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OPINIÓN · 21 ENERO, 2023 05:36

Despecho, antes y ahora

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Leoncio Barrios | @Leonciobarrios

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QUÉ CHÉVERE
QUÉ INDIGNANTE
QUÉ CHIMBO

Comenzando el 2023 el mundo digital en el que vivimos ha sido sacudido por un tsunami pasional.

Una canción de despecho entre una cantante y un futbolista nos ha distraído de los costos de la inflación, el desempleo, las deudas, el desorden climático, la pandemia, la guerra cada vez más cruenta, las decenas de conflictos políticos en el mundo.

No voy a pecar de insensible y diré algo sobre lo que pareciera mover a la pareja en discordia: el despecho.


El despecho cantado

Despecho es, como su nombre lo indica, perder el pecho, la teta. Sentir despecho es reproducir los momentos del destete y su mezcla de repugnantes sentimientos de rabia, tristeza, miedo por el sentimiento de abandono que nos ha producido la madre. Conste que esto no es una especulación psicoanalítica -aunque parezca- es más bien un ejercicio semántico para entender el origen del término y porqué nos duele tanto. Una forma de aliviar el dolor es cantando.

Si hay algún sentimiento que atraviesa transversalmente el cancionero (y el sentir romántico) hispano, y por tanto, el latinoamericano, ese es el despecho. Basta oír boleros, el más profundo y sentido de los ritmos populares, para saberlo.

Las letras de boleros y de baladas clásicas cantan al dolor, tristeza, añoranza, a una cierta rabia y deseos de venganza. En boleros caribeños y rancheros se siente el grito pausado que caracteriza a ese género. Un grito, un llanto ante el abandono en el que nos ha dejado quien hemos amado eróticamente.

Un monstruo sentimental

El despecho se produce cuando un ser querido, al que estamos atados afectiva y eróticamente, nos dice: `ya no más, vete de mí´ o lo que es peor, nos lo hace saber a través de la desaparición, el silencio, de un golpe moral cuando nos enteramos que está o «tiene» a otra persona.

Cuando la persona amada nos abandona o nos hace una cosa que afecta la relación quedamos con el pecho desgarrado -en una primera etapa-, los ojos llorosos, la mente obcecada -él o ella no se nos quita de la cabeza- hasta que la boca empieza a tener sed de venganza. Entonces, hemos pasado a una segunda etapa.

El despecho produce un sentimiento bipolar: te odio y te quiero. El amor perdido es deseado. La venganza ayuda a salir de aquel conflicto. Aquello de `un clavo saca a otro clavo´ puede funcionar como cierre de aquella ingrata, dolorosa experiencia del abandono. El despecho moderno se canta a ritmo de bolero. El clásico fue en la ópera.

Entre las estrategias que la cultura popular nos ofrece para salir del despecho hay una clásica: llorar hasta casi ahogarnos en llanto y, de repente, empezar a nadar hasta la orilla del olvido. (Escribir esta frase me revela que el tema tiene un toque cursi, como mucho de lo que tiene que ver con el amor).

El llanto como alivio del despecho, clásicamente, ha sido una respuesta femenina. Ellas lloran sin mayor dificultad y se liberan. No así los hombres. Ellos tienen dificultad para llorar por aquello de los patrones machistas, y acuden al alcohol u otra droga para liberarse. Entonces, borracho, sí vale; como para casi todo lo que se tienen reprimido.

Hombres y mujeres creen que la liberación del despecho será definitiva cuando puedan venganza. El más extremo desquite lo produce la muerte de quien ha traicionado. Ellas, pueden dejarlo como un oscuro deseo pero algunos de ellos, por mostrarse decididos, por machos, las matan y entonces, el despecho pierde el encanto que tiene.

El despecho contemporáneo se canta en reguetón

Muchas lágrimas de llantos femeninos y masculinos han corrido en este mundo ante el despecho y según las letras de muchas canciones de reguetón, ya basta. Y no por razones políticas, ni de derechos humanos, sino con acciones prácticas, que tienen que ver con dinero.

Según la fórmula contemporánea del amor -a la que se refiere la cantante que origina un tsunami en las redes-, comienza por no enamorarse. Cojamos, follemos, tiremos, jodamos, como queramos decirlo, y negociemos (económicamente), si queremos más.

El reguetón canta el orgullo varonil de hacer sentir a las mujeres como perras sedientas de sexo y como buenas perras no tienen que reclamar. Pero resulta que ellas han cambiado, han crecido, se han fortalecido y no solo de sexo viven las mujeres. Ahora, como antes, ellas tienen afán de dinero, según las crudas letras del ritmo de moda.

El juego es entre dos equipos

La canción que ha removido al mundo recientemente pareciera que ha impactado más a las mujeres que las movilizaciones y luchas feministas durante años. Muchas mujeres en las redes hacen de la cantante la heroína del feminismo, la más clara expresión de la recién adquirida fuerza femenina. Le rinden respeto, aunque algunas le critiquen por estar lavando los trapos sucios al aire libre cuando se deben lavar en casa.

Los hombres no quieren dejarse meter gol y denuncian a la cantante, se burlan de ella. En el clásico lenguaje del reguetón la consideran “loba herida” y denuncian su oportunismo al querer sacarle provecho a la situación ganando más dinero. Obvian que el futbolista puede estar en lo mismo.

Algunas personas expresan su preocupación por el daño que la cantante y el futbolista le están causando a sus hijos al ventilar su conflicto públicamente. Esas personas olvidan que los personajes famosos poco diferencian entre sus asuntos públicos y los privados. Personajes famosos disfrutan (y le sacan provecho económico) haciendo público lo privado. Con ello, algunos de sus hijos se traumatizan, otros, no. Igual que los hijos de cualquier vecino.

La canción por el despecho de la cantante denunciante se hace un himno femenino. De fondo, el sonido de la batería y del teclado electrónico. Las mujeres sienten como si la tragedia cantada fuese la suya. La venganza se plasma.

En materia de despecho, pervive lo clásico

En paralelo al canto al despecho al ritmo de reguetón pervive lo clásico, el llanto por el amor perdido en ritmo de boleros.

Para quienes disfrutan con el morbo que produce el sufrir de amor, o no lo conocen, va un bolero que canta al despecho, el bien llamado mal de amor. Pulsen este link de Maria Luisa Landin con su Amor Perdido. Ojalá lo disfruten y se imaginen lo que es amor del bueno.

***

Las opiniones expresadas en esta sección son de entera responsabilidad de sus autores.

Del mismo autor: Hacia el (lejano) fin del machismo

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No voy a pecar de insensible y diré algo sobre lo que pareciera mover a la pareja en discordia: el despecho.


El despecho cantado

Despecho es, como su nombre lo indica, perder el pecho, la teta. Sentir despecho es reproducir los momentos del destete y su mezcla de repugnantes sentimientos de rabia, tristeza, miedo por el sentimiento de abandono que nos ha producido la madre. Conste que esto no es una especulación psicoanalítica -aunque parezca- es más bien un ejercicio semántico para entender el origen del término y porqué nos duele tanto. Una forma de aliviar el dolor es cantando.

Si hay algún sentimiento que atraviesa transversalmente el cancionero (y el sentir romántico) hispano, y por tanto, el latinoamericano, ese es el despecho. Basta oír boleros, el más profundo y sentido de los ritmos populares, para saberlo.

Las letras de boleros y de baladas clásicas cantan al dolor, tristeza, añoranza, a una cierta rabia y deseos de venganza. En boleros caribeños y rancheros se siente el grito pausado que caracteriza a ese género. Un grito, un llanto ante el abandono en el que nos ha dejado quien hemos amado eróticamente.

Un monstruo sentimental

El despecho se produce cuando un ser querido, al que estamos atados afectiva y eróticamente, nos dice: `ya no más, vete de mí´ o lo que es peor, nos lo hace saber a través de la desaparición, el silencio, de un golpe moral cuando nos enteramos que está o «tiene» a otra persona.

Cuando la persona amada nos abandona o nos hace una cosa que afecta la relación quedamos con el pecho desgarrado -en una primera etapa-, los ojos llorosos, la mente obcecada -él o ella no se nos quita de la cabeza- hasta que la boca empieza a tener sed de venganza. Entonces, hemos pasado a una segunda etapa.

El despecho produce un sentimiento bipolar: te odio y te quiero. El amor perdido es deseado. La venganza ayuda a salir de aquel conflicto. Aquello de `un clavo saca a otro clavo´ puede funcionar como cierre de aquella ingrata, dolorosa experiencia del abandono. El despecho moderno se canta a ritmo de bolero. El clásico fue en la ópera.

Entre las estrategias que la cultura popular nos ofrece para salir del despecho hay una clásica: llorar hasta casi ahogarnos en llanto y, de repente, empezar a nadar hasta la orilla del olvido. (Escribir esta frase me revela que el tema tiene un toque cursi, como mucho de lo que tiene que ver con el amor).

El llanto como alivio del despecho, clásicamente, ha sido una respuesta femenina. Ellas lloran sin mayor dificultad y se liberan. No así los hombres. Ellos tienen dificultad para llorar por aquello de los patrones machistas, y acuden al alcohol u otra droga para liberarse. Entonces, borracho, sí vale; como para casi todo lo que se tienen reprimido.

Hombres y mujeres creen que la liberación del despecho será definitiva cuando puedan venganza. El más extremo desquite lo produce la muerte de quien ha traicionado. Ellas, pueden dejarlo como un oscuro deseo pero algunos de ellos, por mostrarse decididos, por machos, las matan y entonces, el despecho pierde el encanto que tiene.

El despecho contemporáneo se canta en reguetón

Muchas lágrimas de llantos femeninos y masculinos han corrido en este mundo ante el despecho y según las letras de muchas canciones de reguetón, ya basta. Y no por razones políticas, ni de derechos humanos, sino con acciones prácticas, que tienen que ver con dinero.

Según la fórmula contemporánea del amor -a la que se refiere la cantante que origina un tsunami en las redes-, comienza por no enamorarse. Cojamos, follemos, tiremos, jodamos, como queramos decirlo, y negociemos (económicamente), si queremos más.

El reguetón canta el orgullo varonil de hacer sentir a las mujeres como perras sedientas de sexo y como buenas perras no tienen que reclamar. Pero resulta que ellas han cambiado, han crecido, se han fortalecido y no solo de sexo viven las mujeres. Ahora, como antes, ellas tienen afán de dinero, según las crudas letras del ritmo de moda.

El juego es entre dos equipos

La canción que ha removido al mundo recientemente pareciera que ha impactado más a las mujeres que las movilizaciones y luchas feministas durante años. Muchas mujeres en las redes hacen de la cantante la heroína del feminismo, la más clara expresión de la recién adquirida fuerza femenina. Le rinden respeto, aunque algunas le critiquen por estar lavando los trapos sucios al aire libre cuando se deben lavar en casa.

Los hombres no quieren dejarse meter gol y denuncian a la cantante, se burlan de ella. En el clásico lenguaje del reguetón la consideran “loba herida” y denuncian su oportunismo al querer sacarle provecho a la situación ganando más dinero. Obvian que el futbolista puede estar en lo mismo.

Algunas personas expresan su preocupación por el daño que la cantante y el futbolista le están causando a sus hijos al ventilar su conflicto públicamente. Esas personas olvidan que los personajes famosos poco diferencian entre sus asuntos públicos y los privados. Personajes famosos disfrutan (y le sacan provecho económico) haciendo público lo privado. Con ello, algunos de sus hijos se traumatizan, otros, no. Igual que los hijos de cualquier vecino.

La canción por el despecho de la cantante denunciante se hace un himno femenino. De fondo, el sonido de la batería y del teclado electrónico. Las mujeres sienten como si la tragedia cantada fuese la suya. La venganza se plasma.

En materia de despecho, pervive lo clásico

En paralelo al canto al despecho al ritmo de reguetón pervive lo clásico, el llanto por el amor perdido en ritmo de boleros.

Para quienes disfrutan con el morbo que produce el sufrir de amor, o no lo conocen, va un bolero que canta al despecho, el bien llamado mal de amor. Pulsen este link de Maria Luisa Landin con su Amor Perdido. Ojalá lo disfruten y se imaginen lo que es amor del bueno.

***

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