Marco Antonio Tonito lleva 13 meses en Santiago de Chile, 7 de ellos trabajando en el Cementerio Parque de Santiago como enterrador. Su dinámica ha cambiado en las últimas semanas desde que inició la pandemia del COVID-19: ahora se protege el doble y teme al contagio del virus luego de ver la muerte tan cerca

Durante las últimas semanas de cuarentena se han disparado los números: los de contagios, los de recuperados, los de fallecidos, los de los días de confinamiento, los países afectados y más. Para Marco Antonio Tonito, venezolano, residenciado en Santiago de Chile, han sido días de trabajo. De mucho trabajo, pues desde septiembre de 2019 labora en el Cementerio Parque de Santiago como enterrador. En conversación con El Pitazo afirmó que la dinámica para él y sus compañeros de labores ha cambiado a raíz de la pandemia del COVID-19: hay más servicios y se deben proteger el doble.

Cuando obtuvo la legalidad en Chile, también consiguió la oportunidad de trabajar como enterrador. “Era un poco más de dinero, más estabilidad, en una empresa que agrupa a varios cementerios y así fue como empecé", dijo. Tiene siete meses allí, pero en las últimas semanas ha visto cómo las causas de muerte son casi las mismas: afecciones respiratorias. El número de servicios también ha aumentado y pasaron de 4 a casi 10 al día.

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Tonito contó que hace de todo un poco: prepara los toldos en el camposanto, excava, exhuma o sepulta. Antes, apenas llegó como migrante, vendió fibras ópticas de Movistar en Chile y estando en Venezuela trabajó en el equipo de protocolo y redes sociales de una institución. Se formó como licenciado en Publicidad y Mercadeo, pero como muchos, la crisis lo empujó a irse hace 13 meses a Chile y las circunstancias lo llevaron al oficio que ejerce hoy en día. Dejó en Venezuela a sus tres hijos de 12, 11 y 4 años, y a su mamá de 75 años, quien padece hipertensión.

Un trabajo muy especial

El día de Marco Antonio Tonito comienza leyendo cuáles son los servicios que le tocan durante la jornada; lee las causas de muerte y cuando ve que alguno de los difuntos falleció por coronavirus, piensa en no exponerse.

¿Que cómo es el protocolo de seguridad para evitar contagiarse de COVID-19 siendo enterrador? Tonito contó que usa doble mascarilla (una de ellas es especial de cobre y bambú que a la vez es antibacterial), un traje blanco completo, dobles guantes desechables, lentes de seguridad y tapabotas, “como los que usan los médicos allá en Venezuela". Refirió que está pendiente de las noticias y que, a diferencia de quienes trabajan con él, sí sabe de la letalidad del virus y que la inconsciencia es, quizás, lo que más daño hace en estos días. “Siento miedo. Claro que siento miedo. Pienso en que no quiero contagiarme. En mi familia. En lo que está pasando en el mundo en general", precisó.


Los cuerpos están en bolsas herméticas y así los ponen en la urna. Las urnas llegan selladas y no se pueden ver. Las carrozas se acercan lo más posible a las fosas; generalmente hay entre tres o cuatro familiares, que se quedan a la distancia

Marco Antonio Tonito, venezolano

Cuando termina la jornada, se cambia y se va a su casa a otro proceso de desinfección: mete en una bolsa la ropa que lleva de la calle para después lavarla; asea con agua caliente la mascarilla especial (la de cobre y bambú); se lava las manos y duerme para, al día siguiente, volver a las labores en el cementerio.

Su familia sabe sobre su trabajo, los riesgos y sacrificios que implica hacer esta labor en un momento global tan complicado. “Mi mamá me dice: ‘Todo el tiempo rezo por ti’. Igualmente lo hace mi hija mayor, la de 12 años", señaló.

Todo cambió

Tonito explica cómo es el proceso de un sepelio en la actualidad y las medidas que toma para evitar el contagio.


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“Son pocas las personas que se atreven a decir que la causa de muerte de su familiar fue por coronavirus, pero todo ha cambiado. Ya se toman las medidas de seguridad para todo. Los cuerpos están en bolsas herméticas y así los ponen en la urna. Las urnas llegan selladas y no se pueden ver. Las carrozas se acercan lo más posible a las fosas; generalmente hay entre tres o cuatro familiares, que se quedan a la distancia, y si el proceso antes era de unos 20 minutos cuando venía un sacerdote, cuando los familiares decían unas palabras, o traían unos mariachis, ahora es más rápido y no llega a los 10 minutos. No se dicen palabras de condolencia y rezan a la distancia. Quizás lo que diferencia a los chilenos de los venezolanos es que tienen un gran respeto por los fallecidos. Siempre están pendientes de sus difuntos, les ponen arreglos, dulces, comida", agregó.

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Tonito contó que los demás enterradores supieron que en Wuhan, la ciudad de China donde se originó el coronavirus, se levantó la cuarentena y ahora se niegan a ponerse los implementos de seguridad. “Hay poca cultura del virus y de lo grave que es. No le dan importancia a protegerse y eso es lo peor. Quizás no lo tienen muy claro, pero la empresa sí y los obliga a que usen todo lo necesario para evitar contagiarse", apuntó.

“La gente se queja de que se tiene que poner los tapabocas. Les molesta. Y entonces yo pienso: ¿Qué va a pasar? ¿En dónde estoy? ¿Esto va a ser peor que Europa? La prevención es lo primero. Hay quienes se quejan porque están encerrados en sus casas, y yo me quejo y me lamento porque no estoy en mi casa con mis hijos y mi mamá. Quédense en sus casas, esto no es juego y es lo mejor que pueden hacer", finalizó.

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