Muchos no terminan de entender la dificultad que conlleva la realización de un proceso electoral. Dicho problema parte, algunas veces, de una oferta política que falta a la palabra dada (populismo) o de un compromiso futuro del que no existen certezas.
Casi siempre sucede que las promesas expuestas con la alharaca y el alarde que moviliza la atención de muchos, más neófitos que estudiosos de la política y reflexivos de las realidades, son dominadas por las emociones, incapaces de dar con las acciones que llevan a gobernar con eficacia. Esta es la otra causa que embrolla cualquier elección.
En la compleja contienda electoral existe la tentación de divorciar la oferta del plan de gobierno trazado en la perspectiva de los ámbitos administrativo, cultural, económico, social, ético, moral, político, (y académico en lo universitario) y el desempeño del gobernante o autoridad para alcanzar las propuestas establecidas.
No obstante, las inexorables realidades se encargan, por la fuerza de hechos demostrables, de descubrir las debilidades o fortalezas, intrigas o manipulaciones que esconden y ocultan los actores políticos de cualquier facción o corriente política.
Ello hace que el proceso electoral se encarrile por la dirección que las tendencias incitan como plausibles. De manera que al final de todo, las realidades hacen uso de las potestades que comprometen al proceso electoral. Indistintamente de quienes ordenan sus instancias operativas. He ahí, el carácter final que determina la realización de elecciones bajo presión.
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Las opiniones expresadas en esta sección son de entera responsabilidad de sus autores.
Del mismo autor: Una trampa llamada ley
El agua que bebemos probablemente llegó a la Tierra primitiva a bordo de los meteoritos y no de los pequeños fragmentos de planetas que fueron destruidos.
El primer intento de alentar la repolitización del país tuvo efecto en redes sociales con el debate de los precandidatos y precandidatas.
Las fuerzas oscurantistas hablan de “ideología de género» para hacer ver a las feministas y a las personas sexo diversas como «desviaciones sociales».
El mercado agrícola venezolano ha experimentado múltiples desafíos en los últimos años.
Muchos no terminan de entender la dificultad que conlleva la realización de un proceso electoral. Dicho problema parte, algunas veces, de una oferta política que falta a la palabra dada (populismo) o de un compromiso futuro del que no existen certezas.
Casi siempre sucede que las promesas expuestas con la alharaca y el alarde que moviliza la atención de muchos, más neófitos que estudiosos de la política y reflexivos de las realidades, son dominadas por las emociones, incapaces de dar con las acciones que llevan a gobernar con eficacia. Esta es la otra causa que embrolla cualquier elección.
En la compleja contienda electoral existe la tentación de divorciar la oferta del plan de gobierno trazado en la perspectiva de los ámbitos administrativo, cultural, económico, social, ético, moral, político, (y académico en lo universitario) y el desempeño del gobernante o autoridad para alcanzar las propuestas establecidas.
No obstante, las inexorables realidades se encargan, por la fuerza de hechos demostrables, de descubrir las debilidades o fortalezas, intrigas o manipulaciones que esconden y ocultan los actores políticos de cualquier facción o corriente política.
Ello hace que el proceso electoral se encarrile por la dirección que las tendencias incitan como plausibles. De manera que al final de todo, las realidades hacen uso de las potestades que comprometen al proceso electoral. Indistintamente de quienes ordenan sus instancias operativas. He ahí, el carácter final que determina la realización de elecciones bajo presión.
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