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Foto por AFP (Foto principal)El Tribunal Superior Electoral de Brasil (TSE) rechazó la demanda interpuesta por el partido de extrema derecha de Jair Bolsonaro de anular los resultados de las pasadas elecciones presidenciales.
El partido del saliente presidente Bolsonaro, había impugnado algunos de los votos de la jornada electoral de octubre en la que perdió estrechamente la presidencia frente al izquierdista Luiz Inacio Lula da Silva.
El Partido Liberal (PL) había solicitado al Tribunal Electoral que rechazara los votos de ciertas máquinas, que asegura estuvieron comprometidas durante la segunda vuelta electoral.
Pero el presidente del TSE, Alexandre de Moraes declaró que la queja del PL era «una ofensa contra las normas democráticas» y que buscaba «animar los movimientos criminales y antidemocráticos».
El tribunal añadió que la demanda había sido interpuesta «de mala fe» y multó al partido 22,9 millones de reais (US$4,3 millones).
El partido de Bolsonaro tuvo un resultado mejor del esperado en la primera ronda. Pero en la segunda vuelta, Lula obtuvo una victoria de 50,9% de la votación contra 49,1% de Bolsonaro, un resultado que fue ratificado por el Tribunal Superior Electoral (TSE),
A pesar de que no presentó pruebas, el reclamo del Partido Liberal giraba en torno a 280.000 máquinas de votación que fueron modelos de fabricación anterior a 2020. Bolsonaro había dicho en previas ocasiones que el sistema electrónico de votación de Brasil no estaba a prueba de fraude.
Aunque Bolsonaro no ha concedido la derrota, sí dio el visto bueno a la transición de poder. Desde que perdió las elecciones del pasado 30 de octubre se ha mantenido lejos del ojo público.
El Partido Liberal de Bolsonaro (PL) contrató una consultoría que detectó que las urnas electrónicas anteriores a 2020 no generan los archivos de registro con nombres individualizados, por lo que sería imposible relacionar un archivo de registro específico con una urna determinada.
Los archivos de registro contienen impresos una especie de «biografía» de cada urna, con datos sobre cuántas veces se encendió, se apagó y a qué hora se insertaron los programas. Este archivo se considera importante porque en él quedaría registrado cualquier intento de acceso irregular a la urna.
Según el PL, únicamente los archivos generados por las urnas fabricadas a partir de 2020 podrían considerarse aptos y si sólo se contaran los votos de estas urnas, Bolsonaro sería el ganador «con 51,05% de los votos válidos, contra 48,955 de Lula».
Sin embargo, varios expertos consultados por BBC Brasil aseguraron que las supuestas fallas señaladas por el PL no comprometerían los resultados.
El investigador Marcos Simplício, profesor de Ingeniería Informática de la Escuela Politécnica de la Universidad de São Paulo, afirmó que aunque los archivos de registro de urnas fabricadas antes de 2020 generan nombres similares, bastaría con abrirlos para encontrar la información precisa para identificar a qué urna pertenece.
«Cualquier persona con acceso a internet puede hacer esto», dijo el experto.
Otro experto, el profesor de Ciencias de la Computación de la Universidad de Aarhus, en Dinamarca, Diego de Freitas Aranha, que investigó las máquinas de votación utilizadas en Brasil, señaló que los votos no están en los archivos de registro.
«Los datos más importantes, que son los votos, no están en los archivos de bitácora. Están en otros archivos. Y no se mencionó una supuesta irregularidad en relación a esos datos», explicó el profesor.
Los especialistas consultados por la BBC señalaron que también hubo errores en el informe presentado por el PL para pedir la invalidación de los votos.
Por una parte, el informe se basaba en supuestos técnicos erróneos sobre la seguridad de las urnas y no presentaba ninguna evidencia de fraude que pudiera haber beneficiado al presidente electo Lula.
Diego Aranha destacó que la demanda de los partidarios sólo hacía mención de irregularidades de los resultados de la segunda vuelta, pero las mismas máquinas fueron utilizadas en la primera vuelta.
«Si la falla encontrada por el PL fuera realmente grave, lo natural sería que pidiera la nulidad de las votaciones de primera vuelta también, y no solo de la segunda. Eso tendría que pasar porque las urnas que disputan, las fabricadas antes de 2020, también se utilizaron en la primera ronda», dijo.
Marcos Simplício añadió que la anulación de los votos en ambas vueltas no sólo tendría efectos para la elección presidencial, sino «para todos los cargos que se disputaron, como diputados, senadores y gobernadores estatales y federales».
Inmediatamente después de que Lula fue declarado ganador, numerosos camioneros que apoyaban a Bolsonaro bloquearon las carreteras y tuvieron enfrentamientos con la policía. Pero Bolsonaro luego les dijo que los bloqueos no eran parte de las protestas «legítimas».
Algunos de sus adeptos continuaron manifestando frente a los cuarteles militares, instando al ejército a intervenir para evitar la toma de poder de Lula.
El período presidencial de Bolsonaro terminará con la investidura de Lula el 1 de enero.
Lula, que fue presidente de Brasil ente 2003 y 2010, tiene 77 años y se convertirá en la persona de mayor edad en asumir el cargo.
La victoria de Lula representó un contundente regreso político, teniendo en cuenta que su candidatura a las elecciones de 2018 no fue habilitada debido a que estaba en la cárcel y vetado de todo cargo público.
Había sido encontrado culpable de recibir sobornos de una firma constructora brasileña a cambio de facilitar contratos con la petrolera estatal Petrobras. Su condena fue anulada más tarde.
Bolsonaro, un excapitán del ejército, obtuvo mucho de su apoyo de los cristianos evangélicos y otros sectores conservadores que abogaban por la protección de los valores familiares. Sin embargo, durante su gobierno también se vio la acelerada deforestación de la Amazonía y una creciente desigualdad.
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El Tribunal Superior Electoral de Brasil (TSE) rechazó la demanda interpuesta por el partido de extrema derecha de Jair Bolsonaro de anular los resultados de las pasadas elecciones presidenciales.
El partido del saliente presidente Bolsonaro, había impugnado algunos de los votos de la jornada electoral de octubre en la que perdió estrechamente la presidencia frente al izquierdista Luiz Inacio Lula da Silva.
El Partido Liberal (PL) había solicitado al Tribunal Electoral que rechazara los votos de ciertas máquinas, que asegura estuvieron comprometidas durante la segunda vuelta electoral.
Pero el presidente del TSE, Alexandre de Moraes declaró que la queja del PL era «una ofensa contra las normas democráticas» y que buscaba «animar los movimientos criminales y antidemocráticos».
El tribunal añadió que la demanda había sido interpuesta «de mala fe» y multó al partido 22,9 millones de reais (US$4,3 millones).
El partido de Bolsonaro tuvo un resultado mejor del esperado en la primera ronda. Pero en la segunda vuelta, Lula obtuvo una victoria de 50,9% de la votación contra 49,1% de Bolsonaro, un resultado que fue ratificado por el Tribunal Superior Electoral (TSE),
A pesar de que no presentó pruebas, el reclamo del Partido Liberal giraba en torno a 280.000 máquinas de votación que fueron modelos de fabricación anterior a 2020. Bolsonaro había dicho en previas ocasiones que el sistema electrónico de votación de Brasil no estaba a prueba de fraude.
Aunque Bolsonaro no ha concedido la derrota, sí dio el visto bueno a la transición de poder. Desde que perdió las elecciones del pasado 30 de octubre se ha mantenido lejos del ojo público.
El Partido Liberal de Bolsonaro (PL) contrató una consultoría que detectó que las urnas electrónicas anteriores a 2020 no generan los archivos de registro con nombres individualizados, por lo que sería imposible relacionar un archivo de registro específico con una urna determinada.
Los archivos de registro contienen impresos una especie de «biografía» de cada urna, con datos sobre cuántas veces se encendió, se apagó y a qué hora se insertaron los programas. Este archivo se considera importante porque en él quedaría registrado cualquier intento de acceso irregular a la urna.
Según el PL, únicamente los archivos generados por las urnas fabricadas a partir de 2020 podrían considerarse aptos y si sólo se contaran los votos de estas urnas, Bolsonaro sería el ganador «con 51,05% de los votos válidos, contra 48,955 de Lula».
Sin embargo, varios expertos consultados por BBC Brasil aseguraron que las supuestas fallas señaladas por el PL no comprometerían los resultados.
El investigador Marcos Simplício, profesor de Ingeniería Informática de la Escuela Politécnica de la Universidad de São Paulo, afirmó que aunque los archivos de registro de urnas fabricadas antes de 2020 generan nombres similares, bastaría con abrirlos para encontrar la información precisa para identificar a qué urna pertenece.
«Cualquier persona con acceso a internet puede hacer esto», dijo el experto.
Otro experto, el profesor de Ciencias de la Computación de la Universidad de Aarhus, en Dinamarca, Diego de Freitas Aranha, que investigó las máquinas de votación utilizadas en Brasil, señaló que los votos no están en los archivos de registro.
«Los datos más importantes, que son los votos, no están en los archivos de bitácora. Están en otros archivos. Y no se mencionó una supuesta irregularidad en relación a esos datos», explicó el profesor.
Los especialistas consultados por la BBC señalaron que también hubo errores en el informe presentado por el PL para pedir la invalidación de los votos.
Por una parte, el informe se basaba en supuestos técnicos erróneos sobre la seguridad de las urnas y no presentaba ninguna evidencia de fraude que pudiera haber beneficiado al presidente electo Lula.
Diego Aranha destacó que la demanda de los partidarios sólo hacía mención de irregularidades de los resultados de la segunda vuelta, pero las mismas máquinas fueron utilizadas en la primera vuelta.
«Si la falla encontrada por el PL fuera realmente grave, lo natural sería que pidiera la nulidad de las votaciones de primera vuelta también, y no solo de la segunda. Eso tendría que pasar porque las urnas que disputan, las fabricadas antes de 2020, también se utilizaron en la primera ronda», dijo.
Marcos Simplício añadió que la anulación de los votos en ambas vueltas no sólo tendría efectos para la elección presidencial, sino «para todos los cargos que se disputaron, como diputados, senadores y gobernadores estatales y federales».
Inmediatamente después de que Lula fue declarado ganador, numerosos camioneros que apoyaban a Bolsonaro bloquearon las carreteras y tuvieron enfrentamientos con la policía. Pero Bolsonaro luego les dijo que los bloqueos no eran parte de las protestas «legítimas».
Algunos de sus adeptos continuaron manifestando frente a los cuarteles militares, instando al ejército a intervenir para evitar la toma de poder de Lula.
El período presidencial de Bolsonaro terminará con la investidura de Lula el 1 de enero.
Lula, que fue presidente de Brasil ente 2003 y 2010, tiene 77 años y se convertirá en la persona de mayor edad en asumir el cargo.
La victoria de Lula representó un contundente regreso político, teniendo en cuenta que su candidatura a las elecciones de 2018 no fue habilitada debido a que estaba en la cárcel y vetado de todo cargo público.
Había sido encontrado culpable de recibir sobornos de una firma constructora brasileña a cambio de facilitar contratos con la petrolera estatal Petrobras. Su condena fue anulada más tarde.
Bolsonaro, un excapitán del ejército, obtuvo mucho de su apoyo de los cristianos evangélicos y otros sectores conservadores que abogaban por la protección de los valores familiares. Sin embargo, durante su gobierno también se vio la acelerada deforestación de la Amazonía y una creciente desigualdad.