Muchas de las conductas de riesgo que se presentan en la adolescencia tienen que ver con la influencia y la presión grupal. «Se está comportando así por esas juntas»; «No me gusta nada con quien se reúne», son algunas expresiones típicas de las reuniones con familias.
Un elemento esencial de la adolescencia tiene que ver con el carácter gregario, la importancia de los pares, de ser aceptado y reconocido por éstos. Su reto más importante en este proceso es lograr definir la identidad y alcanzar la autonomía. Antes de este momento, los niños eran como una especie de anexo de sus padres. Sin embargo, al llegar a la adolescencia, los muchachos no saben qué quieren ser y hacer, lo único que tienen claro es que no quieren seguir siendo una prolongación de sus padres, ni parecerse a ellos.
En este proceso de la vida, se empeñan entonces en hacer o decir todo lo contrario a lo que decimos los adultos significativos. Su meta no es tanto llevar la contraria, sino sentir que son diferentes a los adultos. Demostrar que tienen una identidad propia que los diferencia de la nuestra.
Según la psicóloga colombiana Ángela Marulanda desde los primeros años las niñas y niños comienzan a expresar su necesidad de hacer valer su autonomía. Ello requiere desarrollar la responsabilidad y la capacidad de decisión. La responsabilidad no es otra cosa que la habilidad para responder por las consecuencias de sus actos. La única forma de que puedan desarrollarla es teniendo la oportunidad de ponerla en práctica.
Lo mismo pasa con la capacidad de decidir. Se aprende cuando le brindamos oportunidades para tomar decisiones, ofreciendo diferentes opciones y alternativas, y los motivamos a argumentar cuáles consideran apropiadas.
La autonomía no se va a lograr como un proceso espontáneo de desarrollo. Se debe aprender y construir y para ello debemos crear oportunidades para la toma de decisiones en el hogar y en la escuela.
Es un trabajo de todos los días para que nuestros hijos e hijas sean personas no dependientes de la voluntad y decisiones de otros.
***
Las opiniones expresadas en esta sección son de entera responsabilidad de sus autores.
Del mismo autor: Adolescencia de retos
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En este proceso de la vida, se empeñan entonces en hacer o decir todo lo contrario a lo que decimos los adultos significativos. Su meta no es tanto llevar la contraria, sino sentir que son diferentes a los adultos. Demostrar que tienen una identidad propia que los diferencia de la nuestra.
Según la psicóloga colombiana Ángela Marulanda desde los primeros años las niñas y niños comienzan a expresar su necesidad de hacer valer su autonomía. Ello requiere desarrollar la responsabilidad y la capacidad de decisión. La responsabilidad no es otra cosa que la habilidad para responder por las consecuencias de sus actos. La única forma de que puedan desarrollarla es teniendo la oportunidad de ponerla en práctica.
Lo mismo pasa con la capacidad de decidir. Se aprende cuando le brindamos oportunidades para tomar decisiones, ofreciendo diferentes opciones y alternativas, y los motivamos a argumentar cuáles consideran apropiadas.
La autonomía no se va a lograr como un proceso espontáneo de desarrollo. Se debe aprender y construir y para ello debemos crear oportunidades para la toma de decisiones en el hogar y en la escuela.
Es un trabajo de todos los días para que nuestros hijos e hijas sean personas no dependientes de la voluntad y decisiones de otros.
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Las opiniones expresadas en esta sección son de entera responsabilidad de sus autores.
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