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La tradición de los diablos danzantes de Chuao perdura en el tiempo. Tan constante como el río que viaja desde la montaña hasta el mar de este pueblo aragüeño y tan presente como el cacao que crece su suelo.

Los habitantes de Chuao celebraron una nueva edición de Corpus Christi, una festividad religiosa que se vive de forma diferente en varios lugares de Venezuela. 

Niños, adolescentes y adultos se visten por tres días con prendas coloridas y brillantes, se ponen máscaras y salen a danzar en homenaje al Santísimo Sacramento. También bailan para expiar sus pecados y cumplir sus promesas. Una tradición que ha hecho que los diablos danzantes de Corpus Christi venezolanos sean Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco. En Chuao no se da solamente el mejor cacao del mundo, también se festeja de una forma particular reconocida a nivel mundial. 

En Efecto Cocuyo te contamos cómo se vivió esta demostración cultural celebrada desde el miércoles 7 de junio de este año. 

Un Corpus Christi que dura tres días

Una de las principales diferencias de Corpus Christi en Chuao es que no es únicamente el día jueves. En la población aragüeña las personas celebran esta festividad desde el miércoles y hasta el viernes. Son tres días cargados de una energía capaz de mover a cualquiera y, especialmente, capaz de mantener a cerca de 200 personas danzando y orando en gran parte de las jornadas. 

El miércoles previo a Corpus Christi se dan las primeras caídas y, por ende, el inicio de la celebración. Una caída consiste en que los diablos se arrodillen y se rindan ante el Santísimo Sacramento en señal de respeto y devoción. El primero en caer es, justamente, el primer capitán de los diablos, quien también es el único que danza sin compañía. Lo hace cerca de las 11:00 de la mañana desde la entrada del pueblo hasta la iglesia de la Inmaculada Concepción, ubicada en el centro de Chuao. 

El número tres resulta tremendamente importante. Son tres grupos que hacen tres caídas. Cada grupo es llamado “repique” y salen a danzar con varios minutos de diferencia. Para que el segundo grupo salga, el primero tiene que haber culminado su camino hasta la iglesia. 

Son tres las cruces que llevan los trajes de los diablos. Una en el pantalón, una en la espalda y una en el torso. Son tres las veces que se persignan los diablos y son tres las ocasiones en las que se rinden ante el Santísimo Sacramento el miércoles previo a Corpus Christi. 

Luego de que los grupos culminan sus caídas y sus rezos. Todos tienen que danzar hasta la casa en donde todos los diablos van a reposar, quitarse las máscaras y rezar por casi dos horas en una ceremonia dirigida, principalmente, por las mujeres del pueblo. 

Después de esto, los diablos salen de la casa y siguen danzando por el pueblo. Danzar sin cesar, al ritmo de “la caja” o redoblante y del cajero, quien toca de forma constante el patrón de percusión. 

Amanecer el jueves de Corpus Christi, misa y procesión del Santísimo Sacramento

Es jueves 8 de junio y son las 5:30 de la mañana. Se escucha el sonido de una pirotecnia que explota en el cielo de Chuao. Esto marca el inicio de la jornada para los diablos. El sol todavía no sale, pero el cielo ya no está tan oscuro. Se siente una brisa fresca y, al asomarse en la calle, cerca de 30 personas vestidas de diablo van por las calles. Desde esta hora y hasta las 11:00 de la mañana, los diablos visitaran diferentes casas donde danzarán para entrar y, posteriormente, recibirán algo de comida y bebida para continuar al siguiente punto. 

Una de las leyendas que cuentan los propios participantes es que los capitanes suelen contar cuantos diablos están bailando y que esto es sumamente importante. “A veces, en la lista hay 200 diablos anotados y cuando contamos tenemos 201. Esto quiere decir que el verdadero diablo puede estar infiltrado”, recuerda Antonio Montiel, primer capitán de los diablos de Chuao. “Es algo que ha pasado y cuando ocurre nuestro deber es sacarlo del pueblo”, dijo quien cumplió 58 años como diablo danzante este año. 

A las 11:00 de la mañana comienzan a sonar las campanas de la iglesia. La misa está a punto de comenzar. Los diablos, por primera vez en la celebración, ingresan a la iglesia. Sin máscaras, con la cara descubierta y sentado en el suelo, escuchan al sacerdote responsable de celebrar la misa. 

La ceremonia termina con el levantamiento del Santísimo Sacramento ante los diablos. Este es uno de los momentos que fue considerad por la Unesco como un elemento diferenciador y vital para que la fiesta pudiera ser incluida en la lista de Patrimonio cultural inmaterial de la humanidad. 

A eso de las 5:00 de la tarde, cuando el sol ya surca su último tramo, los diablos y el pueblo entero caminan hasta el patio de secado del cacao, frente a la iglesia. Ahí inicia la procesión del Santísimo Sacramento, que recorrerá las calles de Chuao y tendrá siete paradas que simbolizan siete altares. El Santísimo Sacramento va escoltado en todo momento por todos los diablos liderados por el primer capitán. 

La procesión culmina luego de una hora y el Santísimo Sacramento vuelve a la iglesia. Donde estará reposando hasta el año siguiente. Pero afuera, en el patio de secado, los diablos danzan sin parar. Al ritmo incesante de la caja, las personas bailan, mueven las maracas y festejan que sus pecados han sido expiados, al menos por ahora. 

La fiesta cierra el viernes con un sancocho realizado en el río del pueblo. A esta gran comida se suman todos los habitantes de Chuao, pero también los turistas, quienes son recibidos con un plato de sopa. 

La importancia del descanso, los diablos danzantes de Chuao también comen mango

Los momentos más íntimos de los diablos danzantes de Chuao se dan cuando están descansando. Al cierre de la jornada del miércoles previo a Corpus Christi, con la luz dorada en el cielo, los diablos se quitan las máscaras; se sientan, reposan y sonríen. 

El jueves de Corpus Christi, después de la misa, se da una situación icónica: los diablos caminan hasta más abajo de la entrada de Chuao y comienzan a descolgar los mangos que yacen en los árboles. La tradición en este momento es comer mangos y descansar bajo la sombra refrescante de estos árboles que, sin duda, hacen una diferencia notable en el cuerpo de los danzantes que están acalorados por las altas temperaturas que suele registrar el pueblo. 

Los diablos danzantes de Chuao son una de las once cofradías de diablos danzantes venezolanos que están incluidas en la lista de la Unesco. Las otras cofradías están ubicadas en los estados de Vargas, Guárico, Cojedes, Carabobo y Miranda, donde están los diablos de Yare, lo que más congregan visitantes. Sin embargo, es el estado Aragua el que cuenta con cinco de las once cofradías.