Diciembre puede llegar a ser empalagoso por el exceso de felicitaciones, de alegría (auténtica o forzada), de compromisos, comida, tragos y deseos de paz y amor. Pero también es mes de sentimientos encontrados cuando al fin del año, queramos, o no, hacemos balance de logros y pérdidas personales durante los 12 meses.
El 31 de diciembre suele ser un día alegre por un año que se va y otro que viene pero también puede ser triste, por muchas razones personales, sobre todo, por quienes no están temporal o definitivamente. Es entonces, cuando se aprecia el valor del abrazo, ese gesto de apretar cuerpo con cuerpo, de sentir físicamente a otra persona, de que ella nos sienta a nosotros.
El abrazo es un gesto de múltiples significados, puede ser para felicitar o para condoler. También para solo saludar, despedir o recibir. Pocas veces para traicionar. El abrazo, en cualquier caso, es una demostración de afecto. Nos gusta darlo y recibirlo.
Todo el mundo quiere un abrazo. Aún quienes tienen problemas con el contacto físico. A esas personas un buen abrazo puede hacerles saber de lo que se han perdido y de lo que se puede ganar con él.
Junto a una sonrisa, el abrazo es el gesto que más ayuda en la vida. Nos acerca a los demás, también a nosotros mismos. Nos hace sentir queridos por otra persona, aunque sea por segundos. Abrazar es estar con otra persona, sentirnos, es ponernos en sintonía. El abrazo es gesto de querencia.
Por razones culturales, el Fin de Año está considerado como el día del abrazo. Es una fecha para estar con gente querida. La ausencia de la familia o de alguno de sus miembros, puede producirnos un sentimiento de soledad con su consecuente tristeza. Menos mal que está el internet para acercarnos y las amistades salvadoras como, muy posiblemente, somos nosotros para ellas.
No estar físicamente con la familia la Noche de Año Nuevo en estos tiempos se resuelve por internet. Eso está bien pero no es suficiente. Ver las caras queridas, oírles, alegra, conmueve, pero no es lo mismo que la presencia física. Falta el olor de la cena casera, el calorcito del abrazo.
Un recurso para quienes están lejos de la familia biológica, es la familia escogida, la que sin tener nexos de sangre, con nosotros, consideramos nuestra familia, un grupo de amigos y amigas entre quienes existe un afecto especial, imperecedero. A miembros de esa familia, quizás, sea más fácil encontrarlos por el mundo.
Después del jolgorio decembrino, cuando terminan las fiestas en las que todos y todas nos queremos y abrazamos, en algunas personas pueden aparecer sentimientos de tristeza y/o rabia que los psicólogos llamamos efecto rebote.
El efecto rebote se refiere a que algunas personas pueden descomponerse emocionalmente después que las fiestas de diciembre terminan. Esto se debe, posiblemente, que al retomar la cotidianidad, cuando las expresiones de afecto colectivo disminuyen o desaparecen, las personas que se sienten solas o aburridas pueden agudizar esos sentimientos.
El afloramiento de la tristeza después de las fiestas también puede estar relacionada con la incidencia del clima sobre las emociones. En los países del hemisferio norte de América, Europa y Asia, las navidades coinciden con el invierno, estación en la que los días se nublan, el sol se ausenta y las frecuentes lluvias o nevadas obligan al encierro tanto externo como interno. Es tiempo de vernos a nosotros mismos y eso pudiera ser deprimente para algunas personas.
En los países tropicales o en el hemisferio sur, donde el sol está presente durante casi todo el año, también hay personas que pueden deprimirse durante y al pasar la Navidad. Así que el solo clima no es el causante pero sí un factor que facilita sentirse triste.
Muchas personas se deprimen por razones orgánicas y si viven en países donde la realidad socio-económica y/o política es muy dura, eso también puede ser un factor desencadenante de la depresión, como lo puede ser el volver a la cotidianidad después de las fiestas decembrinas.
Ante la sensación de tristeza y/o ansiedad a comienzos del año que pudiera afectar a algunas personas, es conveniente tomar previsiones para evitar o reducir al máximo ese rebote emocional. Trazarnos propósitos y deseos para el Año Nuevo puede actuar como un aliciente y prevenir la depresión posnavidad.
Pensar, mejor, escribir unos pocos, poquísimos, propósitos o metas factibles de realizar y lograr en el año que comienza, nos pueden motivar a prender nuestros motores. Si a las metas del año le agregamos deseos, la querencia de que ocurra algo, una sorpresa que venga de afuera y nos alegre puede ser un excelente antídoto depresivo.
Propósitos y deseos para el Año Nuevo nos ayudan a sentirnos esperanzados y la esperanza es fundamental para tener entusiasmo.
Mientras ponemos en marcha nuestros proyectos y soñamos con nuestros deseos, los abrazos de la noche de Año Nuevo nos harán sentir bien. Incluida la posibilidad de abrazarnos -simbólicamente- a nosotros mismos.
Año Nuevo es siempre motivo de celebración, de esperanza. Eso dicen los abrazos.
Este articulo es el 205 que publico en Efecto Cocuyo, una meta y un deseo que he logrado en varios años, lo celebro agradeciéndolo a mis lectores y lectoras. Seguimos y que todo sea para mejor. Un abrazo.
***
Las opiniones expresadas en esta sección son de entera responsabilidad de sus autores.
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El 31 de diciembre suele ser un día alegre por un año que se va y otro que viene pero también puede ser triste, por muchas razones personales, sobre todo, por quienes no están temporal o definitivamente. Es entonces, cuando se aprecia el valor del abrazo, ese gesto de apretar cuerpo con cuerpo, de sentir físicamente a otra persona, de que ella nos sienta a nosotros.
El abrazo es un gesto de múltiples significados, puede ser para felicitar o para condoler. También para solo saludar, despedir o recibir. Pocas veces para traicionar. El abrazo, en cualquier caso, es una demostración de afecto. Nos gusta darlo y recibirlo.
Todo el mundo quiere un abrazo. Aún quienes tienen problemas con el contacto físico. A esas personas un buen abrazo puede hacerles saber de lo que se han perdido y de lo que se puede ganar con él.
Junto a una sonrisa, el abrazo es el gesto que más ayuda en la vida. Nos acerca a los demás, también a nosotros mismos. Nos hace sentir queridos por otra persona, aunque sea por segundos. Abrazar es estar con otra persona, sentirnos, es ponernos en sintonía. El abrazo es gesto de querencia.
Por razones culturales, el Fin de Año está considerado como el día del abrazo. Es una fecha para estar con gente querida. La ausencia de la familia o de alguno de sus miembros, puede producirnos un sentimiento de soledad con su consecuente tristeza. Menos mal que está el internet para acercarnos y las amistades salvadoras como, muy posiblemente, somos nosotros para ellas.
No estar físicamente con la familia la Noche de Año Nuevo en estos tiempos se resuelve por internet. Eso está bien pero no es suficiente. Ver las caras queridas, oírles, alegra, conmueve, pero no es lo mismo que la presencia física. Falta el olor de la cena casera, el calorcito del abrazo.
Un recurso para quienes están lejos de la familia biológica, es la familia escogida, la que sin tener nexos de sangre, con nosotros, consideramos nuestra familia, un grupo de amigos y amigas entre quienes existe un afecto especial, imperecedero. A miembros de esa familia, quizás, sea más fácil encontrarlos por el mundo.
Después del jolgorio decembrino, cuando terminan las fiestas en las que todos y todas nos queremos y abrazamos, en algunas personas pueden aparecer sentimientos de tristeza y/o rabia que los psicólogos llamamos efecto rebote.
El efecto rebote se refiere a que algunas personas pueden descomponerse emocionalmente después que las fiestas de diciembre terminan. Esto se debe, posiblemente, que al retomar la cotidianidad, cuando las expresiones de afecto colectivo disminuyen o desaparecen, las personas que se sienten solas o aburridas pueden agudizar esos sentimientos.
El afloramiento de la tristeza después de las fiestas también puede estar relacionada con la incidencia del clima sobre las emociones. En los países del hemisferio norte de América, Europa y Asia, las navidades coinciden con el invierno, estación en la que los días se nublan, el sol se ausenta y las frecuentes lluvias o nevadas obligan al encierro tanto externo como interno. Es tiempo de vernos a nosotros mismos y eso pudiera ser deprimente para algunas personas.
En los países tropicales o en el hemisferio sur, donde el sol está presente durante casi todo el año, también hay personas que pueden deprimirse durante y al pasar la Navidad. Así que el solo clima no es el causante pero sí un factor que facilita sentirse triste.
Muchas personas se deprimen por razones orgánicas y si viven en países donde la realidad socio-económica y/o política es muy dura, eso también puede ser un factor desencadenante de la depresión, como lo puede ser el volver a la cotidianidad después de las fiestas decembrinas.
Ante la sensación de tristeza y/o ansiedad a comienzos del año que pudiera afectar a algunas personas, es conveniente tomar previsiones para evitar o reducir al máximo ese rebote emocional. Trazarnos propósitos y deseos para el Año Nuevo puede actuar como un aliciente y prevenir la depresión posnavidad.
Pensar, mejor, escribir unos pocos, poquísimos, propósitos o metas factibles de realizar y lograr en el año que comienza, nos pueden motivar a prender nuestros motores. Si a las metas del año le agregamos deseos, la querencia de que ocurra algo, una sorpresa que venga de afuera y nos alegre puede ser un excelente antídoto depresivo.
Propósitos y deseos para el Año Nuevo nos ayudan a sentirnos esperanzados y la esperanza es fundamental para tener entusiasmo.
Mientras ponemos en marcha nuestros proyectos y soñamos con nuestros deseos, los abrazos de la noche de Año Nuevo nos harán sentir bien. Incluida la posibilidad de abrazarnos -simbólicamente- a nosotros mismos.
Año Nuevo es siempre motivo de celebración, de esperanza. Eso dicen los abrazos.
Este articulo es el 205 que publico en Efecto Cocuyo, una meta y un deseo que he logrado en varios años, lo celebro agradeciéndolo a mis lectores y lectoras. Seguimos y que todo sea para mejor. Un abrazo.
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Las opiniones expresadas en esta sección son de entera responsabilidad de sus autores.
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