Caracas.- «Mi hija va a morir», fue lo único que pensó Úrsula Fuentes durante las 15 horas en las que recorrió siete hospitales de Caracas junto a su hija de 25 años, quien aparentemente sufría un accidente cerebrovascular (ACV). Eran las 9:00 pm del viernes 5 de abril cuando la joven presentó una emergencia que no fue atendida de manera oportuna en los centros de salud a los que llegó.
Úrsula Fuentes expresa con dolor la impotencia que sintió al enfrentarse a la falta de empatía e indolencia del personal en algunos hospitales de la capital, mismos en los que ella prestó sus servicios como técnico de registro médico durante 22 años.
Al ver las condiciones de su hija y la falta de atención, sintió que sus años de dedicación al sector salud no valió la pena. Rechazó que el personal de vigilancia de un hospital sea el que tenga la potestad de decidir si un paciente ingresa o no a la emergencia. Así como ocurrió con su familiar, quien tiene antecedentes de un accidente cerebrovascular desde hace 13 años.
«Duele ver que después de tantos años trabajando en hospitales, ahora tengo una emergencia y sea un vigilante quien determine si a mí hija la ingresaban o no, viendo que se estaba muriendo», contó Fuentes en entrevista con el equipo de El Pitazo.
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Luego de recorrer siete hospitales y por contactos relacionados con el Ministerio de Salud, lograron ingresar a la paciente al Hospital Vargas de Caracas. En este centro fue atendida por especialistas, pero sin un diagnóstico preciso fue dada de alta sin medicación. A la madre, aún con la certeza de que la joven no se encontraba bien, no le quedó otra opción que irse a casa.
Su hija perdió la visión y no mantenía la estabilidad de su cuerpo. A pesar de esto, los médicos que la atendieron dijeron que no era necesario hospitalizarla y que sus familiares debían llevarla de nuevo al hospital este miércoles 10 de abril, cuatro días después de la emergencia.
15 horas de ruleteo
El primer hospital al que llevaron a la joven fue al Hospital Militar Universitario «Dr. Carlos Arvelo», donde le prestaron los primeros auxilios e hicieron un electroencefalograma. Sin embargo, este centro de salud no contaba con camas disponibles para hospitalizarla, situación que pudo constatar Úrsula Fuentes.
Con una referencia se trasladaron al Hospital General Dr. Jesús Yerena, conocido como Lídice. En este centro de salud ocurrió lo mismo que en el anterior. La próxima opción fue el Hospital Universitario de Caracas, lugar donde recibió el peor trato por parte del personal de seguridad y del médico de guardia.
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«Al llegar a la puerta de emergencia del Hospital Universitario lo primero que me dijo el trabajador de seguridad es que no la bajara del carro y que le presentara el caso para comunicárselo al doctor. Luego salió el especialista y me dijo que no podían dejarla porque no había insumos para atender ese caso y que él no iba a prender el tomógrafo a esa hora cuando era medianoche», relató.
Luego la trasladaron al Hospital Ana Francisca Pérez de León, donde una doctora pudo constatar el estado crítico de salud de la joven. Le recomendó a los familiares no llevarla a casa, sino continuar «tocando puertas en otros hospitales». En este centro tampoco había camas para hospitalización.
Otro de los hospitales visitados fue el Dr. Domingo Luciani, conocido como El Llanito. En este lugar a pesar de recibir buena atención no había disponibilidad de camas, al igual que los anteriores.
Cuando eran las 3:00 am acudieron nuevamente a la emergencia del Hospital Universitario de Caracas, pero le volvieron a indicar que no la iban a ingresar por falta de camas. Por lo tanto, la paciente permaneció a las afueras del hospital hasta las 10:00 AM del sábado cuando accedió al centro de salud, pero no le realizaron la tomografía que requería.
Luego se retiraron del Hospital Universitario de Caracas. En medio de la desesperación y la falta de respuesta consiguieron 88 dólares para realizar la tomografía en un centro privado, además de otros exámenes.
Acudieron al Hospital General Dr. Miguel Pérez Carreño, donde recibió buena atención por parte del personal médico. Sin embargo, tampoco había disponibilidad de cama y no pudieron hospitalizarla, según cuenta la madre de la joven.
Las opciones cada vez eran menos, por lo que tuvieron que contactar a familiares para solicitar ayuda. Finalmente contactaron a una allegada de la ministra de Salud, Magaly Gutiérreez Viña, quien autorizó que la trasladaran de nuevo al Hospital Vargas de Caracas, lugar al que ya había acudido horas antes y también la rechazaron.
«Llegamos al hospital y apareció camilla, silla de ruedas, neurocirujano, neurólogo. Yo no sabía si alegrarme o molestarme porque consiguieron todo para atenderla«, indicó Úrsula Fuentes.
A pesar de ser atendida, continuó la mala disposición y la indiferencia del personal médico. Le solicitaron estudios de laboratorio en un centro privado, recomendado por los mismos doctores.
Sus familiares consiguieron el dinero para realizar los estudios. Posteriormente le suministraron tratamiento para subir los valores de sodio y luego de unas horas fue dada de alta. Sin mayores explicaciones, los médicos le dijeron que la paciente estaba bien y solo le indicaron que debía acudir a consulta a los cuatro días.
Durante las 15 horas de recorrido por hospitales de Caracas gastó 400 dólares entre insumos y estudios médicos.
Un diagnóstico impreciso
Este 10 de abril la señora Fuentes acudió junto a su hija al Hospital Vargas para que los especialistas revisaran el caso. Quedó consternada cuando los médicos le indicaron que su hija tiene un tumor de nacimiento y que, aparentemente, no se trataba de un accidente cerebrovascular.
Los médicos tratantes quedaron en estudiar el caso para determinar cómo proceder. Por el momento se descarta una intervención quirúrgica y solo queda esperar las indicaciones de los especialistas.
La madre de la joven rechaza que no se hayan aplicado los protocolos necesarios para atender a su hija y determinar de manera oportuna si se trataba o no de un accidente cerebrovascular.
Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) indican que ante la sospecha de un ACV en un paciente que llegue a la emergencia de un hospital, debe ser atendido por profesionales de la salud que realicen preguntas acerca de los antecedentes médicos y el momento en que comenzaron los síntomas.
La tomografía cerebral es el estudio que, de manera inmediata, se debe realizar y el mismo mostrará el tipo de accidente cerebrovascular que tuvo. También es posible que la atienda un neurólogo, que trata trastornos cerebrales, o un neurocirujano, que realiza cirugías de cerebro.
En el caso de la paciente de 25 años de edad, no se cumplieron todos los protocolos. Esto complicó más su situación, a criterio de la madre. Solo recibió la atención del neurólogo y neurocirujano.