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“Suelten a mi mamá que me hace falta”, hijo de 8 años de Emirlendris Benítez, presa política

LA HUMANIDAD · 6 JUNIO, 2022 20:00

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Reynaldo Mozo Zambrano | @reymozo


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La primera vez que el hijo de 8 años de edad de Emirlendris Benitéz fue a visitarla en el Instituto Nacional de Orientación Femenina (Inof) le decía a las funcionarias que custodiaban el lugar “señora suelte a mi mamá porque me hace mucha falta”.

El calvario de Emirlendris comenzó el 5 de agosto de 2018. Ella, de 41 años de edad y de profesión comerciante, fue detenida y culpada de ser participe en el intento de magnicidio contra Nicolás Maduro, el 4 de agosto de 2018.

Su vida cambió completamente cuando se dirigía a hacer un traslado en el taxi que manejaba con su esposo. Al llegar a la vía del estado Portuguesa, una alcabala policial los detuvo y sin muchos detalles los apresaron y trasladaron a Caracas.

Emirlendris tiene tres años y 10 meses detenida y durante ese tiempo ha sido víctima de las más salvajes torturas, tratos crueles, inhumanos y degradantes y tuvo un aborto.

La comerciante y sus familiares han reiterado que no tienen nada que ver con lo ese caso y que es inocente de lo que se acusa. Sostienen que tampoco hay pruebas para demostrarlo.

La madre de dos hijos, uno de ocho y otra de 22 años, estuvo detenida por un año en la sede de la Dirección de Contrainteligencia Militar (Dgcim) de Boleíta en el estado Miranda, hasta que, posteriormente, fue trasladada a la cárcel de mujeres.

Melania Leal, hermana de la víctima afirma que en la sede del organismo militar fue donde funcionarios la golpeaban, la sometían a torturas e hicieron que tuvieran un aborto. Cuando fue detenida Emirlendris tenía cuatro meses de embarazo, «y a pesar de que lo advirtió sus verdugos lo ignoraron».

A causa de las constantes torturas y una infiltración de biopolímeros en sus glúteos, Benítez se encuentra en silla de ruedas. No puede estar mucho tiempo de pie porque le genera un intenso dolor en la columna.

 “Cuando tiene mucho tiempo parada se le desmaya la pierna porque no tiene mucha fuerza. Tiene un bioma en un ovario y, también, una hernia en la columna”, contó su hermana Melania Leal a Efecto Cocuyo.

Un niño sin su madre

El hijo de ocho años de Emilendris es uno de los que más ha sufrido la ausencia de su madre en casa. En la actualidad los familiares le dicen que ella está haciendo un “curso” para que no se sienta triste.

El niño vive con su abuela paterna en la ciudad de Barquisimeto, estado Lara, estudia cuatro grado, y tras la pandemia por el COVID-19, tiene mucho tiempo sin ir a visitar a su progenitora. Todos esperan que el próximo día del niño le permitan a Emirlendris abrazar con fuerza a su pequeño.

“Tratamos de que no sepa que ella está presa, le decimos que está haciendo un curso pero él siempre pregunta quiénes son los guardias”, dice Melania Leal.

Con todo el tiempo que ha pasado sin su mamá, a veces dice que está cansado de esperar que ella se comunique con él. Sus tías le dicen que en el “curso” no permiten el uso de teléfono.

“Ella (Emirlendris) llora todos los días porque no puede estar con su hijo, a veces se comunican por cartas y yo se la envió al bebé por WhatsApp”, asegura la hermana de la detenida.

Un juicio sin fin

Desde que fue detenida, como muchos presos políticos en el país ha sido víctima del retardo procesal. A pesar de tener más de tres años en prisión aún la juez no ha llegado a una decisión sobre el futuro de la detenida.

Ha sido un juicio tan lento que por las noches a Benítez le cuesta conciliar el sueño. Piensa mucho en que en el próximo mes de agosto cumplirá cuatro años en prisión.

La juez que lleva el caso es Jenny Carolina López Mesa, trabaja para el Tribunal 27 de juicio. Cuando algunos de los familiares o parte de la defensa le pregunta sobre la culminación del proceso ella les contesta que está a punto de finalizar y que faltan videos y dos testigos que declaren.

Las audiencias de juicios comenzaron cuatro veces a la semana, pero actualmente se realiza solo una por semana.

Salud en deterioro

Emirlendris tiene que ser vista por un inmunólogo y un traumatólogo. Aun sus dolores en la columna continúan y los tratamientos que le han receptado no le han funcionado.

Melania consiguió siete citas privadas para poder evaluar a su hermana con médicos de confianza pero la juez no permitió el traslado de la detenida a ninguna. Hace tres meses la llevaron al hospital José María Vargas de Caracas, para ser evaluada por un neurocirujano.

El doctor dio un informe médico, pero la familia no ha tenido acceso al documento porque la juez lo tiene y no lo ha entregado, ni a familiares ni a la defensa. “Nosotros necesitamos ese informe”, exige su hermana.

El día que estuvo en el Hospital Vargas, Melania le pidió a la juez que le permitiera el escrito por lo menos para tomarle unas fotografías y ésta se negó.

Emirlendris fue víctima de maltratos psicológicos por parte de una directora del Inof, recientemente esas actuaciones cesaron porque cambiaron a la dirección de la única cárcel de mujeres que hay en Venezuela.

Actualmente, comparte celda con siete presas políticas que afortunadamente se llevan muy bien y se ayudan entre sí.

“Nosotros deseamos y aspiramos en nombre de Dios, que se haga justicia porque ella es inocente de los cargos que se le imputan y no tienen pruebas para tomar decisiones que no puedan ser correctas”, dice Melania, quien espera que su hermana quede en libertad rápidamente.

LA HUMANIDAD · 22 JULIO, 2022

“Suelten a mi mamá que me hace falta”, hijo de 8 años de Emirlendris Benítez, presa política

Texto por Reynaldo Mozo Zambrano | @reymozo

La primera vez que el hijo de 8 años de edad de Emirlendris Benitéz fue a visitarla en el Instituto Nacional de Orientación Femenina (Inof) le decía a las funcionarias que custodiaban el lugar “señora suelte a mi mamá porque me hace mucha falta”.

El calvario de Emirlendris comenzó el 5 de agosto de 2018. Ella, de 41 años de edad y de profesión comerciante, fue detenida y culpada de ser participe en el intento de magnicidio contra Nicolás Maduro, el 4 de agosto de 2018.

Su vida cambió completamente cuando se dirigía a hacer un traslado en el taxi que manejaba con su esposo. Al llegar a la vía del estado Portuguesa, una alcabala policial los detuvo y sin muchos detalles los apresaron y trasladaron a Caracas.

Emirlendris tiene tres años y 10 meses detenida y durante ese tiempo ha sido víctima de las más salvajes torturas, tratos crueles, inhumanos y degradantes y tuvo un aborto.

La comerciante y sus familiares han reiterado que no tienen nada que ver con lo ese caso y que es inocente de lo que se acusa. Sostienen que tampoco hay pruebas para demostrarlo.

La madre de dos hijos, uno de ocho y otra de 22 años, estuvo detenida por un año en la sede de la Dirección de Contrainteligencia Militar (Dgcim) de Boleíta en el estado Miranda, hasta que, posteriormente, fue trasladada a la cárcel de mujeres.

Melania Leal, hermana de la víctima afirma que en la sede del organismo militar fue donde funcionarios la golpeaban, la sometían a torturas e hicieron que tuvieran un aborto. Cuando fue detenida Emirlendris tenía cuatro meses de embarazo, «y a pesar de que lo advirtió sus verdugos lo ignoraron».

A causa de las constantes torturas y una infiltración de biopolímeros en sus glúteos, Benítez se encuentra en silla de ruedas. No puede estar mucho tiempo de pie porque le genera un intenso dolor en la columna.

 “Cuando tiene mucho tiempo parada se le desmaya la pierna porque no tiene mucha fuerza. Tiene un bioma en un ovario y, también, una hernia en la columna”, contó su hermana Melania Leal a Efecto Cocuyo.

Un niño sin su madre

El hijo de ocho años de Emilendris es uno de los que más ha sufrido la ausencia de su madre en casa. En la actualidad los familiares le dicen que ella está haciendo un “curso” para que no se sienta triste.

El niño vive con su abuela paterna en la ciudad de Barquisimeto, estado Lara, estudia cuatro grado, y tras la pandemia por el COVID-19, tiene mucho tiempo sin ir a visitar a su progenitora. Todos esperan que el próximo día del niño le permitan a Emirlendris abrazar con fuerza a su pequeño.

“Tratamos de que no sepa que ella está presa, le decimos que está haciendo un curso pero él siempre pregunta quiénes son los guardias”, dice Melania Leal.

Con todo el tiempo que ha pasado sin su mamá, a veces dice que está cansado de esperar que ella se comunique con él. Sus tías le dicen que en el “curso” no permiten el uso de teléfono.

“Ella (Emirlendris) llora todos los días porque no puede estar con su hijo, a veces se comunican por cartas y yo se la envió al bebé por WhatsApp”, asegura la hermana de la detenida.

Un juicio sin fin

Desde que fue detenida, como muchos presos políticos en el país ha sido víctima del retardo procesal. A pesar de tener más de tres años en prisión aún la juez no ha llegado a una decisión sobre el futuro de la detenida.

Ha sido un juicio tan lento que por las noches a Benítez le cuesta conciliar el sueño. Piensa mucho en que en el próximo mes de agosto cumplirá cuatro años en prisión.

La juez que lleva el caso es Jenny Carolina López Mesa, trabaja para el Tribunal 27 de juicio. Cuando algunos de los familiares o parte de la defensa le pregunta sobre la culminación del proceso ella les contesta que está a punto de finalizar y que faltan videos y dos testigos que declaren.

Las audiencias de juicios comenzaron cuatro veces a la semana, pero actualmente se realiza solo una por semana.

Salud en deterioro

Emirlendris tiene que ser vista por un inmunólogo y un traumatólogo. Aun sus dolores en la columna continúan y los tratamientos que le han receptado no le han funcionado.

Melania consiguió siete citas privadas para poder evaluar a su hermana con médicos de confianza pero la juez no permitió el traslado de la detenida a ninguna. Hace tres meses la llevaron al hospital José María Vargas de Caracas, para ser evaluada por un neurocirujano.

El doctor dio un informe médico, pero la familia no ha tenido acceso al documento porque la juez lo tiene y no lo ha entregado, ni a familiares ni a la defensa. “Nosotros necesitamos ese informe”, exige su hermana.

El día que estuvo en el Hospital Vargas, Melania le pidió a la juez que le permitiera el escrito por lo menos para tomarle unas fotografías y ésta se negó.

Emirlendris fue víctima de maltratos psicológicos por parte de una directora del Inof, recientemente esas actuaciones cesaron porque cambiaron a la dirección de la única cárcel de mujeres que hay en Venezuela.

Actualmente, comparte celda con siete presas políticas que afortunadamente se llevan muy bien y se ayudan entre sí.

“Nosotros deseamos y aspiramos en nombre de Dios, que se haga justicia porque ella es inocente de los cargos que se le imputan y no tienen pruebas para tomar decisiones que no puedan ser correctas”, dice Melania, quien espera que su hermana quede en libertad rápidamente.