El pasado 16 de septiembre, el gobierno de Estados Unidos volvió a pronunciarse acerca de Venezuela, esta vez, emitiendo serias amenazas contra Maduro. El subsecretario de Estado de EE UU para el Hemisferio Occidental, Brian Nichols, ante la comisión de Relaciones Exteriores del Senado, comentó: «Nicolás Maduro comete un error grave si piensa que nuestra paciencia es infinita y que las tácticas dilatorias le van a servir. Estamos dispuestos a aumentar las sanciones a Venezuela».

Pocos días después, en la Asamblea General de la ONU, Biden instó enfáticamente sobre la necesidad de retomar el diálogo entre oficialismo y oposición con miras a celebrar «elecciones libres» en nuestro país.

Con estas declaraciones, el gobierno americano pretende una vez más, definir la agenda política de Venezuela, utilizando las sanciones como mecanismo de presión.

Las sanciones interpuestas por los gringos y europeos desde 2017 han agravado una crisis económica que ya «estaba cantada».

¿Han funcionado las sanciones en el mundo?

A lo largo de la historia contemporánea muy pocos son los países que lograron una transición política luego de haber sido sancionados o bloqueados. Por el contrario, la gran mayoría quedó sumergida en la miseria, con niveles de pobreza acelerados exponencialmente y un estatus quo afianzado en lo político.

De los países sancionados por los gringos, la Unión Europea y la ONU, en ninguno de ellos, las sanciones han empujado a transiciones políticas. Pocos han sido los casos, que, tras invasiones, arremetidas bélicas, con derramamiento de sangre de gente sin color político, se ha logrado a la fuerza algún tipo de cambio político, claro está, tutelado, y aprovechado, por EE UU.

Estas sanciones, en la mayoría de los casos han sido auspiciadas por la oposición política de los países sancionados e interpuestas por los gringos y sus acólitos imperiales. Venezuela no es la excepción.

Cuba e Irán son, quizás, los casos más icónicos de países fallidamente sancionados. A ellos se suma una larga lista de naciones en que estas medidas han resultado políticamente estériles, como Corea del Norte, Siria, Irak, Libia, Vietnam, Rusia, y 48 países más, sancionados desde la Segunda Guerra Mundial, de los cuales todavía 20 arrastran esa calamidad.

En promedio, el retiro de sanciones y bloqueo de los países víctimas ha durado entre 5 y 7 años. Esto, una vez que los imperios consideran y deciden que están dadas las condiciones para cesar con dicho castigo.

Según diferentes encuestas nacionales, 80% de los venezolanos están en contra de las sanciones. Asimismo, políticos oficialistas y de oposición, incluso alguno que las
promovieron, como el propio Guaidó, claman por su levantamiento.

¿Las sanciones han funcionado en Venezuela?

En este momento Venezuela es víctima de 913 sanciones que impiden el libre comercio y acceso a los mercados financieros, las cuales se han traducido en mayor pobreza y sufrimiento para la nación.

La administración de Biden ha manifestado en diferentes ocasiones que están dispuestos a suavizar las sanciones contra el gobierno de Nicolás Maduro, si finalmente regresa al diálogo político de México, suspendido en octubre del año pasado.

Para el gobierno venezolano el diálogo con la oposición se ha vuelto más que un tema de honor, un elemento pragmático, ya que, dicen diversas fuentes, que el gobierno retomaría las conversaciones políticas una vez se hayan liberado activos del Estado que se encuentran bloqueados en el extranjero.

Dichos activos líquidos, retenidos tanto en jurisdicciones americana como europea, servirían al gobierno para abordar temas de necesidades perentorias relacionadas con la inversión requerida para la restitución elemental del servicio eléctrico, así como atención alimentaria y de salud, para nuestra población más vulnerada.

Lamentablemente, muchos factores de la oposición y los propios países que secuestran nuestros bienes ven estos activos en manos del gobierno como un combustible para que el oficialismo se perpetúe y gane las elecciones del 24, en las que, de hecho, bien podría arrasar, dado el precario papel que hasta el momento ha jugado la oposición.

El juego parece estar trancado hasta ahora, porque por una parte el oficialismo está dispuesto a sentarse a negociar después de lograr los objetivos económicos, mientras la oposición y las fuerzas imperiales, no quieren soltar «lo reales», para no darle aliento a Maduro.

¿Quién les dijo a los gringos y a la Unión Europea que son ellos los dueños de los dineros venezolanos?; ¿quién le dijo a esa gente que la mayoría suscribimos el liderazgo de la oposición tradicional, cuando en las encuestas tienen una aceptación que difícilmente llega al 20%?

Los venezolanos no queremos más sanciones, deseamos el diálogo y queremos que los problemas del país los resolvamos en casa. Por otra parte, no queremos más debate ni problemas políticos, deseamos soluciones de orden económico y social. Eso dicen las diferentes mediciones y pulsos que se han realizado durante el último año. Eso dice la gente con la que hablamos cuando salimos a la calle.

¿Quién está escuchando a la gente de a pie?

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