San Cristóbal.- El mal estado de la infraestructura escolar en el estado Táchira preocupa a los gremios de docentes en la entidad, pues más de 70% tienen problemas de iluminación, en materia de servicios públicos y presentan filtraciones, que afectan las vías respiratorias de educadores y alumnos.
La presidenta del Colegio de Licenciados en la entidad, Gladys Chacón, manifestó que cada vez que culmina un año escolar las infraestructuras están más feas, deterioradas; y con insuficiencias de ventilación, iluminación, humedad, baños, ni pintura en sus paredes. Denunció que en San Cristóbal están en peores condiciones los liceos bolivarianos Simón Bolívar, Pedro María Morantes, Francisco Alvarado y Gonzalo Méndez, los cuales fueron proyecto bandera hace cuatro años del Estado venezolano en materia de reparaciones. Sin embargo, a la fecha están más deteriorados.
“Hace cuatro años fueron proyecto bandera del Estado venezolano. Iban a invertir dinero para restaurarlos, a la fecha no ha ocurrido, sino todo lo contrario. Están desmejoradas totalmente para el desenvolvimiento educativo. Hace 15 días fui al liceo Simón Bolívar, da tristeza ver en lo que lo convirtieron”, expresó Chacón.
Indicó que para paliar la situación, el poder central le quiere endosar a los padres y docentes esa responsabilidad con la “gotita de amor para recuperar tu institución”, siendo que la Constitución obliga a tener un presupuesto para que la educación sea eficiente y gratuita.
A Chacón le preocupa que esta situación y los bajos salarios de los docentes han influido también en la deserción escolar. “Si el año pasado tuvimos una diáspora de 30% de docentes y estudiantes, este año se estima que es más de 25% que se fueron al culminar el año escolar. El salario que devenga un docente es totalmente insuficiente para satisfacer las necesidades básicas. Si lo llevamos al sistema de transporte, pagamos Bs. 2.000 bolívares diarios por cada pasaje, son dos pasajes y suman Bs. 4.000. Si lo multiplica por los días hábiles para ir a trabajar, los docentes pagan por ir a laborar porque el monto supera el sueldo mínimo, son casi Bs. 70.000. No le queda para alimento, salud, vestido y familia”, agregó.
En lo que se refiere al plan Chamba Juvenil, maneja información de que en Táchira serán incorporados 164 jóvenes a dar clases sin tener la formación académica necesaria. Considera que esto puede tener una intención de ideologización. “Si se están yendo tantos alumnos y tantos docentes, no entiendo cuál es lo incisivo del gobierno queriendo meter más muchachos cuando la matrícula está tan baja”.
“No hay recursos para reparaciones”
Sobre la infraestructura escolar, el director de Educación de la gobernación del Táchira, Enrique Noguera, manifestó que cuentan con 372 escuelas regionales, las cuales presentan debilidades porque no cuentan con dinero suficiente para las reparaciones. De ellas, unas 15 se encuentran en esta crítico, sin servicio eléctrico ni agua; y han sufrido derrumbes por lluvias.
Indicó que a través del Instituto Tachirense de Edificaciones e Instalaciones Educativas –Inteduca- han realizado reparaciones menores como pintura y de algunas filtraciones; pero es por medio de un enlace que lograron con la Unicef que esperan alcanzar una atención más completa.
Precisó que los planteles con más deserción escolar es porque no cuentan con el Programa de Alimentación Escolar –PAE-, por lo que desde el ejecutivo regional están haciendo los trámites necesarios para poder ofrecerles alimentación a los estudiantes.
Noguera informó que a cuatro días del inicio del año escolar, ha completado un 70% de la matrícula escolar, por lo que invitó a quienes se han alejado de las escuelas a incorporarse, porque no hay listas escolares ni obligatoriedad de uniformes, así como tampoco cobro de matrícula. También garantizó la atención con docentes académicamente preparados y con carrera universitaria.
Buscan alternativas
En Táchira, por ser un estado de frontera, muchos docentes se han ido a trabajar a la ciudad de Cúcuta y a Pamplona, en busca de alternativas para mantener a su familia. Otros cumplen con sus horarios en escuelas, colegios o liceos y complementan con otros trabajos, por lo general con ventas ambulantes.
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Gustavo Velasco, secretario general del Colegio de Licenciados, indicó que a Colombia viaja un importante número de docentes a dar clase los fines de semana o a trabajar en el comercio informal, para no depender del salario mínimo. “En educación media también hay muchachos que llegan tarde o no llegan, porque deben buscar ingresos para comer”, dijo.
Catherine Giuustiniani, docente del Liceo Simón Bolívar en San Cristóbal, afirmó que hay incertidumbre respecto al próximo año escolar porque no están dadas las condiciones desde el punto de vista estructural ni académico. “A parte de la preocupación de cómo haremos para llegar a nuestro lugar de trabajo. Tengo compañeros de trabajo que viven en otros municipios; y para llegar es una pesadilla, son dos pasajes urbanos y dos extraurbanos. Eso da más de lo que ganamos en un mes”, expresó.
Wendy Antolynes, docente de la Escuela Técnica Industrial (ETI), afirmó que continuar trabajando la educación es Venezuela es un tema de vocación, pues el salario no les rinde ni para comprar un cartón de huevos.
“No he pensado en retirarme, uno trata de seguir luchando. El docente siempre anda buscando dónde conseguir ayudarse para su hogar, porque con el sueldo básico no sobrevivimos. Nos toca ayudarnos con repostería o con ventas para sobrevivir”, destacó.
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