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En un año el COVID-19 se ha esparcido por todo el mundo causando más de 142,5 millones de infecciones y más de 3 millones de muertes, siendo Estados Unidos, India y Brasil los países más afectados, de acuerdo con la Universidad Johns Hopkins de Estados Unidos.
La pandemia, sin embargo, no ha afectado a todos los países por igual, ya que las acciones y medidas de ciertas naciones han logrado contener la expansión del virus. Este fin de semana destacó el caso de Israel, por ejemplo, donde desde el domingo no es necesario llevar mascarillas al aire libre, pero sí en espacios cerrados.
Los israelíes continúan con una reapertura casi completa tras una veloz vacunación que redujo en gran medida los casos de COVID-19. Han vuelto a una cierta normalidad y rutina parecida a los tiempos previos a la pandemia, reseñó Efe.
Más de 5,3 millones de israelíes -de una población de unos 9 millones de habitantes- han recibido por lo menos una dosis de la vacuna, y en torno al 53% está inoculado con ambas inyecciones.
Hasta este martes, las cifras más recientes evidenciaban que el promedio de siete días de nuevos casos se ubica en 159. El total de contagios detectados es de 837.357 y las muertes se ubican en 6.345.
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Comparar las cifras del manejo de la pandemia por países resulta dificultoso debido a que cada nación emplea criterios distintos para medir la incidencia de la enfermedad. Además, está comprobado que donde realizan más pruebas detectan muchos más casos.
Pero en el ámbito mundial resaltan ciertos países que han logrado hacerle frente a la pandemia. Taiwán, por ejemplo, ha registrado apenas 1.078 casos y 11 muertes pese a estar próximo con China, donde se originó el virus.
En Taiwán nunca decretaron un confinamiento, pero rápidamente las autoridades cerraron sus fronteras. El 20 de enero, antes de que la OMS declarara una emergencia de salud pública, el país asiático creó un Mando Central de Epidemias para hacer frente a la enfermedad; que incluyó la participación de ministerios y agencias estatales con el sector privado.
Al mismo tiempo, Taiwán promovió la realización de pruebas de despistaje y el aislamiento preventivo.
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China se ha convertido en uno de los lugares más seguros del COVID-19, pues ha logrado controlar la enfermedad desde marzo de 2020. Aunque al inicio se salió de control la propagación del virus, incluso a otros países, el gobierno chino tomó medidas extremas de control social que no podrían ser adoptadas por gobiernos democráticos, de acuerdo con un reportaje de The New York Times.
El total de casos reportados por China es de 90.468, mientras que las muertes ascienden hasta 4.636.
En Nueva Zelanda, un país de menos de 5 millones de habitantes, la normalidad volvió desde el 9 de junio del año pasado. Las autoridades aplicaron medidas estrictas para frenar la propagación del COVID-19. Jacinda Ardern, primera ministra de Nueva Zelanda, se mostró confiada el año pasado al considerar que conocen qué hacer ante la pandemia.
El promedio diario de los últimos siete días en el país insular es de 1. El total de casos detectados es 2.597 y las muertes 26 desde el inicio de la pandemia.
Australia destaca por haber logrado aplanar la curva en septiembre de 2020: solo han ocurrido 910 muertes relacionadas con el COVID-19 y 29.559 contagios.
Recientemente Australia y Nueva Zelanda abrieron las fronteras aéreas para vuelos comerciales.
Un caso particular se observa en Vietnam, considerado un régimen, donde el Partido Comunista gobernante cerró las fronteras el 1 de febrero de 2020; y desplegó al Ejército para rastrear y aislar a quienes fueron expuestos al virus.
Vietnam ha registrado 35 muertes y 2.800 contagios, según los datos disponibles.
