Caracas.- El venerable José Gregorio Hernández será elevado a beato de la Iglesia Católica, no solo como el primer hombre y laico en Venezuela, sino también como el primero que encuentra la muerte en un accidente de tránsito.
En los últimos 50 años, según la investigación que se hizo en los portales oficiales de santos y beatos de la Iglesia, no se tiene registro de que alguno haya muerto en un accidente de tránsito o atropellado por un vehículo.
A quienes se les ha llevado la causa de canonización, como es el caso de José Gregorio Hernández, han muerto en olor de santidad, expresión que se refiere a una muerte tranquila, conducida por una causa natural.
Lo más cercano a la forma de muerte del doctor José Gregorio Hernández que se conoce son aquellos quienes por la vía del martirio, en defensa de su fe y por el testimonio de vida, encuentran la muerte, son declarados beatos.
Su vida a cambio de la paz mundial
El 29 de junio, a la 1:30 pm, un amigo del doctor Hernández fue a visitarlo a su casa por el aniversario 31 de su graduación y, al verlo tan contento, le preguntó las razones. «¡Cómo no voy a estarlo», le respondió, «¡Se ha firmado el tratado de paz!, ¡El mundo en paz!, ¿Tiene usted idea de lo que esto significa para mí?».
En eso, el médico se le acercó y le comentó en voz baja: «Voy a confesarle algo: Yo ofrecí mi vida en holocausto por la paz del mundo… Ésta ya se dio, así que ahora solo falta…».
Su muerte
El deceso del médico de los pobres ocurrió por un accidente a sus 54 años, el 29 de junio de 1919, cuando uno de los pocos automóviles de la ciudad ocasionó su caída, y posterior golpe en la cabeza contra una acera, que lo dejó gravemente herido.
Una testigo, identificada como Angelina Páez, aseguró que al momento del impacto, que tuvo lugar a las 2:15 pm, José Gregorio Hernández, exclamó: «¡Virgen santísima!».
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Sin embargo, no murió inmediatamente, el conductor del carro que impactó su humanidad y ocasionó su caída accidental acudió en su auxilio, entonces supo que se trataba del médico que tiempo atrás había salvado a su hermana de la gripe y quien sería padrino de uno de sus hijos. Ese hombre era Fernando Bustamante.
Entre Bustamante y otro vecino de la zona llevaron al doctor al Hospital José María Vargas aún con vida; sin embargo, poco tiempo de haberlo ingresado se enteraron, por información de Tomás García Pompa, capellán de ese centro de salud, que había muerto.
La causa de la muerte fue una fractura en la base del cráneo. El velorio se desarrolló en una sala de la entonces Universidad Central de Venezuela (UCV), destinada a los eventos públicos.
El milagro atribuido a la intercesión de José Gregorio Hernández es también un caso similar al de la causa de su muerte. Yaxury Solorzano también tuvo una fractura de cráneo y de modo extraordinario se curó de forma inmediata, inexplicable e irreversible.
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Miles de caraqueños acudieron a rendir sus respetos al médico, el 30 de junio, día del entierro. Pese a que el cortejo fúnebre partió a las 4:00 pm, no pudo llegar al Cementerio General del Sur sino hasta las 9:00 pm, debido a la gran cantidad de personas que lo acompañaban.
Emotivas palabras
El insigne escritor venezolano, Rómulo Gallegos, quien luego se convirtió en presidente de la República, también le dedicó emotivas palabras al venerable: «No era un muerto a quien se llevaban a enterrar; era un ideal humano que pasaba en triunfo, electrizándonos los corazones. Puede asegurarse que en el pos del féretro del Dr. José Gregorio Hernández todos experimentamos el deseo de ser buenos».
Su colega, no creyente, el doctor Luis Razetti, expresó ante su tumba: «Cuando Hernández muere, no deja tras de sí ni una sola mancha, ni siquiera una sombra en el armiño eucarístico de su obra, que fue excelsa, fecunda, honorable y patriótica, toda llena del más puro candor y de la inquebrantable fe».
Fuentes vinculadas al Vaticano confirman que José Gregorio Hernández es uno de los santos modernos que llegan a ser beato, sin que el momento de su muerte sea en una cama, como consecuencia de una enfermedad o simple vejez.
Las virtudes heróicas de fe, caridad y esperanza que practicó en vida, con Dios y con los hombres, lo hicieron venerable. La fama de santidad ha crecido en los últimos 100 años de generación en generación y hacen de José Gregorio Hernández la expresión más devota de la piedad popular.