El problema alimentario azota a los hogares del municipio Guajira, en el estado Zulia. Esta vez contamos la historia de Lucinda Báez, una mujer Añú de 37 años, que tiene once hijos y vive en un palafito que se está cayendo. Se dedica a cortar enea. Los ingresos por su trabajo solo le alcanzan para comprar dos kilos de yuca, arroz y un cúbito. En su dieta nunca hay proteínas.
Lucinda cuenta que reside en la comunidad El Barro, en la Laguna de Sinamaica, un poblado indígena que no tiene ningún servicio básico. No hay agua potable, ni gas doméstico y desde hace un año, debido a la falta de combustible para los botes, reman para poder movilizarse. Las bolsas de Mercal que llegan cada dos meses solo le alcanzan para dos días.
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Báez relata que tiene un niño de dos años que necesita tomar leche y comer proteínas porque tiene bajo peso. También una niña con síndrome de Down. La mujer pide ayuda, principalmente alimentos. «Yo quiero que me ayuden con el niño porque hay días que no tengo para darle ni siquiera un pan y se pone a llorar. Me dedico a cortar enea, pero lo que hago solo me alcanza para un kilo de arroz, yuca y cúbito», relató.
Lucinda Báez siente temor ante la llegada de la temporada de lluvias en la localidad, porque su palafito se está cayendo. Asegura que no tiene ayuda de los entes gubernamentales.
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En la comunidad de El Barro, ubicada en la Laguna de Sinamaica, residen unas 90 familias que todos los días reman hasta llegar a Puerto Cuervito y luego caminan seis kilómetros hasta el poblado de Sinamaica en busca de alimentos.