Carlos Maslatón, un influencer de Buenos Aires en Argentina, publicó un tuit acerca de un gol de Brasil a Serbia durante el Mundial y se refirió a este último país como “Yugoslavia”, al principio pensé que había sido un error voluntario pero siguió tuiteando reincidiendo en el error; obviamente, al tener numerosas reacciones en esta red social, se dedicó a seguir provocando para aprovechar la ventana comunicacional que un evento de esta naturaleza brinda. Influir a toda costa, parece ser el lema de la actualidad, aunque signifique escribir cualquier disparate o locura.
Qatar era un país absolutamente desconocido en Occidente. Si acaso alguna referencia por su producción petrolera y últimamente, por sus inversiones en equipos de fútbol en ligas europeas. Con la organización de este Mundial -aún con los problemas que ha significado en términos logísticos y modificaciones al formato tradicional, amén del tema derechos humanos y colectivos minoritarios que no tienen espacio actualmente en la “cultura oficial” catarí- se está generando un posicionamiento y por ende, algo de influencia, de este pequeño Estado ubicado en el oeste de Asia.
Si bien “París vale una misa” ¿Cuánto podrá valer un Mundial? La cantidad de espectadores televisivos y de las redes digitales se cuentan por miles de millones. Una buena parte del planeta está pendiente de este evento, incluso por encima de los Juegos Olímpicos. Los días en los que transcurre la cita mundialista se convierten en un bombardeo publicitario de las grandes marcas globales hacia los consumidores deseosos que todo se relacione con el fútbol y las estrellas que lo practican. La influencia que tiene la FIFA a partir de la organización de un Mundial, solo se puede comparar con el consejo de Seguridad de la Organización de Naciones Unidas.
Geopolíticamente, la FIFA tiene una influencia extraordinaria capaz de darle “legitimidad internacional” a cualquier Estado o territorio que pretenda serlo. Veamos el caso de Kosovo, una República que se declaró independiente de Serbia en 2007 y ha sido una de las últimas repercusiones geopolíticas de la guerra de los Balcanes y de la antigua Yugoslavia. Aunque hasta ahora ha sido reconocido como Estado soberano por 97 de los 193 países miembros de la ONU, la decisión de la FIFA ha incrementado la influencia de Kosovo para alcanzar reconocimiento mundial.
El fútbol ha venido ganando espacios globales desde hace mucho. Por algo le llaman “el deporte rey”. Qatar ha sido la guinda del pastel. Anteriormente, Europa y América concentraban la organización de mundiales. Se apostó ya por Corea y Japón en 2002, Sudáfrica en 2010 y ahora Qatar en 2022. Un cambio que apunta a la consolidación de este deporte y al flujo de movimiento de capitales que esto conlleva, amén de las conexiones políticas asociadas a la interrelación de la FIFA con las uniones de federaciones continentales (UEFA en Europa, CONMEBOL en Suramérica, CONCACAF en Centroamérica y Norteamérica, OFC en Oceanía, CAF en Africa y AFC en Asia) con campeonatos locales que son máquinas de espectadores y negocios; una industria que vuela muy alto en influencia global.
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Las opiniones expresadas en esta sección son de entera responsabilidad de sus autores.
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Carlos Maslatón, un influencer de Buenos Aires en Argentina, publicó un tuit acerca de un gol de Brasil a Serbia durante el Mundial y se refirió a este último país como “Yugoslavia”, al principio pensé que había sido un error voluntario pero siguió tuiteando reincidiendo en el error; obviamente, al tener numerosas reacciones en esta red social, se dedicó a seguir provocando para aprovechar la ventana comunicacional que un evento de esta naturaleza brinda. Influir a toda costa, parece ser el lema de la actualidad, aunque signifique escribir cualquier disparate o locura.
Qatar era un país absolutamente desconocido en Occidente. Si acaso alguna referencia por su producción petrolera y últimamente, por sus inversiones en equipos de fútbol en ligas europeas. Con la organización de este Mundial -aún con los problemas que ha significado en términos logísticos y modificaciones al formato tradicional, amén del tema derechos humanos y colectivos minoritarios que no tienen espacio actualmente en la “cultura oficial” catarí- se está generando un posicionamiento y por ende, algo de influencia, de este pequeño Estado ubicado en el oeste de Asia.
Si bien “París vale una misa” ¿Cuánto podrá valer un Mundial? La cantidad de espectadores televisivos y de las redes digitales se cuentan por miles de millones. Una buena parte del planeta está pendiente de este evento, incluso por encima de los Juegos Olímpicos. Los días en los que transcurre la cita mundialista se convierten en un bombardeo publicitario de las grandes marcas globales hacia los consumidores deseosos que todo se relacione con el fútbol y las estrellas que lo practican. La influencia que tiene la FIFA a partir de la organización de un Mundial, solo se puede comparar con el consejo de Seguridad de la Organización de Naciones Unidas.
Geopolíticamente, la FIFA tiene una influencia extraordinaria capaz de darle “legitimidad internacional” a cualquier Estado o territorio que pretenda serlo. Veamos el caso de Kosovo, una República que se declaró independiente de Serbia en 2007 y ha sido una de las últimas repercusiones geopolíticas de la guerra de los Balcanes y de la antigua Yugoslavia. Aunque hasta ahora ha sido reconocido como Estado soberano por 97 de los 193 países miembros de la ONU, la decisión de la FIFA ha incrementado la influencia de Kosovo para alcanzar reconocimiento mundial.
El fútbol ha venido ganando espacios globales desde hace mucho. Por algo le llaman “el deporte rey”. Qatar ha sido la guinda del pastel. Anteriormente, Europa y América concentraban la organización de mundiales. Se apostó ya por Corea y Japón en 2002, Sudáfrica en 2010 y ahora Qatar en 2022. Un cambio que apunta a la consolidación de este deporte y al flujo de movimiento de capitales que esto conlleva, amén de las conexiones políticas asociadas a la interrelación de la FIFA con las uniones de federaciones continentales (UEFA en Europa, CONMEBOL en Suramérica, CONCACAF en Centroamérica y Norteamérica, OFC en Oceanía, CAF en Africa y AFC en Asia) con campeonatos locales que son máquinas de espectadores y negocios; una industria que vuela muy alto en influencia global.
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