Mecanismos de censura en la televisión venezolana

Este artículo fue publicado originalmente el 24 de mayo de 2023.

En la comunicación es certera la consigna que dice «más vale una imagen que mil palabras», bien sea fotos, videos o la transmisión en directo por televisión. Su resultado persuasivo repercute de inmediato en el receptor. Su poder se deriva de su importancia para conferirle más peso a lo que se dice.

En esa especie de País Portátil, como el nombre del ensayo de Adriano González León, que llevamos en la mente los que hemos emigrado, hay programas televisivos que nos enamoraron por su fuerza argumentativa, su sapiencia, o por el prestigio de sus conductores, como Valores Humanos con Arturo Uslar Pietri o Primer Plano por las entrevistas a personajes importantes y preguntas de interés.

También hay espacio para aquellos programas que celebraron el aspecto cultural latinoamericano como las telenovelas entre las que destaca La señora de Cárdenas, producto del ingenio de José Ignacio Cabrujas, y otros de variado talante como Radio Rochela, que se convirtió en un espacio para las risas, y el Miss Venezuela, de orgullo nacional por el éxito de las reinas de belleza, ambos con gran sintonía.

Pero, cuando el cambio radical se impuso, surgió la retórica demoledora de Hugo Chávez en Aló Presidente. Era un orador hábil capaz de atrapar a sus fervientes seguidores. Los estudiosos empezaron a asombrarse por su destreza para invocar el mito del héroe acendrado en la historia patria. Así terminó confiriéndole a la revolución el apellido de “bolivariana” y controló con fuerza el ejercicio político por casi 15 años. Chávez Candanga, pues.

El tema central de esas extensas cadenas era la revolución y su consolidación. En su estrategia, el opositor era un enemigo a sacar del juego político. Atacaba, demoledoramente, al imperio, a la aristocracia y a empresarios locales. Inauguró el método de echarle la culpa al contrincante con las cadenas constantes para adoctrinar.

En el marco de este enfrentamiento político, la oposición y el régimen increíblemente coincidieron en el rechazo al pasado, a los periodos precedentes, lo que se llevó por los cachos a Carlos Andrés Pérez y a la expresión del pacto de Punto Fijo, establecido en 1958 después de la caída de Marcos Pérez Jiménez.

El pacto de Punto Fijo fue suscrito por COPEI, AD y URD, con el aval de personajes relevantes en esa época como Rómulo Betancourt y Rafael Caldera. De ahí la crítica a la “guanaba” por el blanco y el verde característicos de AD y Copei. Los cuestionamientos contra esos “vividores corruptos” fueron estimulados por algunos medios sin que pudieran imaginar lo que venía. Esa desubicación continúa hasta hoy, algunos opositores desprestigian a miembros de la oposición en la palestra pública, jugando a favor del adversario real.

Desde entonces, el chavismo se percató del poder de la imagen y de la TV para imponer su propaganda. La información prácticamente no existe como expresión de los derechos ciudadanos, predomina la desinformación y la manipulación política.

Mecanismos de censura

La TV ha sido capturada por la hegemonía comunicacional impuesta por el régimen.  Desmantelaron a televisoras tradicionales, con buena sintonía, como RCTV que confería cierta importancia a la información, negándole la renovación de su licencia en 2007.

También destaca la eliminación de la popular televisora por cable DirecTV, procedimiento similar que se aplicó a otros servicios internacionales. Según Espacio Público, en el convulso período de 2007 a 2017 salieron 8 televisoras del espectro nacional más las internacionales como NTN24 o CNN en español, para imponer las convenientes como Telesur.

La consecuencia de estos métodos ha resultado en un acomodaticio y “cuidadoso” manejo de las empresas para evitar confrontaciones con el gobierno. Es decir, los canales de la TV se autocensuraron para no salir de circulación, acabando así con el derecho del pueblo a recibir información veraz, con el derecho a la libertad de expresión y el periodismo independiente.

Para seguir ganando terreno y control, el oficialismo creó el Sistema Bolivariano de Comunicación e Información de medios estatales, entre ellos varios televisivos. Con el Mazo Dando, La Hojilla y Zurda Konducta destacan en la programación de VTV, el canal 8, los títulos señalan su orientación.

Hay un dato relevante del entonces corresponsal de la BBC mundo, Juan Paullier, que concluyó que en el canal del Estado, que debe ser de “todos los venezolanos”, no existía la conflictiva situación política y económica del país. El periodista hizo el experimento de sintonizar VTV a diario, en distintos periodos, durante los gobiernos de Chávez y Maduro.

Es obvio que el enfoque antiperiodístico de VTV está vigente; las protestas, la escasez, la crisis humanitaria y la inmigración no existen.  Pero sí aparece, con bombos y platillos, la supuesta campaña anticorrupción. El pueblo hambriento y sin servicios no parece creerse este cuento.

El otro asunto a destacar es la escasa transparencia acerca de quiénes son los propietarios de las emisoras que “sobreviven” acomodándose a la censura. No está claro y se entiende que ahora se trata de un negocio en el que interesan las ganancias y no los derechos de los ciudadanos.

El triángulo perseguido en la planificación política del chavismo que incluye medios, militares y petróleo se ha venido consolidando con los medios controlados y los militares “enchufados”. No obstante, el mérito de Nicolás Maduro, quien aspira a un tercer mandato, es que destruyó el renglón petróleo con una inmensa corrupción que intenta ahora blanquear. Todo esto porque los profesionales preparados salieron con el brutal pitazo del fallecido presidente.

Mataron a la gallina de los huevos de oro por ignorancia y corrupción, lo que se tradujo en una emergencia humanitaria compleja que pasará a la historia como un ejemplo de  desgobierno que expulsa a sus ciudadanos.

Como el ingenio comunicacional venezolano es meritorio y heroico, recordamos con inmenso orgullo la impactante imagen de El Bus TV que hay que ver. Jóvenes comunicadores suben a los autobuses con una imitación de pantalla televisiva y narran, a los sorprendidos pasajeros, verdaderas noticias nacionales que pueden generar represalias. Un ejemplo valioso de que, con tanta voluntad, no todo está perdido, tal como sentimos al leer las páginas digitales del periodismo independiente.

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