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A Carla Antón la encerraron en un sótano durante cuatro días sin acceso a agua y comida #PresasPolíticas

LA HUMANIDAD · 7 JUNIO, 2022 20:27

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Reynaldo Mozo Zambrano | @reymozo


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Cuando detuvieron a Carla Antón Farías, una teniente del Ejército venezolano de 33 años de edad, la encerraron en un sótano durante cuatro días, en los que no pudo tomar agua, tampoco tuvo acceso a comida y no pudo ver a sus familiares.

La militar fue apresada por funcionarios de la Dirección de Contrainteligencia Militar (Dgcim) el 17 de junio de 2019, en el lugar donde trabajaba, el Fuerte Paramaconi, en el estado Monagas. Ese día, Antón iba a entregar su guardia cuando sus compañeros militares la sorprendieron con la mala noticia.

La razón por la que Antón se encuentra tras las rejas es porque supuestamente era integrante de un complot para detener a la exgobernadora de Monagas, Yelitze Santaella, y tomar el Fuerte Paramaconi en el año 2017. Pero ante estas acusaciones, sus familiares afirman que la teniente no es culpable de ningún delito.

La familia de la teniente Antón es pequeña y está formada por puras mujeres: su mamá, de 54 años de edad, y sus dos hermanas. Es una familia humilde que vive en Cumaná, capital del estado Sucre, a más de 439 kilómetros de Ramo Verde, donde cumple condena la mujer.

Su hermana, Yanmary Antón, dijo a Efecto Cocuyo que toda la familia tiene 2 años sin ver a Carla. Comenta que por la larga distancia que hay entre el estado Sucre y a la cárcel militar de Ramo Verde la única comunicación que tiene con la detenida es a través de videos, cartas o recados que envía a través de algunas amistades.

Sin embargo, a través de las pantallas de un teléfono y mediante un video Yanmary pudo observar la condición física en la que se encuentra su hermana. “La veo demacrada, con ojeras, flaca, decaída, pero con la fe puesta en Dios”.

La mamá de Carla ha sido una de la más afectada tras la detención de su hija. La mujer cayó en una depresión importante y además sufre de osteoporosis; actualmente se encuentra en tratamiento con especialistas para recuperarse de sus dos enfermedades

“Este proceso ha sido muy difícil porque nosotros no la visitamos desde el año 2020; no la hemos podido visitar, nosotros somos de oriente, en Cumaná y por la situación económica y por lo lejos no hemos ido, pero ha sido muy fuerte todo”, comenta Yanmary a través de una llamada telefónica.  

El juicio

El 6 de abril de este año, la familia de Carla estaba atenta a la decisión que tomara la justicia sobre el destino de la efectivo castrense. Ese día, la madre y las hermanas tenían las esperanzas puestas en la libertad, ya que aseguran que nunca consiguieron ninguna prueba que vinculara a la teniente con el delito que la acusaban.

A Carla la sentenciaron a 7 años y 9 meses de prisión y mientras estuvo detenida en el estado Monagas. Su lugar de reclusión era la cárcel de La Pica; el 27 de abril fue llevada a los calabozos de Ramo Verde y este 17 de junio cumple tres años detenida.

A la audiencia de juicio tampoco pudieron asistir ni familiares ni amigos. Se realizó en el estado Monagas durante la noche y finalizó pasadas las 10 p. m.  Yanmary asegura que su hermana le comentó que los tres años que tiene detenida serían reconocidos dentro de los siete de la sentencia.

Cuando la mamá de Carla se enteró de la sentencia, sufrió una crisis de nervios y ansiedad. La mujer tuvo que ser ayudada por sus otras hijas para poder estabilizarse. Ella tenía fe en que la teniente saliera en libertad ese día.

“Suelten a mi mamá que me hace falta”, hijo de 8 años de Emirlendris Benítez, presa política

“Teníamos esperanza de que ella quedara en libertad,  a ella no le consiguieron ninguna prueba, ellas están limpias totalmente, no tienen pruebas, fue un mal proceso”, dice la hermana.

En La Pica empeoró su salud

Desde hace varios años Carla ha padecido de sinusitis, pero cuando estuvo detenida en La Pica su enfermedad empeoró y a raíz de esa condición desarrolló infecciones en el oído y ha sido tratada por pocos médicos.

La primera vez que tuvo problemas con su enfermedad fue atendida por un galeno, pero luego de eso son sus familiares los que han tenido que comprar y enviar todos los medicamentos que necesita para aliviar los malestares.

En La Pica se encontraba detenida con otras militares en un anexo para castrenses. Pero este “privilegio” no la salvó de los malos tratos.

Dentro de la cárcel monaguense Carla fue víctima de violencia verbal. Un director de ese centro penitenciario le decía groserías e improperios cada vez que quería; también tenía que comprar el agua, ya que la que le daban no era potable y cuando pedía el líquido se lo negaban.

En esa cárcel Carla enfermó, la alimentación era inadecuada y fue sometida a malos tratos desde que ingresó.

“No dejaba (el director) entrar a la visita, sino a quienes ellos quisiera y tenía que ser afuera, no para los lugares de reclusión. Hubo una semana en la que había que llevarle la comida porque el director no lo dejaba cocinar en la cárcel”, asegura Yanmari.

Una familia que la extraña

Carla es una mujer soltera, no tiene hijos, pero sí dos sobrinos que siempre le preguntan a Yanmari “cuándo regresará tía de prisión”.

A la teniente le gusta su carrera militar. Su hermana la describe como una mujer muy alegre, que le gusta compartir con sus familiares, en especial con su madre. Carla es fanática de los deportes y por eso le encanta practicar fútbol y salir a correr.

“Yo extraño todo de mi hermana, ella es muy traviesa, le gustaba ir para la playa cuando venía a oriente, era alegre y emocionada, cuando llegaba contaba sus cuentos, sus anécdotas, le gusta leer mucho”, dice su hermana.

Por el momento, en la cárcel de Ramo Verde sus condiciones de reclusión cambiaron. Carla no está siendo torturada y junto a otras reclusas ha podido reunir para comprar una nevera y una licuadora para tener en resguardo sus alimentos.

“No creemos que mi hermana sea capaz de hacer algo así (de lo que se le acusó), porque no haría algo así a la familia, porque nosotras fuimos educadas por una madre luchadora por sus hijas. Es una lucha que tenemos con mi madre, mi hermana es una buena muchacha de una familia humilde y no sería capaz de hacer algo así ni matar, ni robar, ni nada esa cosas”.

 

LA HUMANIDAD · 22 JULIO, 2022

A Carla Antón la encerraron en un sótano durante cuatro días sin acceso a agua y comida #PresasPolíticas

Texto por Reynaldo Mozo Zambrano | @reymozo

 

Cuando detuvieron a Carla Antón Farías, una teniente del Ejército venezolano de 33 años de edad, la encerraron en un sótano durante cuatro días, en los que no pudo tomar agua, tampoco tuvo acceso a comida y no pudo ver a sus familiares.

La militar fue apresada por funcionarios de la Dirección de Contrainteligencia Militar (Dgcim) el 17 de junio de 2019, en el lugar donde trabajaba, el Fuerte Paramaconi, en el estado Monagas. Ese día, Antón iba a entregar su guardia cuando sus compañeros militares la sorprendieron con la mala noticia.

La razón por la que Antón se encuentra tras las rejas es porque supuestamente era integrante de un complot para detener a la exgobernadora de Monagas, Yelitze Santaella, y tomar el Fuerte Paramaconi en el año 2017. Pero ante estas acusaciones, sus familiares afirman que la teniente no es culpable de ningún delito.

La familia de la teniente Antón es pequeña y está formada por puras mujeres: su mamá, de 54 años de edad, y sus dos hermanas. Es una familia humilde que vive en Cumaná, capital del estado Sucre, a más de 439 kilómetros de Ramo Verde, donde cumple condena la mujer.

Su hermana, Yanmary Antón, dijo a Efecto Cocuyo que toda la familia tiene 2 años sin ver a Carla. Comenta que por la larga distancia que hay entre el estado Sucre y a la cárcel militar de Ramo Verde la única comunicación que tiene con la detenida es a través de videos, cartas o recados que envía a través de algunas amistades.

Sin embargo, a través de las pantallas de un teléfono y mediante un video Yanmary pudo observar la condición física en la que se encuentra su hermana. “La veo demacrada, con ojeras, flaca, decaída, pero con la fe puesta en Dios”.

La mamá de Carla ha sido una de la más afectada tras la detención de su hija. La mujer cayó en una depresión importante y además sufre de osteoporosis; actualmente se encuentra en tratamiento con especialistas para recuperarse de sus dos enfermedades

“Este proceso ha sido muy difícil porque nosotros no la visitamos desde el año 2020; no la hemos podido visitar, nosotros somos de oriente, en Cumaná y por la situación económica y por lo lejos no hemos ido, pero ha sido muy fuerte todo”, comenta Yanmary a través de una llamada telefónica.  

El juicio

El 6 de abril de este año, la familia de Carla estaba atenta a la decisión que tomara la justicia sobre el destino de la efectivo castrense. Ese día, la madre y las hermanas tenían las esperanzas puestas en la libertad, ya que aseguran que nunca consiguieron ninguna prueba que vinculara a la teniente con el delito que la acusaban.

A Carla la sentenciaron a 7 años y 9 meses de prisión y mientras estuvo detenida en el estado Monagas. Su lugar de reclusión era la cárcel de La Pica; el 27 de abril fue llevada a los calabozos de Ramo Verde y este 17 de junio cumple tres años detenida.

A la audiencia de juicio tampoco pudieron asistir ni familiares ni amigos. Se realizó en el estado Monagas durante la noche y finalizó pasadas las 10 p. m.  Yanmary asegura que su hermana le comentó que los tres años que tiene detenida serían reconocidos dentro de los siete de la sentencia.

Cuando la mamá de Carla se enteró de la sentencia, sufrió una crisis de nervios y ansiedad. La mujer tuvo que ser ayudada por sus otras hijas para poder estabilizarse. Ella tenía fe en que la teniente saliera en libertad ese día.

“Suelten a mi mamá que me hace falta”, hijo de 8 años de Emirlendris Benítez, presa política

“Teníamos esperanza de que ella quedara en libertad,  a ella no le consiguieron ninguna prueba, ellas están limpias totalmente, no tienen pruebas, fue un mal proceso”, dice la hermana.

En La Pica empeoró su salud

Desde hace varios años Carla ha padecido de sinusitis, pero cuando estuvo detenida en La Pica su enfermedad empeoró y a raíz de esa condición desarrolló infecciones en el oído y ha sido tratada por pocos médicos.

La primera vez que tuvo problemas con su enfermedad fue atendida por un galeno, pero luego de eso son sus familiares los que han tenido que comprar y enviar todos los medicamentos que necesita para aliviar los malestares.

En La Pica se encontraba detenida con otras militares en un anexo para castrenses. Pero este “privilegio” no la salvó de los malos tratos.

Dentro de la cárcel monaguense Carla fue víctima de violencia verbal. Un director de ese centro penitenciario le decía groserías e improperios cada vez que quería; también tenía que comprar el agua, ya que la que le daban no era potable y cuando pedía el líquido se lo negaban.

En esa cárcel Carla enfermó, la alimentación era inadecuada y fue sometida a malos tratos desde que ingresó.

“No dejaba (el director) entrar a la visita, sino a quienes ellos quisiera y tenía que ser afuera, no para los lugares de reclusión. Hubo una semana en la que había que llevarle la comida porque el director no lo dejaba cocinar en la cárcel”, asegura Yanmari.

Una familia que la extraña

Carla es una mujer soltera, no tiene hijos, pero sí dos sobrinos que siempre le preguntan a Yanmari “cuándo regresará tía de prisión”.

A la teniente le gusta su carrera militar. Su hermana la describe como una mujer muy alegre, que le gusta compartir con sus familiares, en especial con su madre. Carla es fanática de los deportes y por eso le encanta practicar fútbol y salir a correr.

“Yo extraño todo de mi hermana, ella es muy traviesa, le gustaba ir para la playa cuando venía a oriente, era alegre y emocionada, cuando llegaba contaba sus cuentos, sus anécdotas, le gusta leer mucho”, dice su hermana.

Por el momento, en la cárcel de Ramo Verde sus condiciones de reclusión cambiaron. Carla no está siendo torturada y junto a otras reclusas ha podido reunir para comprar una nevera y una licuadora para tener en resguardo sus alimentos.

“No creemos que mi hermana sea capaz de hacer algo así (de lo que se le acusó), porque no haría algo así a la familia, porque nosotras fuimos educadas por una madre luchadora por sus hijas. Es una lucha que tenemos con mi madre, mi hermana es una buena muchacha de una familia humilde y no sería capaz de hacer algo así ni matar, ni robar, ni nada esa cosas”.