Maracaibo.- Monseñor Roberto Luckert, arzobispo emérito de Coro, añoraba una Venezuela libre, justa y en paz, donde sus ciudadanos vivan en fraternidad, los abuelos no queden solos por la migración y se garanticen los derechos humanos.
“Él sufría mucho por el país. Él quería libertad para Venezuela. Siempre fue defensor de que las cosas fueran como hace mucho tiempo, cuando la gente se podía expresar, tener acceso a la educación, a los alimentos y a la salud. Le dolía . mucho ver el tema migratorio y como los abuelitos se quedaron sólos y como una pensión no alcanzaba para comprar medicina. Eso algo que a él le agobiaba mucho, incluso en los últimos días", contó este lunes 17 de junio la sobrina de Monseñor Lückert, Laura Lückert, en los actos velatorios de los restos del sacerdote.
Zulia | Muere monseñor Roberto Lückert, un defensor de la democracia
Ese anhelo de libertad para Venezuela también lo conocía el arzobispo de Maracaibo, Monseñor José Luis Azuaje. “Él quería para Venezuela la paz, la libertad y vivir en fraternidad como hermanos todos", dijo antes de oficiar la misa de cuerpo presente en la Basílica de Nuestra Señora de Chiquinquirá.
El obispo de Maracaibo dijo que el mayor legado de Lückert fue su amor por el prójimo, por la Virgen de Chiquinquirá y la Virgen de Guadalupe, y por la tierra venezolana para que cada uno aportara lo mejor de sí. “Él decía: ‘yo lo hago a través de la lengua’, pero también con su honor".
Azuaje recordó que el sacerdote zuliano mantenía una entrega generosa por las comunidades más necesitadas y vulnerables a través de la Iglesia. “Visitaba a los encarcelados, presos políticos- Aunque muchas veces lo dejaban en la calle, a él no le importaba, él se relacionaba con sus familiares".
Monseñor Lückert, de 83 años, murió este domingo 16 de junio en Maracaibo, estado Zulia, luego de permanecer 19 días recluido en la Unidad de Cuidados Intensivos por complicaciones de salud por el Covid-19.
Nacido en Maracaibo el 9 de diciembre de 1939, Lückert era el mayor de ocho hermanos y el 14 de agosto cumpliría 58 años de ordenación sacerdotal. Fue párroco rector de la Basílica de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá, obispo de Cabimas, primer arzobispo de la Arquidiócesis de Coro y el primer vicepresidente de la Conferencia Episcopal Venezolana.
Un legado imborrable
Familiares, representante de la Iglesia católica, feligreses y autoridades gubernamentales se reunieron este lunes 17 en las exequias de Monseñor Lückert, cuyos restos fueron trasladados en procesión desde la Catedral de Maracaibo hasta la Basílica de Nuestra de Chiquinquirá, donde los presentes resaltaron la valentía y la lucha del sacerdote por las causas justas.
“Fue un padre y excelente pastor, un defensor de la dignidad de las personas, siempre denunció los abusos de derechos humanos. Es un ícono de zulianidad, es un ejemplo para nosotros los sacerdotes que vamos siguiendo su huella, también de valentía y profetismo", aseguró el padre José Domingo Alvarado, párroco de la iglesia Santa Inés, para quien Lückert fue una influencia en su decisión de servirle a Dios.
Los dirigentes políticos también destacaron el legado del sacerdote zuliano. “Su trabajo en la promoción de la justicia social y su labor en favor de los más necesitados lo convirtieron en un faro de esperanza para muchos", dijo el gobernador de Zulia, Manuel Rosales, quien decretó tres días de duelo por el fallecimiento del obispo.
El alcalde de Maracaibo, Rafael Ramírez, resaltó que el sacerdote era un hombre honesto y sincero. “El país necesita muchos Roberto Lückert para defender con firmeza su convicciones a pesar de las adversidades y los riesgos que implicaba defender su posición", dijo.
Lückert fue un duro crítico a la forma de gobernar del fallecido Hugo Chávez y del gobierno de Nicolás Maduro. Rechazó públicamente el socialismo, la reelección indefinida del Presidente de la República, la corrupción y las violaciones a los derechos humanos. Decía que los gobernantes estaban sordos porque no escuchaban al pueblo.
La Conferencia Episcopal Venezolana resaltó en un comunicado que el legado que deja son las causas que defendió con valentía: los pobres, la democracia y la fe.
Su familia sabía más que nadie que fue un defensor de las causas justas y que, aunque a veces le pedían que callara por temor, él no lo hacía, recordó su sobrina Laura Lückert. “Nunca se quería quedar callado, no le tenía miedo a nadie y decía que no se podía callar si veía que algo estaba mal hecho, sin importar cargos. Él decía que no podía ser un perro mudo".