Aún es discutible que algunas vacunas contra COVID-19 pueden generar aumento del sangrado menstrual, según explica un estudio. Si bien se reportaron cambios en la población muestra, las autoras advirtieron que las asociaciones descritas en la investigación no son causales pero proporcionan evidencia para estudios posteriores. Además, los cambios reportados no son ni poco comunes ni peligrosos.
El estudio fue publicado el pasado 15 de julio en Science Advances, revista de la Asociación Americana para los Avances Científicos (AAAS, por sus siglas en inglés).
Los resultados del estudio circulan en el contexto del incremento de casos de COVID-19 en Venezuela, impulsado por BA.5, el sublinaje de la variante ómicron. Sigue aumentando su presencia en el mundo por su capacidad de infección y evasión de la respuesta inmune.
La Unidad de Verificación de Datos y Fact-checking de Efecto Cocuyo revisó la investigación para conocer más sobre la metodología y la causalidad entre las vacunas y el aumento del sangrado menstrual.
La información de la investigación se recopiló a partir de instrumentos de encuesta “emergentes, exploratorio y de métodos mixtos”. Los resultados publicados en Science Advances corresponden a la primera ronda de análisis con una población muestra de 39.129 adultas menstruantes.
Entre las participantes hay personas de entre 18 y 80 años, totalmente vacunadas (el estudio se hizo antes de que se permitiera la administración de refuerzos) y sin antecedentes de COVID-19. Las encuestadas fueron inmunizadas con dosis de Pfizer, Moderna, AstraZeneca, Johnson & Johnson, Novavax, entre otras.
Se enfocaron en los hallazgos que involucraban sangrado menstrual (en personas que menstrúan con regularidad) o hemorragia intermenstrual (en personas que no menstrúan) en los tres meses siguientes de recolección de datos.
De la población estudiada, 42% de las personas con ciclos menstruales regulares sangraron más de lo usual, 44% no reportaron cambios después de la vacunación.
Algunas de las personas encuestadas que no menstrúan con regularidad también observaron hemorragia. Se reportó en 71% de las personas con anticonceptivos reversibles de acción prolongada, 39% de las personas que toman hormonas de afirmación de género y 66% de las personas postmenopáusicas.
En síntesis, según explican las investigadoras, el aumento del sangrado menstrual o la hemorragia intermenstrual está “asociada significativamente con la edad, efectos secundarios sistémicos de la vacuna (fiebre y/o fatiga), antecedentes de embarazo o parto y origen étnico”.
Por ejemplo, el flujo menstrual más abundante fue más común para las personas de origen hispano o latino, mayores, diagnosticadas con una condición reproductiva, que usan anticonceptivos hormonales, que han estado embarazadas en el pasado y que sintieron fiebre o fatiga después de la vacunación.
El grupo de personas no menstruantes se divide en dos grupos: premenopáusicas y postmenopáusicas. El primer grupo lo integran personas que usan anticonceptivos reversibles de acción prolongada, anticonceptivos hormonales y/o tratamientos de afirmación de género que eliminan la menstruación.
La mayoría, 65,7%, experimentaron sangrado intermenstrual después de la vacuna. En el segundo grupo (postmenopáusicas), 66% también presentaron sangrado.
Sobre los resultados, las investigadoras advirtieron que no se puede comparar la incidencia de diferentes experiencias con la población general mundial. Las asociaciones descritas no son causales pero proporcionan evidencia para estudiar mejor estas tendencias. Por tanto, hasta este martes, 19 de julio, es discutible que las vacunas contra COVID-19 generen un aumento del sangrado menstrual.
También aclararon que estos cambios en el sangrado menstrual no son indicativos de cambios en la fertilidad.
Puedes ayudarnos a combatir la desinformación en Venezuela. Si recibe información que cree que puede ser falsa, puede reenviarla a chequea@efectococuyo.com o al número de WhatsApp (0412)015-0022.
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Aún es discutible que algunas vacunas contra COVID-19 pueden generar aumento del sangrado menstrual, según explica un estudio. Si bien se reportaron cambios en la población muestra, las autoras advirtieron que las asociaciones descritas en la investigación no son causales pero proporcionan evidencia para estudios posteriores. Además, los cambios reportados no son ni poco comunes ni peligrosos.
El estudio fue publicado el pasado 15 de julio en Science Advances, revista de la Asociación Americana para los Avances Científicos (AAAS, por sus siglas en inglés).
Los resultados del estudio circulan en el contexto del incremento de casos de COVID-19 en Venezuela, impulsado por BA.5, el sublinaje de la variante ómicron. Sigue aumentando su presencia en el mundo por su capacidad de infección y evasión de la respuesta inmune.
La Unidad de Verificación de Datos y Fact-checking de Efecto Cocuyo revisó la investigación para conocer más sobre la metodología y la causalidad entre las vacunas y el aumento del sangrado menstrual.
La información de la investigación se recopiló a partir de instrumentos de encuesta “emergentes, exploratorio y de métodos mixtos”. Los resultados publicados en Science Advances corresponden a la primera ronda de análisis con una población muestra de 39.129 adultas menstruantes.
Entre las participantes hay personas de entre 18 y 80 años, totalmente vacunadas (el estudio se hizo antes de que se permitiera la administración de refuerzos) y sin antecedentes de COVID-19. Las encuestadas fueron inmunizadas con dosis de Pfizer, Moderna, AstraZeneca, Johnson & Johnson, Novavax, entre otras.
Se enfocaron en los hallazgos que involucraban sangrado menstrual (en personas que menstrúan con regularidad) o hemorragia intermenstrual (en personas que no menstrúan) en los tres meses siguientes de recolección de datos.
De la población estudiada, 42% de las personas con ciclos menstruales regulares sangraron más de lo usual, 44% no reportaron cambios después de la vacunación.
Algunas de las personas encuestadas que no menstrúan con regularidad también observaron hemorragia. Se reportó en 71% de las personas con anticonceptivos reversibles de acción prolongada, 39% de las personas que toman hormonas de afirmación de género y 66% de las personas postmenopáusicas.
En síntesis, según explican las investigadoras, el aumento del sangrado menstrual o la hemorragia intermenstrual está “asociada significativamente con la edad, efectos secundarios sistémicos de la vacuna (fiebre y/o fatiga), antecedentes de embarazo o parto y origen étnico”.
Por ejemplo, el flujo menstrual más abundante fue más común para las personas de origen hispano o latino, mayores, diagnosticadas con una condición reproductiva, que usan anticonceptivos hormonales, que han estado embarazadas en el pasado y que sintieron fiebre o fatiga después de la vacunación.
El grupo de personas no menstruantes se divide en dos grupos: premenopáusicas y postmenopáusicas. El primer grupo lo integran personas que usan anticonceptivos reversibles de acción prolongada, anticonceptivos hormonales y/o tratamientos de afirmación de género que eliminan la menstruación.
La mayoría, 65,7%, experimentaron sangrado intermenstrual después de la vacuna. En el segundo grupo (postmenopáusicas), 66% también presentaron sangrado.
Sobre los resultados, las investigadoras advirtieron que no se puede comparar la incidencia de diferentes experiencias con la población general mundial. Las asociaciones descritas no son causales pero proporcionan evidencia para estudiar mejor estas tendencias. Por tanto, hasta este martes, 19 de julio, es discutible que las vacunas contra COVID-19 generen un aumento del sangrado menstrual.
También aclararon que estos cambios en el sangrado menstrual no son indicativos de cambios en la fertilidad.
Puedes ayudarnos a combatir la desinformación en Venezuela. Si recibe información que cree que puede ser falsa, puede reenviarla a chequea@efectococuyo.com o al número de WhatsApp (0412)015-0022.