Las tragedias y malas noticias que afectan a niños, niñas y adolescentes se han multiplicado en las últimas semanas. Deslaves, inundaciones, accidentes por las emergencias de las lluvias con consecuencias fatales, infanticidios, casos múltiples de abuso sexual, un adolescente que se suicida presuntamente por ser acosado escolarmente y la fatídica muerte de un niño en un colegio son algunos de los casos que se han ido registrando en los últimos días.
En todos estos hechos hay niños y adolescentes vinculados por ser familiares, vecinos, compañeros de clases o por recibir la información a través de algún medio de comunicación o red social.
¿Debemos hablar con los niños sobre las malas noticias? Si no lo hacemos nosotros es muy probable que se enteren por otros niños o medios y queden expuestos a información inconveniente.
La Academia Americana de Pediatría (AAP) nos da algunas orientaciones:
En tiempos de redes sociales:
Señales de alerta
Estos pueden ser indicadores de que algo está ocurriendo y debemos esforzarnos en observar, conversar, indagar y buscar apoyo profesional en caso de ser necesario. La sucesión de hechos trágicos es difícil de procesar incluso para los adultos.
Encontrar el equilibrio. Es entendible que busquemos preservar a nuestros niños no hablando de estos hechos; pero no lo podemos tener “encerrados en una campana”. Tampoco se trata de sobreexponerlos y no filtrar la información inadecuada.
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En todos estos hechos hay niños y adolescentes vinculados por ser familiares, vecinos, compañeros de clases o por recibir la información a través de algún medio de comunicación o red social.
¿Debemos hablar con los niños sobre las malas noticias? Si no lo hacemos nosotros es muy probable que se enteren por otros niños o medios y queden expuestos a información inconveniente.
La Academia Americana de Pediatría (AAP) nos da algunas orientaciones:
En tiempos de redes sociales:
Señales de alerta
Estos pueden ser indicadores de que algo está ocurriendo y debemos esforzarnos en observar, conversar, indagar y buscar apoyo profesional en caso de ser necesario. La sucesión de hechos trágicos es difícil de procesar incluso para los adultos.
Encontrar el equilibrio. Es entendible que busquemos preservar a nuestros niños no hablando de estos hechos; pero no lo podemos tener “encerrados en una campana”. Tampoco se trata de sobreexponerlos y no filtrar la información inadecuada.