Alarde creativo para el 2020… porque parece que vienen elecciones consensuadas con Maduro y las cabezas visibles de Acción Democrática y Un Nuevo Tiempo, sería bueno hacer fusiones publicitarias. Se puede combinar el épico “Con AD se vive mejor” (aterrador meta-mensaje que a nivel del pueblo venezolano se explicaba con “es que los adecos son buenos porque comen y dan de comer, no como los copeyanos que comen solos” para referirse al populismo, el clientelismo y la compra de conciencias) y el “Viva Chávez” que tanto se gritó en los doce años de su mandato. Es gratis la propuesta, que les aproveche.
Los pragmáticos de la política venezolana lo verán como un mal necesario. Una salida de Maduro escoltado, unas elecciones con el sistema chavista intacto y la participación cooperante de Claudio Fermín, Henry Falcón, Manuel Rosales, Ramos Allup, los adecos regionales y sus franquicias. Puede sonar sensato: le regalan un ciclo más al chavismo, para cubrirse las espaldas y garantizar una transición en impunidad, mientras que los socialdemócratas (adecos) copan espacios parlamentarios, regionales y municipales que les vuelvan a oxigenar los bolsillos. Pacto silencioso de convivencia, impunidad y complicidad.
Los radicales del exilio mayamero y los muy pocos opositores auténticos que quedan en Venezuela, lanzarán anatemas, amenazas inútiles y críticas corrosivas. Drenando en internet la impotencia real que tienen en las calles. En la frustración que generan Oslo, Barbados, el laberinto de Trump, el apoyo ruso/chino y la impotencia europea, se consumirán los deseos presidenciales de Capriles, María Corina, Ledezma, Arria y quizás hasta el propio Leopoldo López.
El chavismo, ahora el castro-madurismo, es un sistema de mafias oligopólicas adictas al dinero y está integrado por partidos chavistas, militares, organizaciones paramilitares y por supuesto, los viejos dirigentes de los partidos de la Cuarta República: eso que llamaban Copei o sus despojos, el MAS, Acción Democrática y su franquicia zuliana, Un Nuevo Tiempo. Todos alimentados por la teta petrolera. Haciendo honor a eso que llamaban “el modelo populista de concertación de élites”, traducido en un muy vulgar: “dales plata para que hablen, pero no hagan” o en el muchísimo más vernáculo “póngame donde haiga”.
Los grandes partidos del sistema madurista (rojos y azules) celebrarán los acuerdos. Por allí saldrá algún adulador de ligas mayores, mencionando premios Nobel de la Paz, quizás a Diosdado o al propio Maduro. En fin, más circo, menos pan. Vendrá esa transición que servirá para lavar dinero de todos los colores, generar impunidad, reasignar concesiones mineras y petroleras, “abrirse al mundo” (eufemismo para legitimar la entrega de minas, empresas y negocios a contratistas extranjeras) y volver a la hermosa tradición venezolana del “callemos, aprovechemos y vivamos”. Hasta que suba el precio del petróleo y se relajen las sanciones. Quizás hasta el 2020 cuando Trump tenga elecciones y deba jugar fuerte al héroe libertador.
Por ahora, Maduro tiene todas las posibilidades de comer hallacas en Miraflores. Guaidó se enfrenta al dilema de perder la presidencia de la Asamblea Nacional, perdiendo así la propia legitimidad que le permitió asumir la Presidencia Interina de la Nación. Probablemente sea entregado por sus colegas blancos, sin beso en la mejilla. Veremos, dijo el ciego.
Con tanta impunidad y clientelismo ¿cómo piensan construir una república de justicia y valores?
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