El hallazgo del cuerpo desmembrado de un niño en Villa del Rosario, estado Zulia; se suma al de un bebé de cuatro meses a quien mataron de una fuerte golpiza en el Táchira y un tercer titular que anuncia la localización de los restos de la pequeña Mildred en el estado Carabobo. Los tres casos ocurrieron a finales del mes de agosto.
Mildred tenía tan solo 1 año y 11 meses y la autopsia muestra indicios de abuso sexual reciente y antiguo, una fractura de cráneo parece ser la causa de la muerte. Por este caso están detenidos la madre, el abuelo y la abuela. Lamentablemente no se trata de los únicos casos de infanticidio que se han presentado en los últimos meses.
La desazón que me produce esta información es la misma que sentí en la boca del estómago cuando a mediados de los años 80’s el Dr. José Gessen Campos, fundador de Fondenima (Oficina Nacional de Denuncia del Niño Maltratado) y el Dr. José Francisco, director de la Cátedra Social de la Escuela de Medicina José María Vargas de la UCV, vinieron a Cecodap para alertar sobre las consecuencias del maltrato infantil en la vida de los niños.
Estos pediatras, a quienes hay que reconocer su apostolado en el tema, advertían sobre la crudeza de algunas de las imágenes que se proyectarían de pacientes llegados a la emergencia del Hospital de Niños J.M de los Ríos. Inevitablemente algunos participantes abandonaban la sala sin poder contener el llanto o la indignación por no entender cómo alguien puede ensañarse de esa forma con criaturas indefensas.
En la década del 2000 pudimos traer al país a Isabel Cuadros, médica psiquiatra pionera en el abordaje del fenómeno en Colombia y referente fundamental en nuestra región. “El maltrato infantil, la violencia brutal hacia los niños, inclusive en su forma más extrema, el infanticidio, aparece en todas las épocas de la historia”, advertía Isabel.
Entre los factores de riesgo social señalados por la psiquiatra son: pobreza, desempleo, tolerancia cultural al castigo corporal, cambio frecuente de pareja, embarazos no deseados, alcoholismo y otro tipo de drogadicción en los padres, familia monoparental, existencia de una crisis familiar que la desborda.
Relaciono esos factores con nuestra realidad y la fractura del tejido social fruto del impacto de la emergencia humanitaria compleja y la pandemia e inevitablemente me hace pensar por qué la frecuencia de los casos y la crueldad han ido aumentando.
“La opinión pública está lejos de haber tomado conciencia de que lo que ocurre a un niño en los primeros años de su vida repercute inevitablemente sobre el conjunto de la sociedad, y que la psicosis, las drogas y la criminalidad son expresiones codificadas de las experiencias de la primera infancia” sentencia Alice Mille, psicóloga que más ha estudiado el tema.
Miller demuestra en su libro Por tu propio bien cómo -fatalmente- el niño al que han pegado, pegará a su vez, el que ha sido amenazado, amenazará y el que ha sido humillado, humillará.
Tenemos una ley garantista como la LOPNNA, pero seguimos engrosando la lista de niños martirizados sin que se haga nada para poner un alto a esa violencia ciega. El Estado actúa para procesar las denuncias en los casos graves y juzgar a los victimarios, pero seguimos sin encontrar el eslabón perdido: educar a las familias y colectividad para enseñar con respeto y sin violencia y poder reportar los abusos contra los niños, porque son ciudadanos que merecen protección.
Se mantiene la deuda contraída al aprobar en la LOPNNA el derecho al buen trato y la obligación del Estado a capacitar a las familias, funcionarios públicos y contar con un sistema confiable de denuncia y respuesta a las mismas.
“Los niños no votan, no tienen voz, no mueven la opinión pública. Ocurren los casos lamentables, alguien se indigna en el momento y todo sigue igual. No hay manifestaciones o movilizaciones sociales. Hoy queremos hacerlos visibles. Hoy los lloramos a todos; los recordamos en el cielo de nuestros corazones” Tomo este texto de Victoria Lizcano, personaje de la novela Corazones con memoria de Óscar Misle y este servidor.
Mildred, Dayan (el niño de Guanare), y aquello bebés cuyos nombres no se publicaron, no los olvidaremos. Nuestros corazones tienen memoria.
***
Las opiniones expresadas en esta sección son de entera responsabilidad de sus autores.
Del mismo autor: Vacaciones del “Niño Urbano”
La teoría política acude a distintos adjetivos para calificar condiciones que caracterizan una situación política o económica de Estado. Según la ciencia política, se enfocan las realidades subordinadas a tendencias ajustadas a leyes y disposiciones que ordenan el devenir correspondiente. Así se establecen conceptos que definen un modelo de Estado y de la organización social, […]
Por: Marianna Alexandra Romero MosquedaDirectoraCentro para los Defensores y la Justicia Las víctimas y su familiares, la sociedad, las personas y organizaciones defensoras de derechos humanos necesitan y exigen que se mantenga vigente el mandato de la Misión Internacional Independiente de Determinación de Hechos sobre Venezuela (en adelante la Misión), para combatir la impunidad […]
Cada año en Venezuela, unas 63.000 personas experimentan un derrame cerebral. La mayoría de estos eventos, alrededor de tres de cada cuatro, ocurren en mayores de 65 años, y los riesgos se han duplicado cada década. Sin embargo, para los menores de 60 hay muy poca investigación sobre las causas de los accidentes cerebrovasculares tempranos. […]
Se aproxima la realización de un nuevo Mundial de Fútbol. Esta vez será totalmente diferente, por primera vez no será a mitad de año sino que comenzará el 20 de noviembre y culminará el 18 de diciembre. Además se realizará en un país con una escasa tradición futbolística como es Qatar y en unas condiciones […]
El hallazgo del cuerpo desmembrado de un niño en Villa del Rosario, estado Zulia; se suma al de un bebé de cuatro meses a quien mataron de una fuerte golpiza en el Táchira y un tercer titular que anuncia la localización de los restos de la pequeña Mildred en el estado Carabobo. Los tres casos ocurrieron a finales del mes de agosto.
Mildred tenía tan solo 1 año y 11 meses y la autopsia muestra indicios de abuso sexual reciente y antiguo, una fractura de cráneo parece ser la causa de la muerte. Por este caso están detenidos la madre, el abuelo y la abuela. Lamentablemente no se trata de los únicos casos de infanticidio que se han presentado en los últimos meses.
La desazón que me produce esta información es la misma que sentí en la boca del estómago cuando a mediados de los años 80’s el Dr. José Gessen Campos, fundador de Fondenima (Oficina Nacional de Denuncia del Niño Maltratado) y el Dr. José Francisco, director de la Cátedra Social de la Escuela de Medicina José María Vargas de la UCV, vinieron a Cecodap para alertar sobre las consecuencias del maltrato infantil en la vida de los niños.
Estos pediatras, a quienes hay que reconocer su apostolado en el tema, advertían sobre la crudeza de algunas de las imágenes que se proyectarían de pacientes llegados a la emergencia del Hospital de Niños J.M de los Ríos. Inevitablemente algunos participantes abandonaban la sala sin poder contener el llanto o la indignación por no entender cómo alguien puede ensañarse de esa forma con criaturas indefensas.
En la década del 2000 pudimos traer al país a Isabel Cuadros, médica psiquiatra pionera en el abordaje del fenómeno en Colombia y referente fundamental en nuestra región. “El maltrato infantil, la violencia brutal hacia los niños, inclusive en su forma más extrema, el infanticidio, aparece en todas las épocas de la historia”, advertía Isabel.
Entre los factores de riesgo social señalados por la psiquiatra son: pobreza, desempleo, tolerancia cultural al castigo corporal, cambio frecuente de pareja, embarazos no deseados, alcoholismo y otro tipo de drogadicción en los padres, familia monoparental, existencia de una crisis familiar que la desborda.
Relaciono esos factores con nuestra realidad y la fractura del tejido social fruto del impacto de la emergencia humanitaria compleja y la pandemia e inevitablemente me hace pensar por qué la frecuencia de los casos y la crueldad han ido aumentando.
“La opinión pública está lejos de haber tomado conciencia de que lo que ocurre a un niño en los primeros años de su vida repercute inevitablemente sobre el conjunto de la sociedad, y que la psicosis, las drogas y la criminalidad son expresiones codificadas de las experiencias de la primera infancia” sentencia Alice Mille, psicóloga que más ha estudiado el tema.
Miller demuestra en su libro Por tu propio bien cómo -fatalmente- el niño al que han pegado, pegará a su vez, el que ha sido amenazado, amenazará y el que ha sido humillado, humillará.
Tenemos una ley garantista como la LOPNNA, pero seguimos engrosando la lista de niños martirizados sin que se haga nada para poner un alto a esa violencia ciega. El Estado actúa para procesar las denuncias en los casos graves y juzgar a los victimarios, pero seguimos sin encontrar el eslabón perdido: educar a las familias y colectividad para enseñar con respeto y sin violencia y poder reportar los abusos contra los niños, porque son ciudadanos que merecen protección.
Se mantiene la deuda contraída al aprobar en la LOPNNA el derecho al buen trato y la obligación del Estado a capacitar a las familias, funcionarios públicos y contar con un sistema confiable de denuncia y respuesta a las mismas.
“Los niños no votan, no tienen voz, no mueven la opinión pública. Ocurren los casos lamentables, alguien se indigna en el momento y todo sigue igual. No hay manifestaciones o movilizaciones sociales. Hoy queremos hacerlos visibles. Hoy los lloramos a todos; los recordamos en el cielo de nuestros corazones” Tomo este texto de Victoria Lizcano, personaje de la novela Corazones con memoria de Óscar Misle y este servidor.
Mildred, Dayan (el niño de Guanare), y aquello bebés cuyos nombres no se publicaron, no los olvidaremos. Nuestros corazones tienen memoria.
***
Las opiniones expresadas en esta sección son de entera responsabilidad de sus autores.
Del mismo autor: Vacaciones del “Niño Urbano”