza en su plan de juramentarse el 10E.
Caracas. A cuatro meses de las elecciones presidenciales del 28 de julio el gobernante Nicolás Maduro, quien ganó estos comicios según los cómputos del Consejo Nacional Electoral (CNE), solo cuenta frentes de batalla.
Muy lejos está el dirigente socialista de la paz que da el triunfo, si bien en Venezuela se respira una tensa calma, a medida de que se acerca el 10 de enero, la fecha más importante en el horizonte político del país y cuando el Parlamento juramentará a un nuevo presidente.
Todo indica que será Maduro quien se juramente, pero antes debe poner su atención en diversos frentes, que no dejan de aparecer antes de que si quiera pueda apagar las llamas de alguno.
Especialmente en la arena internacional, donde casi todos los gobiernos del hemisferio Occidental del planeta ponen en tela de juicio la credibilidad del resultado que le dio como ganador, al tiempo que insisten en sus llamamientos a esclarecer el panorama.
En la región latinoamericana Maduro parece haberse quedado sin aliados de peso: el líder de la llamada “nueva izquierda”, el chileno Gabriel Boric, no reconoce su triunfo y lo acusa de fraude el 28J. Lo mismo el libertario Javier Milei en Argentina o Santiago Peña en la modesta Paraguay.
El rechazo de Petro y Lula
Incluso el brasileño Lula Da Silva y el colombiano Gustavo Petro, presuntos aliados naturales del autodenominado “presidente obrero”, se alejaron del venezolano mientras continúan exigiendo que se divulguen las actas de la elección.
Los señalamientos de Petro son especialmente dolorosos para Maduro, que rompió más de una lanza por el líder del pacto histórico antes de que este finalmente alcanzara el poder.
El 27 de noviembre el gobierno de Petro dio otra demostración pública de sus diferencias con Maduro, cuando el canciller Luis Gilberto Murillo dijo a periodistas que para Colombia la situación es sencilla: “Si no hay actas, no hay reconocimiento”.
En este sentido, Petro aún evalúa si acudirá a la juramentación de Maduro el 10E, un enorme desplante que hace rabiar a los más radicales del chavismo.
En cambio, Lula parece haber puesto un freno tras sus críticas iniciales después del 28J. Ahora dice que Maduro no es su problema, sino de los venezolanos.
Pero en los corrillos políticos alertan que este cambio de actitud, que podría traducirse como un “dejar hacer” a Maduro, se produce tras la victoria Donald Trump en Estados Unidos, un reconocido aliado del mayor rival político –casi enemigo– de Lula en la actualidad, Jair Bolsonaro.
Antes de cambiar de parecer, el Brasil de Lula frenó el ingreso de Venezuela al bloque de potencias emergentes Brics apuntado a una pérdida de confianza en Maduro por, precisamente, no divulgar las actas del 28J.
EE.UU. al frente de esfuerzos contra Maduro
Sin que hubiera sorpresas, tras el 28J Estados Unidos lideró los esfuerzos en la región contra Maduro. Voceros del gobierno del saliente presidente Joe Biden primero pidieron aclarar el resultado con la difusión de las actas, luego tacharon la elección de fraudulenta y, por último, reconocieron al opositor Edmundo González como presidente electo de Venezuela.
Incluso han dicho que ayudarían a González, que a inicios de septiembre se exilió en España para resguardar su seguridad, a regresar al país para que tome juramento, como dice el opositor que hará en enero próximo.
Asimismo, EE. UU. impulsó dentro del G7 –el bloque de naciones más poderosas del mundo – una declaración para exigir a Maduro que libere a los presos políticos y dé paso a una transición en Venezuela.
La respuesta del chavismo: abrir otro frente y amenazar veladamente con romper relaciones con los países del G7, que integran Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y Reino Unido.
“Venezuela procederá a revisar de manera integral sus relaciones con cada uno de los gobiernos que integran este grupo (G7), porque el respeto a la soberanía nacional no es negociable”, adelantó la administración de Nicolás Maduro en un comunicado.
Al mismo tiempo, crece la presión interna para que Maduro ordene las liberaciones de 1976 personas que permanecen tras las rejas y fueron detenidas en el marco de las manifestaciones contra los resultados oficiales.
Solo el miércoles, 28 de julio, familiares de estos detenidos, considerados “presos políticos”, hicieron una vigilia frente a El Helicoide para exigir sus liberaciones, una escena que se repetirá en el futuro, dijeron a Crónica Uno las organizadoras.
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