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Una explosión y posterior incendio destrozó el apartamento de Gisela Mendoza Torres, de 66 años, el domingo 14 de febrero en la ciudad de Barquisimeto, poco antes de las siete de la mañana. La señora fue trasladada al Hospital Central Universitario Antonio María Pineda, donde se encuentra hospitalizada con quemaduras de tercer grado en 60% de su cuerpo.
«Perdimos todo. Yo ando con la misma ropa, que lavo y me la vuelvo a poner. Yo vivo con mi esposa, pero pasaba la mitad de la semana con mi mamá. Por casualidad, esa noche no estaba allí», contó su hijo, Luis Torres, a El Pitazo.
La familia ha pedido a través de las redes parte de los insumos que requiere la paciente, como morfina, guantes, compresas, gasas, crema para quemaduras (sulfadiazina de plata), además de los insumos de limpieza para el área del hospital donde se encuentra recluida.
“El pronóstico de mi mamá es reservado; está bastante delicada. Pido oración para mi mamá", dijo con voz entrecortada Luis Torres a través de un audio de WhatsApp que circuló el mismo domingo en el grupo de vecinos de La Sucre.
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También han publicado números de cuenta del hijo de la señora Mendoza para quienes deseen colaborar, porque perdieron todo lo que tenían en el apartamento e incluso la infraestructura, que deben volver a construir para que sea habitable. Debido a la onda expansiva, el apartamento contiguo también sufrió daños.
El suceso ocurrió en la urbanización La Sucre, de Barquisimeto, en el bloque 23. En este urbanismo, el gas es suministrado a través del llenado de bombonas industriales que se encuentran en un área de la planta baja; sin embargo, debido a las fallas en la distribución de este servicio, algunas familias han optado por tener sus propias bombonas pequeñas dentro de los apartamentos, lo que genera un peligro mayor de fugas o explosiones.
«La bombona que estaba dentro del apartamento estaba vacía y quedó intacta. La explosión fue por una fuga del gas que viene de las bombonas industriales», contó el hijo de la señora Gisela.
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Las fallas de gas también han impulsado a las personas a comprar hornillas eléctricas, lo que ha generado sobrecarga de los transformadores en dos oportunidades y ambas ocasiones los vecinos han pasado hasta 20 días sin electricidad, a la espera de la reparación o cambio de estos aparatos por parte de Corpoelec.
