El 3 de enero, Ian Bremmer columnista de la revista Time publicó un interesante artículo sobre los inminentes riesgos mundiales, determinantes del orden mundial en 2023.
Bremmer califica a Rusia como un Estado delincuente, que ante la cronicidad del conflicto con Ucrania y el acorralamiento de la OTAN, así como sus propias presiones internas, bien podría emerger como una amenaza alimentaria, energética y de ciberseguridad para el mundo occidental. Escasez y mayor encarecimiento de energía y alimentos, además de ciberataques por parte de Rusia, predice el columnista de Time para este año.
Sin desconocer las barbaries de la guerra asimétrica entre Rusia y Ucrania, la irreductible y peligrosa megalomanía de Putin y una aterrorizante amenaza nuclear, nos parece una calamidad la injerencia de la OTAN en conflictos regionales. La presencia de la OTAN -de los gringos, para ser más claros-, lejos de conducir a una solución rápida, entorpece posibles salidas y arreglos más expeditos que puedan evitar muertes y sufrimiento en las zonas afectadas.
Buena muestra de lo señalado tiene correlato histórico reciente en las intervenciones militares que hicieran los americanos en Libia, Irak, Siria y Afganistán, todas movidas por el supuesto de salvar a los más débiles de la opresión de lideres arbitrarios y criminales, pero que, como contraprestación han hundido esos países en mayor miseria y sufrimiento, sin cambios políticos ni sociales o perspectivas de mejoras futuras.
Otro aspecto que desarrolla Bremmer en su artículo, es el riesgo derivado de la ralea totalitaria y nacionalista del presidente chino, Xi Jinping. Coincidimos con el articulista, en que China viene desplegando una clara actitud de desafío a Occidente desde el punto de vista político y económico, además de una incomprensible regresión a principios maoístas que parecían extintos.
Podemos sumar a lo anterior, que Xi Jinping ha hecho repetidas promesas de unificación nacional, lo que en términos fácticos se refiere a la adhesión de Taiwán, por las buenas o por las malas. Mientras los gringos y la OTAN se preparan para una probable invasión de China a Taiwán, los chinos amenazan –no en balde- con su potencial bélico, el más grande del mundo.
Tanto el arbitrario manejo del covid que ha hecho y sigue haciendo China, así como cualquier conflicto bélico en el continente asiático, expondría a Occidente a serios riesgos económicos y sociales, dada la dependencia que tenemos de productos terminados y semiterminados procedentes de la región.
Riesgo geopolítico inminente son las protestas crecientes en el mundo islámico, en las que Irán cobra particular importancia. El régimen teocrático de Irán no cederá ante las solicitudes occidentales de una mayor laxitud respecto a las restricciones sociales y políticas que impone su gobierno. Contrariamente, viene reforzando su programa nuclear e incluso suministrando armas letales a Rusia, sin ningún tipo de pudor.
Posibles conflictos simultáneos en Asia y el Medio Oriente, sumados al que actualmente se desarrolla en Europa del Este, serían muy difíciles de manejar incluso para EE. UU., por lo que vemos poco probable que se desaten en 2023. No obstante, esperamos un año lleno de tensiones y amenazas en esa materia, lo que no es poca cosa cuando se trata del comportamiento de la política y los mercados internacionales.
También en el plano político, Bremmer advierte que veremos este año una mayor polarización política y social en EE. UU., con las visiones contrapuestas de Demócratas y Republicanos, respecto al manejo interno y externo de ese país. Lo mencionado podría desatar serias tensiones internas, más aún de cara a unas complejas e impredecibles elecciones presidenciales en 2024. No hay que realizar un profundo análisis para entender que esta circunstancia restará confiabilidad a EE. UU. como destino para el resguardo de capitales y desarrollo económico.
Claramente nos adentramos en una época de recesión global con contracción de las economías emergentes y consolidadas. Hasta ahora, los bancos centrales de los diferentes países y bloques económicos han empleado políticas monetarias y de restricción fiscal a través del aumento de tasas de interés para yugular la inflación.
Sin embargo, las políticas económicas señalada no han logrado llevar la inflación a los niveles deseados en EE. UU., los países de la Unión Europea, Reino Unido y Japón; que siguen exponiendo alzas sin precedentes en el siglo XXI. Por esta razón, esperamos que en este año se sigan reforzándo la restricción monetaria lo que podría derivar en escenarios de marcada recesión, e incluso estanflación.
El compromiso de las economías consolidadas del mundo afectará el consumo a nivel global, por lo que se espera un “coletazo” de recesión sistémica en todas las naciones que tengan estrechas relaciones comerciales con las grandes potencias económicas.
Dado lo expuesto, para este año podemos prever serio compromiso de los mercados internacionales, que inexorablemente seguirán a la baja, con algunas posibilidades de recuperación en 2024.
En otro orden de ideas, el rápido desarrollo y la falta de regulación respecto a la inteligencia artificial y la masiva penetración de redes sociales, particularmente de TikTok, surgen como alternativas de masificación y democratización de la información, así como claras amenazas respecto al control social por grupos de poder político y económico inescrupulosos.
Por otra parte, la crisis energética con mayor carestía de los commodities y productos relacionados con la misma, la escasez global de agua, la contaminación creciente y un estancamiento del desarrollo social a nivel global, son otros elementos que destacan como riesgos a la vista durante el año, en un horizonte que para nada es halagüeño.
***
Las opiniones expresadas en esta sección son de entera responsabilidad de sus autores.
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Bremmer califica a Rusia como un Estado delincuente, que ante la cronicidad del conflicto con Ucrania y el acorralamiento de la OTAN, así como sus propias presiones internas, bien podría emerger como una amenaza alimentaria, energética y de ciberseguridad para el mundo occidental. Escasez y mayor encarecimiento de energía y alimentos, además de ciberataques por parte de Rusia, predice el columnista de Time para este año.
Sin desconocer las barbaries de la guerra asimétrica entre Rusia y Ucrania, la irreductible y peligrosa megalomanía de Putin y una aterrorizante amenaza nuclear, nos parece una calamidad la injerencia de la OTAN en conflictos regionales. La presencia de la OTAN -de los gringos, para ser más claros-, lejos de conducir a una solución rápida, entorpece posibles salidas y arreglos más expeditos que puedan evitar muertes y sufrimiento en las zonas afectadas.
Buena muestra de lo señalado tiene correlato histórico reciente en las intervenciones militares que hicieran los americanos en Libia, Irak, Siria y Afganistán, todas movidas por el supuesto de salvar a los más débiles de la opresión de lideres arbitrarios y criminales, pero que, como contraprestación han hundido esos países en mayor miseria y sufrimiento, sin cambios políticos ni sociales o perspectivas de mejoras futuras.
Otro aspecto que desarrolla Bremmer en su artículo, es el riesgo derivado de la ralea totalitaria y nacionalista del presidente chino, Xi Jinping. Coincidimos con el articulista, en que China viene desplegando una clara actitud de desafío a Occidente desde el punto de vista político y económico, además de una incomprensible regresión a principios maoístas que parecían extintos.
Podemos sumar a lo anterior, que Xi Jinping ha hecho repetidas promesas de unificación nacional, lo que en términos fácticos se refiere a la adhesión de Taiwán, por las buenas o por las malas. Mientras los gringos y la OTAN se preparan para una probable invasión de China a Taiwán, los chinos amenazan –no en balde- con su potencial bélico, el más grande del mundo.
Tanto el arbitrario manejo del covid que ha hecho y sigue haciendo China, así como cualquier conflicto bélico en el continente asiático, expondría a Occidente a serios riesgos económicos y sociales, dada la dependencia que tenemos de productos terminados y semiterminados procedentes de la región.
Riesgo geopolítico inminente son las protestas crecientes en el mundo islámico, en las que Irán cobra particular importancia. El régimen teocrático de Irán no cederá ante las solicitudes occidentales de una mayor laxitud respecto a las restricciones sociales y políticas que impone su gobierno. Contrariamente, viene reforzando su programa nuclear e incluso suministrando armas letales a Rusia, sin ningún tipo de pudor.
Posibles conflictos simultáneos en Asia y el Medio Oriente, sumados al que actualmente se desarrolla en Europa del Este, serían muy difíciles de manejar incluso para EE. UU., por lo que vemos poco probable que se desaten en 2023. No obstante, esperamos un año lleno de tensiones y amenazas en esa materia, lo que no es poca cosa cuando se trata del comportamiento de la política y los mercados internacionales.
También en el plano político, Bremmer advierte que veremos este año una mayor polarización política y social en EE. UU., con las visiones contrapuestas de Demócratas y Republicanos, respecto al manejo interno y externo de ese país. Lo mencionado podría desatar serias tensiones internas, más aún de cara a unas complejas e impredecibles elecciones presidenciales en 2024. No hay que realizar un profundo análisis para entender que esta circunstancia restará confiabilidad a EE. UU. como destino para el resguardo de capitales y desarrollo económico.
Claramente nos adentramos en una época de recesión global con contracción de las economías emergentes y consolidadas. Hasta ahora, los bancos centrales de los diferentes países y bloques económicos han empleado políticas monetarias y de restricción fiscal a través del aumento de tasas de interés para yugular la inflación.
Sin embargo, las políticas económicas señalada no han logrado llevar la inflación a los niveles deseados en EE. UU., los países de la Unión Europea, Reino Unido y Japón; que siguen exponiendo alzas sin precedentes en el siglo XXI. Por esta razón, esperamos que en este año se sigan reforzándo la restricción monetaria lo que podría derivar en escenarios de marcada recesión, e incluso estanflación.
El compromiso de las economías consolidadas del mundo afectará el consumo a nivel global, por lo que se espera un “coletazo” de recesión sistémica en todas las naciones que tengan estrechas relaciones comerciales con las grandes potencias económicas.
Dado lo expuesto, para este año podemos prever serio compromiso de los mercados internacionales, que inexorablemente seguirán a la baja, con algunas posibilidades de recuperación en 2024.
En otro orden de ideas, el rápido desarrollo y la falta de regulación respecto a la inteligencia artificial y la masiva penetración de redes sociales, particularmente de TikTok, surgen como alternativas de masificación y democratización de la información, así como claras amenazas respecto al control social por grupos de poder político y económico inescrupulosos.
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Las opiniones expresadas en esta sección son de entera responsabilidad de sus autores.
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