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Festejar en la distancia: madres de venezolanos migrantes cuentan sus experiencias este domingo #8May 

LA HUMANIDAD · 8 MAYO, 2022 07:30

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Albany Andara Meza | @AlbanyAndara


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Caty Herrera aprendió cómo funcionan las videollamadas la semana antes de que Valeria, su única hija, se fuese del país en un avión que aterrizó en Lima. Este 8 de mayo de 2022 es el cuarto Día de las Madres que pasa sin ella, en Palo Verde, Caracas. Sabe perfectamente que, apenas haya salido el sol, su teléfono repicará y verá el rostro sonriente de una veinteañera recién despierta. 

«¡Feliz día, mami!», Valeria, que ha madurado en la distante capital peruana, siempre le recuerda lo mucho que la extraña y se disculpa entre murmullos por no tener el dinero suficiente para viajar hasta Venezuela para darle un abrazo de verdad. Por estas fechas, a la puerta de Herrera llega un repartidor enviado por la joven, cargando una caja con un pie de limón: su postre favorito.

Desde que Valeria se fue, Caty solo come pie de limón los segundos domingos de mayo, para que el regalo de su hija se vuelva único en el año. Un acontecimiento esperado cada 365 jornadas. 

«La verdad es que la extraño muchísimo y a uno le pegan estos días. Pero sé que está bien, mejor de lo que podría estar acá. Ella se fue porque no encontró su futuro en este país y yo estoy orgullosa de que se esfuerce por salir adelante. Aunque hoy es un día triste para mí, ¿Cómo me voy a sentir si soy una mamá sin su niña? Igual le mando las bendiciones y en mi familia hacemos una comida, así me distraigo un rato», dijo Caty a Efecto Cocuyo

Para Leida León, en el estado Trujillo, ubicado al occidente venezolano, es la primera vez que pasa el segundo domingo de mayo sin sus hijos. Los cinco se encuentran reunidos en Chile, luego de que Betijoque, el pueblito donde se criaron, pasara por una crisis aguda de servicios públicos que todavía persiste. 

«Me quedé con mi nieto, cuidándolo, y con él voy a pasar mi domingo. Los extraño a toditos, pero entiendo por qué se fueron. Son cosas que una comprende como madre. Ellos me llaman y me celebran desde donde están y para mí eso es precioso también», explicó.

Para mayo de 2022, al menos 6 millones de connacionales han abandonado el país a causa de una grave crisis humanitaria, de acuerdo con las cifras de la Plataforma de Coordinación Interagencial para Refugiados y Migrantes de Venezuela, conocida como RV4.

Esto se traduce en millones de madres venezolanas deben pasar este domingo festejando a través de celulares o computadoras, con hijos que están a miles de kilómetros de ellas.  

Risas y vistas: creadores de contenido que imitan a sus madres

Poemas para mamá

No son videollamadas. Greta Córdova le escribe poemas y cartas a su mamá, de su propio puño y letra, para luego enviarlas con algún conocido que viaje oportunamente a Venezuela. Las misivas pueden tardar semanas en irse de Buenos Aires y llegar hasta Caracas, por eso no lo hace solo en mayo. 

Comerse unos golfeados juntas en el abarrotado boulevard de Sabana Grande, sentarse a tomar café con ella a las siete de la mañana y escuchar el «Dios te bendiga, hija» en cada entrada y salida del hogar son las cosas que más añora desde Argentina, país al que llegó en 2019. 

«Ahora lo hacemos cada una sola y es difícil. Una no sabe lo que tiene hasta que literalmente se va y no puede tenerlo más. La verdad, los primeros dos años no celebraba el Día de las Madres porque tenía que trabajar los domingos y me tocaban turnos de 18 horas como mesera», contó Greta. 

Con el deteriorado panorama económico argentino, Córdova no ha podido ahorrar lo suficiente para trasladarse a la capital de Venezuela y volver a ver a su mamá en persona, quien sufrió una larga etapa de depresión después de su partida. Por ello, decidió crear una campaña de recaudación de fondos para viajar y verla otra vez. 

De acuerdo con la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), en Argentina hay al menos 173.200 venezolanos hasta la fecha. En 2021, el país cerró con una inflación del 50,9 %, una de las más altas de América del Sur. 

«El año pasado sí pude hablar con mi mamá, pero como no tenía casi Internet allá en Venezuela fue una llamadita rápida y le pedí bendición a mis tías», expresó Greta. 

El amor que traspasa fronteras

Gilbert fue el primero en irse a Bogotá, hace casi una década. Le siguió Geraldine, cuyos pasos la llevaron hasta Cúcuta. Cuando Luis Felipe, el menor, se despidió tres años atrás, Ana Quintero de Franco abrazó a su muchacho con orgullo infinito y tristeza contenida, para retenerlo unos minutos más en Venezuela. El tiempo que pasó apretándolo contra sí aquella vez jamás le ha parecido suficiente. 

«Extraño cuando, el Día de la Madre, todos se me montaban en la cama y me caían a besos. A mí me cambió todo al 100 % y no me puedo acostumbrar. Si me pega, de verdad que me pega. No es fácil, mi esposo me dijo que fuésemos a almorzar por ahí y le dije ‘Ya veremos'», contó Ana. 

En La Vega, en el municipio Libertador, espera que sus hijos la llamen cada Día de la Madre, como una costumbre que ninguno se atreve a quebrantar. En la pantalla pequeña del teléfono, Luis Felipe le repite que la ama muchísimo, desde la capital de Estados Unidos, Washington. 

«Cuando los hijos se le van, uno se alegra de alguna forma. Los míos se prepararon para salir. Pero los extraño, porque me gustaría que estuvieran aquí, yo hacerles una buena comida un fin de semana. Eso no lo tengo ahora y es fuerte», agregó Quintero. Sin que ella lo sepa, el sentimiento es compartido por Caty, Leida y Wilma, la mamá de Greta. 

El éxodo continúa impactando hoy al país. Estas añoranzas, los resquicios de tiempos mejores en familia, es lo que les queda a millones de venezolanos migrantes y a los que ellos dejaron atrás. El Día de las Madres en Venezuela hoy se celebra, en muchos casos, a distancia, como desde hace siete años, con la esperanza de que el próximo todos puedan besar de nuevo a mamá. 

LA HUMANIDAD · 22 JULIO, 2022

Festejar en la distancia: madres de venezolanos migrantes cuentan sus experiencias este domingo #8May 

Texto por Albany Andara Meza | @AlbanyAndara

Caty Herrera aprendió cómo funcionan las videollamadas la semana antes de que Valeria, su única hija, se fuese del país en un avión que aterrizó en Lima. Este 8 de mayo de 2022 es el cuarto Día de las Madres que pasa sin ella, en Palo Verde, Caracas. Sabe perfectamente que, apenas haya salido el sol, su teléfono repicará y verá el rostro sonriente de una veinteañera recién despierta. 

«¡Feliz día, mami!», Valeria, que ha madurado en la distante capital peruana, siempre le recuerda lo mucho que la extraña y se disculpa entre murmullos por no tener el dinero suficiente para viajar hasta Venezuela para darle un abrazo de verdad. Por estas fechas, a la puerta de Herrera llega un repartidor enviado por la joven, cargando una caja con un pie de limón: su postre favorito.

Desde que Valeria se fue, Caty solo come pie de limón los segundos domingos de mayo, para que el regalo de su hija se vuelva único en el año. Un acontecimiento esperado cada 365 jornadas. 

«La verdad es que la extraño muchísimo y a uno le pegan estos días. Pero sé que está bien, mejor de lo que podría estar acá. Ella se fue porque no encontró su futuro en este país y yo estoy orgullosa de que se esfuerce por salir adelante. Aunque hoy es un día triste para mí, ¿Cómo me voy a sentir si soy una mamá sin su niña? Igual le mando las bendiciones y en mi familia hacemos una comida, así me distraigo un rato», dijo Caty a Efecto Cocuyo

Para Leida León, en el estado Trujillo, ubicado al occidente venezolano, es la primera vez que pasa el segundo domingo de mayo sin sus hijos. Los cinco se encuentran reunidos en Chile, luego de que Betijoque, el pueblito donde se criaron, pasara por una crisis aguda de servicios públicos que todavía persiste. 

«Me quedé con mi nieto, cuidándolo, y con él voy a pasar mi domingo. Los extraño a toditos, pero entiendo por qué se fueron. Son cosas que una comprende como madre. Ellos me llaman y me celebran desde donde están y para mí eso es precioso también», explicó.

Para mayo de 2022, al menos 6 millones de connacionales han abandonado el país a causa de una grave crisis humanitaria, de acuerdo con las cifras de la Plataforma de Coordinación Interagencial para Refugiados y Migrantes de Venezuela, conocida como RV4.

Esto se traduce en millones de madres venezolanas deben pasar este domingo festejando a través de celulares o computadoras, con hijos que están a miles de kilómetros de ellas.  

Risas y vistas: creadores de contenido que imitan a sus madres

Poemas para mamá

No son videollamadas. Greta Córdova le escribe poemas y cartas a su mamá, de su propio puño y letra, para luego enviarlas con algún conocido que viaje oportunamente a Venezuela. Las misivas pueden tardar semanas en irse de Buenos Aires y llegar hasta Caracas, por eso no lo hace solo en mayo. 

Comerse unos golfeados juntas en el abarrotado boulevard de Sabana Grande, sentarse a tomar café con ella a las siete de la mañana y escuchar el «Dios te bendiga, hija» en cada entrada y salida del hogar son las cosas que más añora desde Argentina, país al que llegó en 2019. 

«Ahora lo hacemos cada una sola y es difícil. Una no sabe lo que tiene hasta que literalmente se va y no puede tenerlo más. La verdad, los primeros dos años no celebraba el Día de las Madres porque tenía que trabajar los domingos y me tocaban turnos de 18 horas como mesera», contó Greta. 

Con el deteriorado panorama económico argentino, Córdova no ha podido ahorrar lo suficiente para trasladarse a la capital de Venezuela y volver a ver a su mamá en persona, quien sufrió una larga etapa de depresión después de su partida. Por ello, decidió crear una campaña de recaudación de fondos para viajar y verla otra vez. 

De acuerdo con la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), en Argentina hay al menos 173.200 venezolanos hasta la fecha. En 2021, el país cerró con una inflación del 50,9 %, una de las más altas de América del Sur. 

«El año pasado sí pude hablar con mi mamá, pero como no tenía casi Internet allá en Venezuela fue una llamadita rápida y le pedí bendición a mis tías», expresó Greta. 

El amor que traspasa fronteras

Gilbert fue el primero en irse a Bogotá, hace casi una década. Le siguió Geraldine, cuyos pasos la llevaron hasta Cúcuta. Cuando Luis Felipe, el menor, se despidió tres años atrás, Ana Quintero de Franco abrazó a su muchacho con orgullo infinito y tristeza contenida, para retenerlo unos minutos más en Venezuela. El tiempo que pasó apretándolo contra sí aquella vez jamás le ha parecido suficiente. 

«Extraño cuando, el Día de la Madre, todos se me montaban en la cama y me caían a besos. A mí me cambió todo al 100 % y no me puedo acostumbrar. Si me pega, de verdad que me pega. No es fácil, mi esposo me dijo que fuésemos a almorzar por ahí y le dije ‘Ya veremos'», contó Ana. 

En La Vega, en el municipio Libertador, espera que sus hijos la llamen cada Día de la Madre, como una costumbre que ninguno se atreve a quebrantar. En la pantalla pequeña del teléfono, Luis Felipe le repite que la ama muchísimo, desde la capital de Estados Unidos, Washington. 

«Cuando los hijos se le van, uno se alegra de alguna forma. Los míos se prepararon para salir. Pero los extraño, porque me gustaría que estuvieran aquí, yo hacerles una buena comida un fin de semana. Eso no lo tengo ahora y es fuerte», agregó Quintero. Sin que ella lo sepa, el sentimiento es compartido por Caty, Leida y Wilma, la mamá de Greta. 

El éxodo continúa impactando hoy al país. Estas añoranzas, los resquicios de tiempos mejores en familia, es lo que les queda a millones de venezolanos migrantes y a los que ellos dejaron atrás. El Día de las Madres en Venezuela hoy se celebra, en muchos casos, a distancia, como desde hace siete años, con la esperanza de que el próximo todos puedan besar de nuevo a mamá. 

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