La selva del Darién no es un lugar para niños
Credit: OIM-Gema Cortés

En los cuatro primeros meses de 2024, cruzaron el tapón del Darién más de 30.000 niños y niñas, lo que supone un aumento de 40% por en comparación con el mismo período del año pasado, según un reporte de Unicef.

Con base en las tendencias observadas en esos meses y el contexto regional, el organismo calcula que en 2024 podrían cruzar la selva 160.000 personas menores de 18 años.

Un asunto que nos incumbe directamente porque sabemos que buena parte de ellos son venezolanos. Constatación que se vuelve más que preocupante al saber que los migrantes que cruzan la selva están expuestos a todo tipo de violencia y peligros por las condiciones naturales. Migrar a los países vecinos se ha convertido en una riesgosa apuesta para miles de compatriotas independientemente de su edad, experiencia y formación profesional.

De 30.000 casos reportados, 2.000 corresponde a niños o adolescentes que viajan sin la compañía de sus representantes. Cifra que triplica la obtenida para el mismo período del año pasado. Esta condición aumenta exponencialmente los factores de peligro a los que están expuestos.

El Sistema de las Naciones Unidas alertaba para finales de 2019 sobre la existencia de 1,1 millones de niños y adolescentes salidos de Venezuela en situación de riesgo, con necesidades de atención y protección en los países de la región a los que ha llegado el mayor flujo migratorio

Riesgos que acechan a los niños y adolescentes migrantes 

La migración es un derecho y como tal debe ser reconocida y no estigmatizada; pero cuando no se programa, es forzada y si no se toman las medidas de protección requeridas, los riesgos son muchos: 

.- Falta de documentación completa y/o actualizada, aumenta exponencialmente la vulneración y los peligros.

.- Violencia de todo tipo, especialmente a las niñas y adolescentes que clandestinamente cruzan por las trochas. 

.- Explotación laboral, sexual, trata y uniones tempranas. 

.- Reclutamiento por grupos delictivos o irregulares. 

.- Deterioro de las condiciones de alimentación y salud preexistentes por el impacto de la Emergencia Humanitaria Compleja en el país, no contar con el esquema de inmunizaciones. 

.- Desarraigo, discriminación, xenofobia.  

.- Imposibilidad de acceder a un nivel de vida adecuado. 

Son nuestros niños y nos tiene que doler.

Esperando respuestas

La realidad de la niñez migrante y sus familias está requiriendo de la toma de medidas conjuntas a nivel regional, para abordar una problemática que no sólo nos pertenece a los venezolanos, sino que hoy es de todo el continente. Ningún país hoy puede por sí solo responder a la complejidad de este fenómeno, por lo que son necesarios todos los esfuerzos precisos para que los derechos de los niños, niñas y adolescentes sean respetados independientemente de la ubicación geográfica en la que se encuentren.

Desde el punto de vista jurídico y de derecho internacional, resulta prioritario integrar el Derecho de la Niñez y el Derecho de Migrantes como un cuerpo jurídico que permita ofrecer mayores garantías de protección a la niñez y adolescencia migrante.

El Estado venezolano tiene la responsabilidad de dar respuestas a las causas de la migración y los efectos que esta produce en la niñez y sus familias. Nuestra apuesta es a exigir que se cumpla lo establecido en la Convención Sobre los Derechos del Niño y la Ley Orgánica para la Protección del Niño, Niña y Adolescente (LOPNNA) y que la situación de los niños lejos de volverse una bandera política para hacer propaganda, sea comprendida para ofrecer respuestas capaces de promover su desarrollo.

“La selva del Darién no es un lugar para los niños. Muchos niños, niñas y adolescentes han muerto en este arduo y peligroso viaje. Hay mujeres que dan a luz en el camino y traen al mundo nuevas vidas en las circunstancias más complicadas. Muchas de las personas que sobreviven al viaje llegan enfermas, hambrientas y deshidratadas, muchas veces con heridas o infecciones y necesitan ayuda urgentemente”, señala el director ejecutivo adjunto de Unicef, Ted Chaiban.

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Las opiniones expresadas en esta sección son de entera responsabilidad de sus autores.

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