Fumar cigarrillos es el factor de riesgo número uno para desarrollar el cáncer de pulmón y causa entre el 80 y 90% de las muertes en Venezuela. Sin duda alguna, la forma más segura de protegerse contra esta enfermedad es evitar fumar cigarrillos y, sin embargo, no todos los fumadores activos están condenados a padecer el cáncer. De hecho, la gran mayoría de las personas no lo desarrolla.

Los científicos se han preguntado durante mucho tiempo por qué solo un grupo de fumadores desarrollan cáncer de pulmón. Un nuevo estudio publicado en la revista Nature Genetics apoya la idea de que la genética tiene un papel fundamental que desempeñar. Entre las personas que fuman pero nunca producen cáncer de pulmón, los investigadores encontraron una ventaja inherente. Las células que recubren sus pulmones parecen tener menos probabilidades de mutar con el tiempo. Los hallazgos científicos sugieren que los genes de reparación del ADN son más activos entre algunas personas, lo que puede proteger contra la aparición de ciertos tipos de cáncer, incluso cuando se fuman cigarrillos con regularidad.

Cuando se analizan las células que contienen mutaciones raras y aleatorias, los métodos de secuenciación del genoma completo de una célula pueden introducir errores de secuenciación que son difíciles de distinguir de las mutaciones verdaderas, ocasionando un grave error. El equipo de investigación resolvió este problema mediante el desarrollo de una nueva técnica de secuenciación llamada SCMDA reportada en Nature Methods. Los investigadores utilizaron SCMDA para comparar el “paisaje” mutacional de las células pulmonares de dos tipos de personas: 19 fumadores, de 44 a 81 años,  que habían fumado un máximo de 116 paquetes al año y 14 no fumadores, entre 11 a 86 años. Estas células pulmonares sobreviven durante años, incluso décadas, y por lo tanto pueden acumular mutaciones tanto con la edad como con el tabaquismo. De todas las células pulmonares, estas se encuentran entre las más propensas a volverse cancerosas. Las células recolectadas por broncoscopia de la superficie de los pulmones de los participantes se secuenciaron individualmente para medir las mutaciones en sus genomas.

Los investigadores encontraron que las mutaciones (variantes de un solo nucleótido) se acumularon en las células pulmonares de los no fumadores a medida que envejecían, pero se hallaron mutaciones en las células pulmonares de los fumadores. “Esto confirma experimentalmente que fumar aumenta el riesgo de cáncer de pulmón al incrementar la frecuencia de las mutaciones”, escribieron los autores. Es probable que esta sea una de las razones por la que algunos fumadores pasivos contraen cáncer de pulmón, mientras que entre el 10 y el 20% de los fumadores lo tienen.

Según los autores del artículo de investigación, los hallazgos “demuestran inequívocamente” que las mutaciones en el pulmón humano aumentan con la edad cronológica, y entre los fumadores, el daño en el ADN es más significativo.  El humo del tabaco se ha asociado durante mucho tiempo con el desencadenamiento de daños en el ADN de los pulmones. Este nuevo estudio encontró que los fumadores están en el mismo mar, pero no en el mismo barco, debido a que solo algunos de ellos tienen la predisposición genética para desarrollar cáncer de pulmón.  

Otro hallazgo del estudio fue que la cantidad de mutaciones celulares detectadas en las células pulmonares aumentó linealmente con la cantidad de paquetes de cigarrillos consumidos, manteniéndose constante después de 23 años de exposición. Presumiblemente esto aumentó el riesgo de cáncer de pulmón. “Nuestros datos sugieren que estas personas pueden haber sobrevivido durante tanto tiempo a pesar de su tabaquismo porque lograron suprimir una mayor acumulación de mutaciones. Esta compensación de las mutaciones podría deberse a que algunas personas tienen sistemas adecuados para reparar el daño del ADN”, escribieron los autores.

Los hallazgos también podrían ayudar a explicar por qué algunas personas que nunca han fumado desarrollan tumores. Si bien el humo tóxico del tabaco parece desencadenar mutaciones celulares adicionales en el pulmón, el hecho de que estas mutaciones se conviertan en tumores depende de qué tan bien se pueda reparar o reducir el daño al ADN.

Sin embargo, los genes no son los únicos elementos que intervienen en el riesgo de padecer cáncer de una persona. Los factores ambientales y la dieta también pueden influir en los nutrientes del cuerpo que afectan el desarrollo de un tumor.

En definitiva, lo que hace que el cuerpo de un individuo sea mejor para reparar el ADN todavía está en debate, pero los nuevos hallazgos sugieren que este proceso está estrechamente relacionado con el desarrollo del cáncer de pulmón. Comprender la predisposición genética es esencial no solo para ayudar a desarrollar nuevos tratamientos para las personas con enfermedades pulmonares, sino también para enseñar a los individuos sanos cómo cuidar mejor de sus pulmones.

Este estudio puede resultar ser un paso importante hacia la prevención y la detección temprana del riesgo de cáncer de pulmón y alejarse de los costosos esfuerzos actuales necesarios para combatir la enfermedad en etapa tardía, donde ocurre la mayoría de los gastos de salud. El siguiente paso en la investigación sería desarrollar nuevos ensayos que puedan medir la capacidad de una persona para reparar o “desintoxicar” el ADN, lo que podría ofrecer una nueva forma de evaluar el riesgo de cáncer de pulmón y prevenirlo.

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