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jueves, 1 agosto, 2024
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Tía de entrenador de fútbol asesinado en protestas en Venezuela transforma su dolor en esperanza

“Tenemos que seguir hasta el final", dice Paola Vezga, tía del joven entrenador de fútbol, Carlos Porras, asesinado en Guarenas durante una protesta el 29 de julio. Desde Vigo, España, se hace eco de las manifestaciones pacíficas en su país en contra de los resultados de las presidenciales emitidos por el Consejo Nacional Electoral (CNE)

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Caracas. El mundo se desplomó sobre los hombros de Paola Vezga el martes 30 de julio. La noticia del asesinato de su sobrino, Carlos Porras, con quien forjó vínculos muy fuertes más que con otro familiar, ahogó su risa y la sumió en el dolor.

La indignación es la otra cara de la moneda. A pesar de la tormenta emocional que la azota, la venezolana siente una fuerza interior que la impulsa a seguir adelante y, desde Vigo, en España, hacerse eco de las protestas en su país en contra de los resultados de las presidenciales emitidos por el Consejo Nacional Electoral (CNE), que declaró ganador a Nicolás Maduro. 

“Tenemos que seguir hasta el final", dice la tía del joven de 26 años, en conversación con El Pitazo, este jueves 1 de agosto, decidida a transformar su dolor en esperanza.

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Participó en una manifestación afuera del Consulado de Venezuela en Vigo, la ciudad más grande de Galicia, organizada por un grupo de venezolanos. Rechazaban lo que consideran un fraude electoral perpetrado el 28 de julio por el gobierno de Nicolás Maduro. 

Allí, desmintió también la tesis del fiscal General Tarek William Saab, quien acusó a los manifestantes de utilizar salsa de tomate para simular asesinatos durante las protestas en Venezuela.

 “Mataron a mi sobrino, no hay salsa de tomate en ningún lado. Le dieron un tiro", dijo al periodista Miguel Da Silva en la red X este 1 de agosto. 

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Carlos Porras era entrenador de fútbol. Recibió un disparo en la urbanización La Vaquera de Guarenas, municipio Plaza, estado Miranda, donde protestaba de forma pacífica el lunes 29 de julio, luego de conocer el anuncio del CNE. 

Su tía no sabía que era uno de los miles de venezolanos que se sumaron a las protestas que sacudieron a su país ese día, pero defiende el derecho de Carlos de expresar públicamente su desacuerdo de forma pacífica.

“Él no era de estar en guarimbas", afirma Vezga sobre su sobrino, padre de dos hijos, de siete y cuatro años, y vecino muy querido en la comunidad La Vaquita, donde residía, a juzgar por los innumerables mensajes que pueden leerse sobre él en las redes sociales. 

15 días antes del  asesinato de “Bigote", como era conocido cariñosamente, Carlos Porras conversó con su tía mediante una videollamada. Necesitaba algo de dinero para ayudar a su papá, convaleciente por un accidente cerebrovascular (ACV), con algunas medicinas costosas.

Hoy, el hombre, sumido en su propio dolor por la pérdida de su hijo, se encuentra delicado de salud, indica Paola Vezga, su hermana. 

“No podemos ahora desmayar. Que nadie se quede en sus casas. Hay que seguir con las manifestaciones pacíficas. Hasta el final",  expresa la tía de Carlos Porras. 

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