Las máximas responsables del Centro para las Libertades Civiles ucraniano dedicaron el Premio Nobel de la Paz concedido a su organización a todo el pueblo de Ucrania, al tiempo que subrayaron la importancia del trabajo de los activistas bielorrusos y rusos también distinguidos.
«Este premio pertenece por derecho a todo el pueblo ucraniano que está luchando ahora por su libertad», subrayó Oleksandra Matviychuk, directora del centro, en una rueda de prensa en Kiev junto a la directora ejecutiva de la organización, Oleksandra Romantsova.
Matviychuk dijo que la guerra da la oportunidad a todos los ucranianos de demostrar sus mejores cualidades, «desde un agricultor que remolca un tanque ruso, hasta el presidente, que, en el momento crítico, se negó a abandonar la capital».
Reiteró que Rusia debería ser expulsada del Consejo de Seguridad de la ONU y que debería crearse un tribunal para que los presidentes ruso, Vladímir Putin, y el bielorruso, Alexandr Lukashenko, y todos los implicados en crímenes de guerra rindan cuentas.
«Los militares rusos han cometido atrocidades durante décadas, ya sea en Chechenia, Georgia, Siria, Ucrania, Libia o Mali, y quedaron impunes», dijo.
Su organización ha registrado hasta ahora 21.000 crímenes de guerra cometidos por Rusia en Ucrania.
Lucha, además, por la liberación de cautiverio ruso de miles de prisioneros ucranianos, tanto civiles como militares, como Victoria Obidina, separada de su hija de 4 años durante la evacuación de Azovstal en Mariúpol, y Lyudmila Huseynova, encarcelada por Rusia por su trabajo para la protección de los niños en los territorios ocupados por Rusia.
Matviychuk llamó a la comunidad internacional a convertirse en la voz de los ucranianos encarcelados y exigir su liberación, y afirmó que «la gente puede conseguir mucho más de lo que cree».
Por otra parte, advirtió de que el premio, concedido conjuntamente a activistas de derechos humanos ucranianos, bielorrusos y rusos, no debe interpretarse como una perpetuación de la peligrosa narrativa rusa de tres naciones hermanas.
«El premio trata de la lucha conjunta por la libertad, que no tiene fronteras y es algo que Putin teme», dijo.
Su colega Romantsova elogió la importante labor de los activistas bielorrusos y rusos que lucharon contra la usurpación del poder y la supresión de la memoria histórica, incluidos los crímenes del régimen soviético, en sus países.
Si les hubiéramos escuchado antes, tal vez la actual agresión rusa en Ucrania no se habría producido, dijo Romantsova.
«No se puede abusar de los derechos humanos en algún lugar sin que el mundo entero sienta los efectos», concluyó.
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«Este premio pertenece por derecho a todo el pueblo ucraniano que está luchando ahora por su libertad», subrayó Oleksandra Matviychuk, directora del centro, en una rueda de prensa en Kiev junto a la directora ejecutiva de la organización, Oleksandra Romantsova.
Matviychuk dijo que la guerra da la oportunidad a todos los ucranianos de demostrar sus mejores cualidades, «desde un agricultor que remolca un tanque ruso, hasta el presidente, que, en el momento crítico, se negó a abandonar la capital».
Reiteró que Rusia debería ser expulsada del Consejo de Seguridad de la ONU y que debería crearse un tribunal para que los presidentes ruso, Vladímir Putin, y el bielorruso, Alexandr Lukashenko, y todos los implicados en crímenes de guerra rindan cuentas.
«Los militares rusos han cometido atrocidades durante décadas, ya sea en Chechenia, Georgia, Siria, Ucrania, Libia o Mali, y quedaron impunes», dijo.
Su organización ha registrado hasta ahora 21.000 crímenes de guerra cometidos por Rusia en Ucrania.
Lucha, además, por la liberación de cautiverio ruso de miles de prisioneros ucranianos, tanto civiles como militares, como Victoria Obidina, separada de su hija de 4 años durante la evacuación de Azovstal en Mariúpol, y Lyudmila Huseynova, encarcelada por Rusia por su trabajo para la protección de los niños en los territorios ocupados por Rusia.
Matviychuk llamó a la comunidad internacional a convertirse en la voz de los ucranianos encarcelados y exigir su liberación, y afirmó que «la gente puede conseguir mucho más de lo que cree».
Por otra parte, advirtió de que el premio, concedido conjuntamente a activistas de derechos humanos ucranianos, bielorrusos y rusos, no debe interpretarse como una perpetuación de la peligrosa narrativa rusa de tres naciones hermanas.
«El premio trata de la lucha conjunta por la libertad, que no tiene fronteras y es algo que Putin teme», dijo.
Su colega Romantsova elogió la importante labor de los activistas bielorrusos y rusos que lucharon contra la usurpación del poder y la supresión de la memoria histórica, incluidos los crímenes del régimen soviético, en sus países.
Si les hubiéramos escuchado antes, tal vez la actual agresión rusa en Ucrania no se habría producido, dijo Romantsova.
«No se puede abusar de los derechos humanos en algún lugar sin que el mundo entero sienta los efectos», concluyó.