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jueves, 22 abril, 2021

Bosco: la marca de helados artesanales con sello venezolano que conquista Chile

Lucía García Peláez, una abogada margariteña de 28 años, abrió su propia fábrica de helados artesanales en Santiago de Chile, donde se estableció en 2017. Hoy, Helados Bosco despunta por la calidad, textura y sabores de sus presentaciones libres de preservantes, estabilizantes y saborizantes

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Santiago de Chile. En Santiago de Chile hay una marca de helados artesanales con sello venezolano que acaricia al paladar y despunta por la calidad, textura y sabores de sus presentaciones de 475 mililitros.

Se llama @HeladosBosco y detrás de ese éxito descansa el esfuerzo y dedicación de Lucía Alejandra García Peláez, una abogada de 28 años que llegó a la capital chilena en julio de 2017 y que en el marco de la pandemia de coronavirus decidió arriesgarse a emprender.

«Mi primer trabajo en Chile fue en una panadería, pero solo duré un día porque me ofrecieron un trabajo en un call center de cobranza. Un trabajo que era muy bien pagado, pero bastante estresante y demandante por temas de metas», recuerda García.

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Luego, detalla Lucía, le abrieron las puertas en un spa en el que trabajó como recepcionista y cajera hasta enero del año pasado que nació su primer hijo y al mismo tiempo se inició la crisis sanitaria.

«Y por supuesto, todas las prioridades cambiaron, así fue como iniciamos nuestro emprendimiento. Con el sueño de poder trabajar y ser mamá a tiempo completo sin tener que dejar a mi bebé en una guardería o al cuidado de alguien más», relata la responsable de una fórmula de helados libres de preservantes, estabilizantes y saborizantes.

«Queremos ofrecerte un producto lo más libre de químicos posibles», esboza en uno de los post de la cuenta en la que se promocionan deliciosos helados de oreo, pie de limón, manjar, prestigio y ron con pasas.

Lucía García señala que ha podido trabajar y ser mamá a tiempo completo. Foto cortesía Helados Bosco

«Nunca antes me había dedicado a algo similar. El tema de los helados surgió aquí en Chile, en mi post parto, cuando encontré con mi prima una receta (el helado de oreo), lo hicimos y quedé maravillada con su sabor y cremosidad. Así que empecé a probar distintos sabores creados por mí y así fue como después de varias pruebas establecía un nuevo sabor», detalla García, oriunda de La Asunción, Margarita.

Empezó, relata, vendiéndolos en el edificio donde vive y en un formato sencillo de vasos desechables, sin embargo, al ver el éxito que podía tener decidió cambiar la imagen y buscarle nombre al emprendimiento.

Con su esposo decidió bautizar su empresa como Helados Bosco, en honor al santo de la juventud que, según refiere García, la ha acompañado desde su adolescencia y que en particular siempre motiva a que los jóvenes practiquen algún oficio. «De ahí mi inspiración a emprender y no quedarme de brazos cruzados en esta pandemia. Además que mi bebé nació el 31 de enero, día de San Juan Bosco. Por eso el nombre de mis helados», añade.

@HeladosBosco cuenta con dos plazas o sedes. La más importante queda en Segunda Avenida 1340, San Miguel. Allí se fabrican, venden y distribuyen, y Santa Elena 898, en Santiago, que funciona de manera exclusiva como punto de venta.

Helados Bosco ya tiene dos locales en Santiago de Chile

Actualmente García comparte la responsabilidad de su heladería artesanal con la administración de unos condominios que realiza bajo la modalidad de teletrabajo.

– ¿Cómo valora a los venezolanos migrantes en el mundo y en Chile?

Migrar es de valientes, y sin duda alguna valoro a cada venezolano que migró y sacrifica su tiempo, su vida y sus comodidades, por ayudar e incluso mantener a sus familias sin importar cuánta dificultad encuentren en el camino. Encierro a cada uno en el «Los venezolanos sí son alegres»; «Los Venezolanos son trabajadores»; «Su comida es deliciosa»; «Son muy educados y simpáticos»; y «Son muy familiares», porque en cada una de esas frases está nuestra esencia.

– ¿Qué percibe de ellos?

Para nadie es un secreto que ha habido una ola de migrantes con malas intenciones y que se han inmerso en la delincuencia. Migrantes que aunque causan ruido no nos representan, pero definitivamente, me quedo con el venezolano trabajador, el buen amigo, el de buen corazón y con muchas ganas de aportar a este país con su profesión u ocupación. En pocas palabras: Los buenos somos más.

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– ¿Qué es lo que más le ha sorprendido de sus vivencias en Chile?

Sin dudarlo, mi capacidad de adaptación. Dios me concedió desde el principio vivir en alegría cada etapa de mi migración: empleos difíciles, desempleo, mudanzas, embarazo y dificultad económica, y todo lo he podido tomar con optimismo y puesta en acción.

– ¿Qué mensaje le da a la migración venezolana en Chile y el mundo?

Con Dios todo es posible. Busquen a Dios y podrán ver siempre los frutos. Sigamos dando lo mejor de nosotros con el afán de crecer, pero también de ser felices en el intento. Dios les bendiga a todos.

Por @CronicasDeChile

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