Caracas.- Jhomar Loaiza, un venezolano que fue militante de los sueños de la Revolución Bolivariana, decidió emigrar a Curazao ante las dificultades económicas y la falta de comida que se atestiguaba en su hogar, según lo relato en entrevista ante Open Democracy.
Loiza, originario de La Vela de Coro, Falcón, decidió dejar su empleo para migrar en 2019. Trabajó por 12 años en la administración pública en el sector cultural y era militante de la revolución bolivariana, algo que para la llegada del expresidente Hugo Chávez se presentaba como la antesala al socialismo del siglo XXI.
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“Abrías la nevera y… no había nada. Salías a las cuatro de la mañana a hacer una cola para esperar a que llegara una lancha a ver si tuvo la suerte de pescar, y poder conseguir pescado para llevar a la casa (…) Pido mis 12 años de trabajo, pido lo que me toca de mi retiro, y no me alcanzaba para comprar una licuadora", contó el venezolano.
Con el declive de la situación económica y social de Venezuela, Loaiza se motiva a dejar su tierra natal y es así como llega a Curazao, una isla ubicada a 60 millas de Falcón. Según datos de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) para abril de 2022 se contabilizaron a 17.000 migrantes y refugiados de nacionalidad venezolana en la isla, es decir, más del 10% de la población total.
La mayoría de los venezolanos que llega a Curazao no logra regularizarse, como es el caso de Dailini González, otra falconiana que decidió llegar en 2019 a la isla para huir de la crisis y trabajar para sustentarse a ella y a su familia. La primera vez que llegó a Curazao fue deportada y a los dos días decidió abordar una lancha que tras 17 horas de recorrido se hundió en aguas de Curazao.
«Veníamos 34 personas y murieron 18, sobrevivimos 16 personas (…) Yo duré cuatro horas nadando, me salvé porque uno de los capitanes me tiró un bidón. Al final unas personas nos ayudaron, yo con mi barriga de cuatro meses de embarazo, y pudimos salir en un carro y nos pudimos salvar (…). Yo decidí montarme en una lancha por la situación difícil, por el gobierno, no se encontraba comida en aquel tiempo… y si yo iba a parir allá, lo tendría muy difícil (…) Ahora ya mi hija tiene 4 años, pero aún no tenemos papeles», contó González.
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Por su parte, Loaiza cuenta que al comienzo tuvo que trabajar de forma irregular y vivió en condiciones precarias, igual que el resto de los venezolanos que llegan a la isla. Con el paso del tiempo, le surgió la oportunidad de adentrarse en el mundo de las artes y pintar murales.
Sin embargo, el falconiano asegura que pese a haber obtenido reconocimiento en la isla gracias a sus obras de arte y de estar estable a nivel económico, añora el día en el que pueda regresar a su país sin padecer los efectos de la crisis.
Lea la nota completa de Open Democracy aquí.
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