Caracas.- El centro de atención pediátrica más importante del país sigue con la operatividad reducida. La escasez de suministros tan básicos como yelcos o medicamentos esenciales hacen que el Hospital de Niños José Manuel de los Ríos apenas pueda mantenerse en funcionamiento para los casos recibidos antes de la pandemia. Para el resto, incluidos los infectados por COVID-19, los familiares deben consignar una lista de requerimientos para acceder a tratamiento.
A propósito del Día de los Santos Inocentes, un grupo de trabajadores protestó frente al edificio. En la manifestación, que se prolongó por más de una hora hasta el mediodía de este lunes 28 de diciembre, enfermeras, médicos y obreros enumeraron las carencias con las que ejercieron sus oficios en todo 2020. Señalaron que ni por la contingencia se garantizó una dotación regular de suministros básicos para atención en servicios como emergencia y medicina interna.
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«En abril empezamos a recibir casos de coronavirus y trajeron medicinas. Eso no alcanzó ni para un mes. O sea, ni por la pandemia mejoró la situación. Este año, lo único que cambió es que se recibieron menos pacientes, pero ni por eso se dejaron de ver las carencias. La dotación aquí debe ser regular, en cantidad suficiente y constante. Los niños que vienen al J. M. de los Ríos es porque no tienen acceso a ninguna otra forma de atención privada. Por eso la escasez es una violación a sus derechos», señaló Laura Domínguez, camarera del centro de salud.
Sequía y orfandad
Las limitaciones para la prestación de servicios de salud en el J. M. de los Ríos abarcan todos los aspectos de funcionamiento de una edificación de su tipo. Como se evidenció durante el apagón masivo que afectó a 21 estados en 2019, el establecimiento no posee un sistema de respuesta a las contingencias para mantener la operatividad en situaciones imprevistas. Sin embargo, la escasez de agua es estructural, pues el hospital no cuenta con un sistema de almacenamiento, por lo que dependen de las fechas de abastecimiento de la zona.
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Las fallas en el suministro de agua se han vuelto tan habituales como el cierre técnico de áreas, entre las que destaca el servicio de Cardiología y Hemodinamia, que en enero de 2021 cumplirá dos años sin atender pacientes. Hace una semana repararon una de las bombas que permite el llenado de los tanques. El aparato pasó más de tres meses dañado por falta de repuestos, debido a que aspectos del mantenimiento ya no son parte del presupuesto regular. Solo por eso se pudieron reanudar algunas de las hemodiálisis pendientes.
«Este hospital no es ni la sombra de lo que fue hace 10 años. En esa época ya había problemas, pero se solucionaban más rápido. Las exigencias del hospital van a un ritmo y la respuesta va en otra, más lenta. Cuando no podía el Ministerio de Salud, ayudaba algún instituto autónomo, un ente adscrito o la misma empresa privada. Ahora el país no está en condiciones de eso. Dependemos prácticamente del Estado. Reparar una bomba costó tres meses, eso es algo que no tarda ni media mañana con los repuestos en la mano. A ese estado llegamos», lamentó Misael Velásquez, obrero de mantenimiento.