Diciembre es el mes de la gran fiesta universal: la navidad. A pesar de los diferentes credos religiosos que se profesan en el mundo, el nacimiento de Jesús, el hijo del Dios de los cristianos, es una fiesta religiosa que trasciende al credo y se celebra, de una u otra forma, en casi todos los países. Es fiesta de alegría.
Esta navidad del 2023 no es así para millones de personas. La navidad del 2023, como todas las que le han antecedido, será una fiesta de luces pero, algunas de esas luces no serán fuegos artificiales para celebrar el nacimiento de Jesús sino fuegos reales producidos por bombas y balas que ocasionarán la muerte de centenares (ojalá que no de miles, como hasta ahora ha sido) de niños y niñas en Gaza y Cisjordania.
Hasta el principio de estas navidades, según las agencias de noticias, las bombas y disparos israelíes, han matado, al menos, a 16.000 gazaties, entre ellos, un mínimo de 7.000 niñas y niños. Ninguno era guerrillero. Inclusive, han asesinado a recién nacidos.
Durante estas navidades, quienes no vivimos en Gaza ni en Cisjordania celebraremos con fuegos artificiales y tendremos que cerrar los ojos, taparnos los oídos, para no enterarnos de la mortandad y destrucción que ocurre en la tierra en la que nació Jesús y que se ha considerado el genocidio palestino.
La Organización de las Naciones Unidas decretó el 9 de diciembre como el Día Internacional para la Conmemoración y Dignificación de las Víctimas del Crimen de Genocidio y para la Prevención de ese crimen, en recuerdo de la Convención firmada en 1948 sobre este tema. Pocas veces una efeméride es tan pertinente con lo que sucede actualmente.
Lo que sigue es un parafraseo de la declaración de la ONU del día del genocidio que comienza por definirlo como una acción criminal que trata de acabar con un grupo de personas, una étnia o raza, un grupo religioso o nacional. Agregando que hay genocidio cuando, además de esta circunstancia, se dan alguno de estos actos: matanza o asesinato de los miembros del grupo, lesiones graves a la integridad física o mental del grupo, sometimiento a unas condiciones que lleven al grupo a su destrucción física, medidas para impedir los nacimientos de los nuevos miembros del grupo, traslado por fuerza de niños a otro grupo.
En resumen, se asume que un genocidio es cualquier acto que busque la aniquilación, el sometimiento, la lesión o traslado a la fuerza de la totalidad o parcialidad de un grupo de personas miembros de una nación, etnia, raza o religión específica.
Leyendo esto resuena la denuncia de la agencia para los refugiados de las Naciones Unidas en Gaza sobre el desplazamiento de casi dos millones de personas que se han visto obligadas a abandonar sus casas, lugares de trabajo, sitios de residencia y desplazarse sin rumbo fijo, intentando salvar sus vidas y las de su familia. En Gaza no hay ningún lugar seguro, dicen. Se ve en las imágenes.
Hablando de genocidios hay que recordar que uno de los mayores realizados en el siglo XX fue ejecutado en Alemania, cuando el gobierno de Hitler arremetió contra los judíos, entre otras razones, porque la mayoría de los banqueros y comerciantes eran practicantes de esta religión y los nazis se aprovecharon de esta circunstancia para señalarlos como los culpables de gran parte de los problemas de los alemanes, decidiendo su expulsión y, más radicalmente, su exterminio.
El genocidio de judíos en Alemana es parecido al discurso del gobierno de Israel y su accionar contra la población gazatí durante décadas y, particularmente, a raíz de la matanza que terroristas de Hamas ejecutaran en territorio israelí en octubre de este año.
¿Qué hacer ante un genocidio? La intención de la ONU al decretar el día contra el genocidio es llamar la atención de los países sobre la necesidad de respetar las diferencias que existen en las sociedades y promover el respeto, la tolerancia, el derecho a coexistir.
Promover y accionar la erradicación de culturas o pueblos enteros, como lo hace hoy Israel, es un contrasentido ante los grandes aportes que la cultura judía ha dado a la humanidad en los campos del saber.
Este 9 de diciembre todos los gobiernos, organismos internacionales y la sociedad civil organizada debemos clamar por un cese al fuego entre todos los países y grupos que enfrentan conflictos bélicos, aunque, hay que reconocer que puede ser un clamor con riesgo de no escucharse entre el ruido de las bombas y la artillería o el escudo protector que ponen las grandes potencias en defensa de sus intereses y el desprecio por la vida de la gente. Aun así es necesario exigir, hay que actuar contra el genocidio.
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