Dos historias de abuso policial se registraron en la autopista de los Llanos

En una semana, dos usuarios de Twitter han contado dos hechos de violencia institucional ocurridas en alcabalas de la vía Acarigua-Guanare. Una de las víctimas es una anciana de 82 años. Su nieta contó el humillante episodio a El Pitazo

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Foto: archivo

Acarigua.– En la semana que va del 5 al 12 de julio, dos historias publicadas en redes sociales le han puesto rostro a la violencia institucional en Venezuela. 

El domingo 5 de julio, un joven identificado con el usuario @lunes, contó en Twitter que sufrió abusos de uniformados de la Guardia Nacional en una alcabala cuando viajaba de Guanare a Barquisimeto, y la periodista Gabriela Rojas, a través de la misma red social, dio cuenta, este sábado 11, del episodio que vivió su abuela con efectivos de la Policía Nacional Bolivariana (PNB), en un viaje desde Caracas a Mérida. Todo sucedió entre Acarigua y Guanare por la autopista de Los Llanos José Antonio Páez.

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«Viajando me detuvieron, me bajaron, me desvistieron frente a todo el mundo, me revisaron hasta el alma: el teléfono, los chat de WhatsApp, galería de fotos, todo. Me humillaron«, resumió @lunes, detallando en un hilo de Twitter lo vivido frente a los efectivos castrenses.

«Fue una violación»

A este joven, que abordó una unidad de transporte público en Guanare, e iba con destino a la ciudad de Barquisimeto, en el estado Lara, no solo lo amenazaron con «sembrarlo», también lo despojaron de unos dólares que llevaba y, además, lo estigmatizaron por su apariencia. Fue al único de los pasajeros al que, durante la revisión, no le devolvieron la cédula de identidad y lo hicieron bajar de una unidad de una forma discriminatoria y revictimizándolo.

«Todo sucedió entre Guanare y Acarigua. Venía de Guanare con destino a Barquisimeto. Fue una alcabala regional. Detuvieron el autobús y pidieron cédula a todos, luego las devolvieron todas excepto la mía. Y un ‘paco’ -funcionario- se subió y dijo ‘tú, el de pelo morado, por favor baja del vehículo», contó el mismo domingo, en su cuenta @lunes. «¿A tí nunca te han sembrado?», fue la frase de uno de los uniformados, cuando el muchacho se defendió diciendo que habría problemas si le quitaban los 60 dólares que llevaba, producto del pago por un trabajo.

En los planes de @lunes, el dinero ya estaba destinado para ser gastados en su fiesta de cumpleaños, que sería el viernes 10 de julio. La excusa del militar para quitárselos fue que este no podía transitar con esa cantidad  tan alta. 

Humillada

En la misma vía, municipio Guanare, un hecho similar de abuso policial tuvo que enfrentar una anciana de 82 años de edad, que junto a un joven entre 23 y 25 años contrataron un servicio ejecutivo para viajar desde Caracas a Mérida. Un viaje que debió ser de 10 horas, se convirtió en una odisea de 16 horas, por la cantidad de veces que fueron parados y revisados en las más de 24 alcabalas que se encontraron en los seis estados que deben atravesar para llegar a Mérida desde la capital del país.

La peor parte sucedió en un punto de control  de la PNB instalado en Guanare. La octogenaria narró a su nieta la pesadilla que vivió el viernes, y que la comunicadora ha hecho viral para alertar a las autoridades y llenar de indignación de los usuarios de Twitter. A las ocho de la mañana, la abuela, con el joven y el chofer de auto, partió de Caracas. La familia le había proveído de todo lo necesario para no tener que detenerse en ninguna lado a comer o beber, aún más en tiempos de pandemia.

La cuarentena por el coronavirus obligó a la dama a quedarse cinco meses en Caracas, en casa de sus hijos, hasta donde debió viajar en febrero a firmar la fe de vida, un trámite que no pudo realizar en Mérida. La primera semana de julio logró su propósito. Con todos los trámites exigidos, el respectivo salvoconducto y el resultado de la prueba de descarte del virus emprendió su viaje a Mérida, unos 760 kilómetros de recorrido.

En la alcabala de la PNB en Guanare, los funcionarios hicieron orillar el auto y no solo pidieron los papeles del carro y el salvoconducto de los dos pasajeros, también les pidieron que bajaran. Once puntos de control de la PNB hay dispuestos en Portuguesa, a lo largo de la autopista José Antonio Páez y unos seis de la Guardia Nacional. Aunque las víctimas no especifican el lugar exacto, por parte de la Policía Nacional, las de Guanare se conocen como «Vispero», la Estación Policial «José Gregorio y «JJ Montilla».

Durante 45 minutos, según el relato de la octogenaria a su nieta, cuatro uniformados abrieron cada una de las maletas, las carteras de los pasajeros, así como también las cartucheras y el monedero de la abuela. «Solo llevaba papelitos y oraciones. Mi abuela es muy meticulosa y tiene cartucheras para todo. Llevaba un poco de dinero en efectivo para que tuviera que pagar con tarjeta si le tocaba comprarse algo, pero no era mucho, porque nosotros le habíamos metido todo lo necesario para comer o beber, hasta galletas» contó Rojas a El Pitazo.

Mientras dos funcionarios se llevaron al chofer y al joven a un cuarto para revisarlos, una «femenina» pidió a la abuela a pasar a otro. 
«Allí la miró de arriba a abajo y la mandó a desnudarse. Mi abuela se negó, le preguntó que cómo pretendía que ella se quitaría la ropa ahí, cuando ni siquiera sus hijos, en toda su vida, la habían visto desnuda y como la tipa insistía, mi abuela se sintió tan indignada y humillada que empezó a llorar, explicando que si quería saber qué traía en el sostén, era un pañito para limpiarse», narró la periodista.

Pese al llanto, la anciana se defendió y manifestó que bajo ninguna circunstancia se desnudaría. Los quejidos de la señora fueron escuchados por el chofer que notó que su pasajera lloraba y también empezó a discutir con los demás funcionarios, exigiendo que lo dejaran verla. Que le permitieran a la abuela salir de la habitación.

Como no hubo manera de que obligar a la octogenaria a desvestirse y tras la protesta del chofer y del joven, la dejaron salir, pero los funcionarios se empecinaron en quitarle 20 dólares que el muchacho guardaba en uno de los bolsillos pequeños del pantalón. «Esos 20 dólares que llevas se van a quedar aquí porque tienen COVID-19», dijo uno de los policías, pero el joven se negó a dárselos. Era el único dinero que lo acompañaba.

«Los policías estaban dispuestos a quitarles algo y vieron una cajita que el chofer llevaba de encomienda. La abrieron porque iba sellada y la femenina agarró una pintura de uña y el compañero un perfume. Mi abuela les dijo, dejen eso ahí, y la mujer policía le respondió que eso no era de ella. Mi abuela no se quedó callada y también le contestó ‘tampoco es tuyo», relató vía telefónica Rojas.

La abuela se preparó para meterse en el carro y sacó un envase donde guardaba una torta. Sin pensarlo y sin vergüenza, uno de los funcionarios le pidió un pedazo, «porque se veía buena». «Esa torta es para mis hijos que me están esperando. No te voy a dejar nada ¿nos podemos ir o estamos presos?», dijo la abuela, mientras sus compañeros también se alzaban exigiendo que los dejaran ir. 

Los tres pasajeros pudieron continuar su viaje una hora después. La demora en esa alcabala de Guanare, donde la octogenaria vivió los momentos más humillantes de su vida y las paradas en el resto de los puntos de control de la Guardia Nacional y de la misma PNB, hicieron que todos llegaran a su destino pasadas las 12 de la noche, con la indignación intacta.

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