El término “cute aggressions” se refiere al comportamiento agresivo, que suele ser inevitable, al ver algo muy lindo o extremadamente tierno.

En español, la combinación de estas palabras se traduce como agresiones tiernas o lindas y, aunque la combinación suene extraña, es mucho más común de lo que parece. 

Por ejemplo, la necesidad de apretar los cachetes de un bebé o querer abrazar a un cachorro con mucha fuerza es un deseo de cometer una “agresión tierna”. 

Este concepto fue publicado, por primera vez, en el año 2013 en un trabajo de Rebecca Dyer y Oriana Aragón, especialistas en psicología social, titulado Expresiones dimorfas de emoción positiva: muestras de cuidado y agresión en respuesta a estímulos lindos.

En la investigación, Aragón explica que las agresiones lindas también pueden incitar a apretar, aplastar o morder cosas, sin ningún tipo de deseo por generar un daño real. 

El documento también desarrolla la relevancia de las emociones positivas y cómo el ser humano puede sentirse abrumado por ellas; tanto así que tenga la necesidad de romper algo. 

“Es tan lindo que podría comérmelo!”, dicen algunas personas cuando ven algo que les parece demasiado tierno para ser real, sin saber el por qué sienten tal necesidad. 

En Solaz, te contamos cómo funcionan las cute aggressions y por qué son experimentadas por el ser humano. 

¿Qué son las experiencias dimorfas?

Un estudio publicado en 2018, por las investigadoras Katherine K. M. Stavropoulos y Laura A. Alba, utiliza los conceptos desarrollados por Aragón para entender los mecanismos neuronales que motivan a las agresiones tiernas. 

De acuerdo a la publicación, las cute aggression han sido planteadas como un ejemplo de expresiones dimorfas de emociones debido a las contradicciones entre lo que se siente y lo que se expresa. 

“Las expresiones dimorfas se refieren a cuando una persona experimenta una fuerte emoción (alegría o tristeza), pero lo expresa con una emoción opuesta”, dice en el portal web de National Library of Medicine donde está publicada la investigación. 

Cuando una persona llora de felicidad o se ríe en medio de una situación tensa, esto es producto de la expresión dimorfa con la que se intenta moderar la intensidad de lo que siente y recobrar el equilibrio emocional. 

Las cute aggression son relacionadas con este concepto debido a la evidente contradicción entre lo que se siente y el impulso físico que se intenta evitar. 

Una persona puede sentir atracción por algo, creer que es extremadamente tierno o tener el deseo de cuidarlo para que no le pase nada, pero, al mismo tiempo, siente la necesidad de aplastarlo, romperlo, morderlo o arrancarle algo. 

Estas acciones, que suelen clasificarse como negativas, son producto de la cantidad de emociones que puede experimentar un ser humano con una situación en concreto y que pueden ser abrumadoras.

Según las explicaciones de Stavropoulos y Alba, una persona se puede sentir tan abrumada de sentimientos positivos que tendrá el deseo de hacer “algo negativo” para volver en sí. 

Son “acciones negativas”, pero no peligrosas

Si bien abrazar a un cachorro con todas tus fuerzas o apretarle los cachetes a un bebé sin compasión, podría causar un daño real; las cute aggressions no suelen ser peligrosas; solo requieren de autocontrol. 

En un artículo de la escritora Nandini Maharaj, publicado en American Kennel Club, se explica cómo las cute aggressions son impulsos que la mayoría de las personas pueden controlar. 

En el caso específico de los perros, el veterinario Jo Myers, explica que estos impulsos no significan un sentimiento que inmediatamente genera una situación violenta; por lo que “no se puede igualar las situaciones de abuso animal con alguna agresión tierna”. 

Más bien se trata de una situación en la que hay que tomar consciencia de la integridad física y emocional del otro (animal, niño, adulto u objetos, si fuese el caso) para dejar de lado el impulso y recobrar el equilibrio emocional.