Hace 3.000 años, según la Universidad de Oxford, los pueblos celtas celebraban su año nuevo denominado Samhain y que con el paso de los siglos, y muchas modificaciones, hoy conocemos como Halloween.
En ese entonces, se utilizaban máscaras para alejar a las almas en pena que pudiesen estar merodeando por las calles. Pero, en el día de brujas de esta época, cualquier disfraz es posible; solo tiene que ser aterrador.
En Samhain “se creía que los espíritus caminaban por la Tierra mientras viajaban al más allá, junto con otras criaturas, como hadas y demonios”, dice un artículo de National Geographic, que especifica que dicha fiesta servía para despedir al dios del Sol y recibir las noches frías del otoño.
El portal relata que además de las máscaras se ennegrecían las caras para personificar a los muertos y también “muchas culturas permitían a los jóvenes vestirse de mujeres y viceversa”, explica el artículo.
Para evitar que las almas de los difuntos visitaran los lugares en los que solían estar, la página web de El Financiero agrega que “la gente prendía hogueras en las colinas para encender los fuegos durante el invierno y ahuyentar a los espíritus malignos”.
La celebración llegó a Estados Unidos gracias a los inmigrantes irlandeses y, desde entonces, se popularizó por el resto del mundo hasta convertirse en el día festivo no religioso más grande de EE.UU.
Aunque ya no se usan para ahuyentar espíritus malignos, los disfraces siguen siendo tema de conversación entre amantes de los sustos, los fantasmas y el dulce o truco, para celebrar la noche de brujas.
Las fiestas temáticas, las casas embrujadas, los niños comiendo dulces o los originales disfraces son muy diferentes a lo que algún día fue esta festividad.
Cuando el Imperio Romano conquistó los territorios celtas en Europa, Samhain se mezcló con otras fiestas de origen romano y su nombre cambió a la Víspera de Todos los Santos, luego de que el papa Bonifacio IV decretara el 1 de noviembre como el día de Todos los Santos.
All Hallow’s Eve, en inglés, es el verdadero nombre de esta fiesta que comenzó a celebrarse masivamente en 1921, tras el primer desfile de Halloween en Minnesota (Estados Unidos), según National Geographic.
“En 1920, la ciudad empezó a celebrar un desfile y a encender una gran hoguera para conmemorar este día. Algunos historiadores afirman que la celebración podría haber sido un intento de poner fin a las gamberradas de Halloween”, dice el artículo.
Sin embargo, fue gracias al cine y la televisión que esta fiesta se dio a conocer en el resto del mundo, cuando en 1979 se estrenó la película Halloween ambientada en la víspera de Todos los Santos.
Tradiciones como tallar calabazas, pedir dulces, decorar la casa o asustar a los vecinos, son algunas de las prácticas más populares alrededor de esta celebración cada 31 de octubre en Estados Unidos.
De acuerdo a un reporte de Statista, «el 69% de los estadounidenses tiene planeado celebrar Halloween este año y se espera que el consumidor promedio invierta 100,45 dólares en disfraces, dulces, decoraciones y tarjetas de felicitación».
El artículo explica que los disfraces tradicionales, como los de brujas, fantasmas y vampiros, parecen ser los favoritos de los adultos y aunque los niños también eligen a las brujas, las princesas y superhéroes parecen ganarles en popularidad.
Con información de National Geographic
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Hace 3.000 años, según la Universidad de Oxford, los pueblos celtas celebraban su año nuevo denominado Samhain y que con el paso de los siglos, y muchas modificaciones, hoy conocemos como Halloween.
En ese entonces, se utilizaban máscaras para alejar a las almas en pena que pudiesen estar merodeando por las calles. Pero, en el día de brujas de esta época, cualquier disfraz es posible; solo tiene que ser aterrador.
En Samhain “se creía que los espíritus caminaban por la Tierra mientras viajaban al más allá, junto con otras criaturas, como hadas y demonios”, dice un artículo de National Geographic, que especifica que dicha fiesta servía para despedir al dios del Sol y recibir las noches frías del otoño.
El portal relata que además de las máscaras se ennegrecían las caras para personificar a los muertos y también “muchas culturas permitían a los jóvenes vestirse de mujeres y viceversa”, explica el artículo.
Para evitar que las almas de los difuntos visitaran los lugares en los que solían estar, la página web de El Financiero agrega que “la gente prendía hogueras en las colinas para encender los fuegos durante el invierno y ahuyentar a los espíritus malignos”.
La celebración llegó a Estados Unidos gracias a los inmigrantes irlandeses y, desde entonces, se popularizó por el resto del mundo hasta convertirse en el día festivo no religioso más grande de EE.UU.
Aunque ya no se usan para ahuyentar espíritus malignos, los disfraces siguen siendo tema de conversación entre amantes de los sustos, los fantasmas y el dulce o truco, para celebrar la noche de brujas.
Las fiestas temáticas, las casas embrujadas, los niños comiendo dulces o los originales disfraces son muy diferentes a lo que algún día fue esta festividad.
Cuando el Imperio Romano conquistó los territorios celtas en Europa, Samhain se mezcló con otras fiestas de origen romano y su nombre cambió a la Víspera de Todos los Santos, luego de que el papa Bonifacio IV decretara el 1 de noviembre como el día de Todos los Santos.
All Hallow’s Eve, en inglés, es el verdadero nombre de esta fiesta que comenzó a celebrarse masivamente en 1921, tras el primer desfile de Halloween en Minnesota (Estados Unidos), según National Geographic.
“En 1920, la ciudad empezó a celebrar un desfile y a encender una gran hoguera para conmemorar este día. Algunos historiadores afirman que la celebración podría haber sido un intento de poner fin a las gamberradas de Halloween”, dice el artículo.
Sin embargo, fue gracias al cine y la televisión que esta fiesta se dio a conocer en el resto del mundo, cuando en 1979 se estrenó la película Halloween ambientada en la víspera de Todos los Santos.
Tradiciones como tallar calabazas, pedir dulces, decorar la casa o asustar a los vecinos, son algunas de las prácticas más populares alrededor de esta celebración cada 31 de octubre en Estados Unidos.
De acuerdo a un reporte de Statista, «el 69% de los estadounidenses tiene planeado celebrar Halloween este año y se espera que el consumidor promedio invierta 100,45 dólares en disfraces, dulces, decoraciones y tarjetas de felicitación».
El artículo explica que los disfraces tradicionales, como los de brujas, fantasmas y vampiros, parecen ser los favoritos de los adultos y aunque los niños también eligen a las brujas, las princesas y superhéroes parecen ganarles en popularidad.
Con información de National Geographic