Los gusanos radiactivos de Chernóbil: claves para la medicina
Foto: DW

Los gusanos microscópicos que habitan en el ambiente altamente radiactivo de la Zona de Exclusión de Chernóbil, parecen resistir completamente a los daños causados por la radiación, según un reciente estudio publicado en las Actas de la Academia Nacional de Ciencias.

A diferencia de lo que cabría esperar en un lugar tan peligroso, los nematodos recolectados en este sitio no presentan signos de daño en sus genomas. Este hallazgo no implica que la zona sea segura, sino que los gusanos han demostrado ser resistentes y adaptables a condiciones que podrían resultar inhóspitas para otras especies.

Según un equipo de biólogos, este fenómeno podría proporcionar ideas valiosas sobre los mecanismos de reparación del ADN. En el futuro, estos mecanismos podrían adaptarse para su uso en medicina humana. Desde la explosión del reactor en la central nuclear de Chernóbil en abril de 1986, el área circundante y la ciudad cercana de Pripyat, en Ucrania, han estado estrictamente prohibidas para cualquier persona sin la aprobación gubernamental.

Los materiales radiactivos presentes en el medio ambiente exponen a los organismos a niveles extremadamente peligrosos de radiación ionizante, aumentando significativamente el riesgo de mutaciones, cáncer e incluso la muerte.

Animales «radiactivos»

Pasarán miles de años antes de que “Chornobyl”, como se escribe en ucraniano, vuelva a ser seguro para la habitabilidad humana. En consecuencia, la mayoría de nosotros lo sabemos y nos mantenemos alejados del lugar. Sin embargo, los animales no saben esto y desde entonces, la zona de exclusión se ha convertido en un extraño santuario de “animales radiactivos” que abarca 2.600 kilómetros cuadrados.

Las pruebas con animales que viven en la región han revelado claras diferencias genéticas en comparación con los animales que no habitan allí. A pesar de esto, todavía hay mucho que desconocemos sobre los efectos del desastre en los ecosistemas locales.

Los investigadores afirman que Chernóbil fue una tragedia de escala incomprensible, ¿el cambio repentino seleccionó especies o individuos que fueron naturalmente más resistentes a la radiación? Esta pregunta sigue sin respuesta, pero podría ofrecer valiosas perspectivas para futuros avances en la medicina humana.

Una forma esclarecedora de abordar esta cuestión es mediante la observación de los nematodos, gusanos microscópicos que habitan en una variedad de hábitats, incluyendo los cuerpos de otros organismos. Estos nematodos han demostrado ser notablemente resistentes. En varios casos, han revivido después de estar congelados en el permafrost, capa de suelo congelado por al menos dos años.

Los nematodos poseen genomas simples y viven vidas relativamente cortas, lo que permite estudiar varias generaciones en un breve período de tiempo. Por esta razón, se han convertido en excelentes organismos modelo para investigar diversos aspectos, desde el desarrollo biológico hasta la reparación del ADN y la respuesta a las toxinas.

Hallazgos

En el contexto de Chernóbil, los científicos llevaron a cabo excavaciones para encontrar nematodos de la especie Oschieus tipulae, que normalmente habita en el suelo. Recolectaron cientos de estos gusanos de frutas, hojarasca y suelo dentro de la zona de exclusión.

Utilizaron contadores Geiger para medir la radiación ambiental y se protegieron con trajes contra el polvo radiactivo. Los investigadores reprodujeron más de 200 de estos gusanos en un laboratorio. Luego, seleccionaron 15 especímenes de O. tipulae para llevar a cabo la secuenciación del genoma.

Los genomas secuenciados de los gusanos de Chernóbil se compararon con los genomas de cinco especímenes de O. tipulae provenientes de diferentes partes del mundo como Australia, Filipinas, EE. UU., Alemania y Mauricio. Los gusanos de Chernóbil mostraron una mayor similitud genética entre sí que con los otros gusanos. Esta similitud genética también se correlacionó con la distancia geográfica entre las muestras de 20 cepas analizadas.

El equipo de investigadores examinó minuciosamente el genoma de estos gusanos y no halló reordenamientos cromosómicos a gran escala, que normalmente se esperarían en un entorno mutagénico. Además, no se encontró una correlación significativa entre la tasa de mutación de los gusanos y la intensidad de la radiación ambiental en el lugar de origen de cada gusano. A pesar del entorno radiactivo, no se encontraron señales evidentes de daño en el ADN de los gusanos de Chernóbil.

Finalmente, se llevaron a cabo pruebas en los descendientes de las 20 cepas de gusanos para determinar su tolerancia al daño en el ADN. Aunque cada linaje mostró un nivel de tolerancia diferente, no se encontró correlación con la radiación ambiental a la que estuvieron expuestos sus antepasados.

El equipo de investigadores concluyó que no hay evidencia de impacto genético del entorno en los genomas de O. tipulae. Sin embargo, este hallazgo podría ayudar a los científicos a comprender por qué algunos seres humanos son más susceptibles al cáncer que otros. Reflexionar sobre cómo las personas responden de manera diferente a los agentes que dañan el ADN en el medio ambiente, nos proporcionará una visión más clara de nuestros factores de riesgo y una posible cura ante enfermedades mutagénicas.

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