Caracas.- En esta nueva edición de Guayabo, boletín de El Pitazo, la editora y periodista Mireya Tabuas expone la historia de Rubén Martínez, Maiby Moreno y Neikel Javier Aparicio, tres venezolanos profesionales que al emigrar tuvieron que desempeñar trabajos que jamás imaginaron, pero que hoy en día los consideran el impulso que los ayudó a establecerse en sus países de acogida.
Martínez es periodista graduado en la Universidad Central de Venezuela y cuenta cuentos, pero al llegar a España tuvo que hacer de patilla en una frutería, para lo cual utilizó un disfraz que solo dejaba ver sus piernas mientras repartía globos en la calle para atraer clientes. Asegura que nunca lo vio como un fracaso, sino como algo temporal que lo ayudaría en el inicio de su nueva vida.
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Moreno, por su parte, estudió Derecho en la Universidad de Los Andes, y al llegar a Argentina consiguió empleo en un parque de atracciones donde debía limpiar los chicles que se encontraban pegados en las caminerías y en las atracciones. Poco a poco sus jefes notaron su disposición de trabajo y decidieron asignarle otras tareas, como el manejo de los juegos.
Aparicio, a su vez, estudió Periodismo y Filosofía en Maracaibo, Zulia, y al emigrar a Chile comenzó como animador en una tienda y luego a animar bodas, pero esa actividad no duró mucho tiempo y volvió a comenzar la búsqueda de empleo. Así fue como lo contrataron de vigilante nocturno en una funeraria, donde debía quedarse de doce de la noche a ocho de la mañana y limpiar los ataúdes.
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