Rangún (Birmania).- Al menos nueve manifestantes, incluidos dos menores, fallecieron este miércoles a causa de los disparos de las fuerzas de seguridad para dispersar las protestas contra la junta militar en Birmania (Myanmar), según los testimonios de testigos a EFE y medios locales.
Las víctimas mortales incluyen a cinco manifestantes en la ciudad de Monywa, dos en Mandalay, uno en MyinGyan y otro en Rangún en una nueva jornada sangrienta de protestas en las que han muerto más de una treintena de personas desde el golpe militar del pasado 1 de febrero.
Birmania | Manifestantes retoman protestas en las principales ciudades
Los menores son un adolescente que recibió un tiro en la cabeza en MyanGyan, según indicaron a EFE los equipos de emergencia, así como otra persona de 17 años fallecida, de acuerdo al medio local Monywa Gazette, tras la represión policial en Monywa, ambas ciudades en la zona cenral del país.
Las manifestaciones en rechazo del golpe militar continúan este miércoles a lo largo del país, a pesar de la brutal represión policial, que solo el domingo se cobró la vida de 20 manifestantes, la mayoría a causa de disparos de la Policía.
Además de munición real, las autoridades birmanas volvieron a reprimir hoy las protestas con gases lacrimógenos, balas de goma y granadas aturdidoras. Sin embargo, una vez se calma la situación, los manifestantes regresan una y otra vez a las calles para proseguir con la protesta.
Los manifestantes exigen al Ejército, que gobernó el país con puño de hierro de manera ininterrumpida entre 1962 y 2011, restablecer la democracia, reconocer los resultados de las elecciones de noviembre y la liberación de todos los detenidos por los militares, incluida la líder de facto depuesta, Aung San Suu Kyi.
Los ministros de Exteriores de Filipinas, Indonesia, Malasia y Singapur, condenaron el martes el uso de la fuerza letal por parte de las autoridades birmanas para aplacar el movimiento de oposición pacíficos surgido tras la sublevación.
Los cancilleres, reunidos por videoconferencia durante una sesión informal de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) donde participó el ministro de Exteriores nombrado por la junta militar birmana, Wunna Maung Lwin, reclamaron al Ejército buscar una solución dialogada a la crisis política y la liberación de los detenidos.
El Ejército birmano justificó la toma de poder por un supuesto fraude electoral en los comicios de noviembre, donde observadores internacionales no detectaron ningún amaño y en los que arrasó la Liga Nacional para la Democracia, el partido liderado por Suu Kyi, como ya hiciera en 2015.