El Psuv le acaba de presentar al país su tándem de candidatos de cara a las elecciones presidenciales de 2024 en Venezuela. A claras luces, se organizan en dos aspectos fundamentales que le van a potenciar la reingeniería electoral, que desde hace algunos meses vienen desarrollando para recuperar espacios de opinión pública que han perdido en los últimos años. Por una parte, Nicolás Maduro garantiza el ensamblaje de la unidad del chavismo mediante el control del poder y las diferentes ramificaciones internas que ya estaban creando demasiado ruido en términos políticos y que podían haber significado rupturas que aumentarían el riesgo de su reelección. El denominado fenómeno del “hiperliderazgo” o la centralización de la toma de decisiones, permite que este ingrediente del tándem, brinde réditos organizativos, logísticos y unitarios.
Con Rafael Lacava, el Psuv se asegura un formato novedoso de comunicación política con alta pegada electoral que puede atraer capas poblacionales que, en un momento determinado, respaldaron masivamente al chavismo y que ahora lucen desconectadas por la crisis económica y de liderazgo. La irreverencia y las características de sus mensajes adaptados a la dimensionalidad de las nuevas plataformas comunicacionales le brindan una capa de multitudes a este tándem electoral. Con esta fórmula, el chavismo espera ampliar la gama de apoyos más allá de su base partidaria que se había venido achicando en los últimos tiempos, en la medida que el deterioro del país fue avanzando y la responsabilidad mayor recayó en la figura de Nicolás Maduro.
Por el lado opositor ¿será posible observar un tándem que combine dos figuras relevantes que resulten de las primarias o de otro mecanismo que se utilice para “crear” una fórmula electoral? No lo sabemos aún y además está muy claro que será más difícil el proceso de hacerlo. No cabe duda que sería altamente interesante poder observar una posible de éstas combinaciones: Capriles-Machado, Prósperi-Evans, Guaido-Capriles, Evans-Delsa, Machado-Prosperi, Capriles-Gutiérrez, Machado-Guaido, Rosales-Gutiérrez, Rosales-Capriles, Capriles-Falcón; entre una infinidad de cruces que articularían fortalezas para compensar debilidades. Aunque el país se inclina mayoritariamente por un deseo de cambio según los últimos sondeos de opinión y además desea votar, estas corrientes de opinión pública favorecen la necesidad de conciliar fórmulas que conecten especialmente con los problemas cotidianos de la gente. La oposición parte con una ventaja importante en relación a la estructuración de la opinión pública nacional que está desaprovechando con la excesiva “atomización” de opciones; pero, si no logra articular su “propio tándem” que repolarice al país y haga valer su parte más grande de la franja electoral, el chavismo con su estrategia de focalización y reingeniería comunicacional podrá mantenerse en el poder sin ni siquiera despeinarse en el intento.
El mundo ha cambiado mucho en estos últimos tiempos, la política también. Quien no lo entienda así y pretenda seguir impulsando campañas tradicionales similares a las que se hacían hasta hace apenas diez años atrás, corre el riesgo de ser apartado del cariño popular. El Psuv en medio de sus debilidades se reinventa y articula para recuperar espacios perdidos aún con grandes diferencias internas. El planeta opositor, aún más variopinto, requiere ajustar sus estrategias para convertirse en opción real de alternabilidad del poder, pero debe entender que no es un problema de cuotas. ¿Tendremos tándem opositor?
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Las opiniones expresadas en esta sección son de entera responsabilidad de sus autores.
Del mismo autor: Ser político: saber comunicar
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Con Rafael Lacava, el Psuv se asegura un formato novedoso de comunicación política con alta pegada electoral que puede atraer capas poblacionales que, en un momento determinado, respaldaron masivamente al chavismo y que ahora lucen desconectadas por la crisis económica y de liderazgo. La irreverencia y las características de sus mensajes adaptados a la dimensionalidad de las nuevas plataformas comunicacionales le brindan una capa de multitudes a este tándem electoral. Con esta fórmula, el chavismo espera ampliar la gama de apoyos más allá de su base partidaria que se había venido achicando en los últimos tiempos, en la medida que el deterioro del país fue avanzando y la responsabilidad mayor recayó en la figura de Nicolás Maduro.
Por el lado opositor ¿será posible observar un tándem que combine dos figuras relevantes que resulten de las primarias o de otro mecanismo que se utilice para “crear” una fórmula electoral? No lo sabemos aún y además está muy claro que será más difícil el proceso de hacerlo. No cabe duda que sería altamente interesante poder observar una posible de éstas combinaciones: Capriles-Machado, Prósperi-Evans, Guaido-Capriles, Evans-Delsa, Machado-Prosperi, Capriles-Gutiérrez, Machado-Guaido, Rosales-Gutiérrez, Rosales-Capriles, Capriles-Falcón; entre una infinidad de cruces que articularían fortalezas para compensar debilidades. Aunque el país se inclina mayoritariamente por un deseo de cambio según los últimos sondeos de opinión y además desea votar, estas corrientes de opinión pública favorecen la necesidad de conciliar fórmulas que conecten especialmente con los problemas cotidianos de la gente. La oposición parte con una ventaja importante en relación a la estructuración de la opinión pública nacional que está desaprovechando con la excesiva “atomización” de opciones; pero, si no logra articular su “propio tándem” que repolarice al país y haga valer su parte más grande de la franja electoral, el chavismo con su estrategia de focalización y reingeniería comunicacional podrá mantenerse en el poder sin ni siquiera despeinarse en el intento.
El mundo ha cambiado mucho en estos últimos tiempos, la política también. Quien no lo entienda así y pretenda seguir impulsando campañas tradicionales similares a las que se hacían hasta hace apenas diez años atrás, corre el riesgo de ser apartado del cariño popular. El Psuv en medio de sus debilidades se reinventa y articula para recuperar espacios perdidos aún con grandes diferencias internas. El planeta opositor, aún más variopinto, requiere ajustar sus estrategias para convertirse en opción real de alternabilidad del poder, pero debe entender que no es un problema de cuotas. ¿Tendremos tándem opositor?
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