Con “Una ruta una franja”, China afianza su hegemonía

27
Con todo, la producción industrial y las ventas al por menor de junio ofrecieron señales de mejora. Foto EFE

Por Carlos Hermoso Conde*

Es legendario el asunto. La antigua ruta de la seda, junto a la formación del primer sistema bancario conocido, unido a la invención del papel moneda, están llenas de leyendas y también de mitología.

Esa historia y sus leyendas sirven entonces para que la ofensiva comercial más amplia en la historia del capitalismo se ponga en marcha bajo el lema una ruta una franja. Hasta ahora se han vinculado 71 países.

El cine chino, en los últimos años ha sabido recrear el proyecto, propagando sus propios héroes. Sus propios superhéroes que comienzan a competir con los gringos. Claro, aquello de que la cultura dominante es la cultura de las clases dominantes, conduce a que la cultura dominante sea la cultura del imperialismo dominante. La competencia interimperialista se traslada al cine y en general a las distintas formas culturales y mediáticas de estos tiempos. Qué mejor tema que los que se desprenden de este proyecto. Seguro que es uno de los más ambiciosos de la historia humana. De allí que, un certamen internacional de cine, La alianza del festival de cine de la franja y la ruta, expresa uno de los puntales culturales de esta empresa.

Hay dos tendencias, cuyas muestras empíricas son claras en grado sumo, que marcan el desarrollo actual de las grandes potencias. De una parte, dominante luego de la Segunda Gran Guerra, es el desarrollo desigual. Dadas las ventajas que brindan las economías devastadas por la guerra, los capitales estadounidenses se van a localizar en Alemania y resto de economías europeas y en Japón. Lo que va a derivar en un acelerado crecimiento y desarrollo de estas economías. Ese mismo fenómeno se presenta a partir de mediados de la década de los años 70 en relación con China.

De otra parte, y simultáneamente, se desarrolla la tendencia a la nivelación. A momentos, esta propensión conduce a fricciones más fuertes que la anterior. Cosas de la economía cuyo desarrollo y realización es un hecho absolutamente objetivo. EEUU a raíz del desarrollo chino, europeo y japonés, debe alcanzar ese desarrollo, de allí su creciente beligerancia. Explicar este asunto someramente requiere de unas cuantas líneas más. Basta decir que la evidencia histórica demuestra que resumen el preámbulo de grandes conflagraciones.

Así, la política de Trump ha resultado un espolón que reciben los chinos, al aplicar una política de aranceles que encarece sus productos y les resta competitividad. Unidas estas medidas a una política económica cuyo objetivo estratégico es recuperar espacios perdidos. Tal es el caso de Venezuela.

China, por su parte, se ve presa de la tendencia objetiva de la caída de la cuota media de la ganancia en su propia economía. Ley que resulta inexorable. Vivieron los chinos décadas en las cuales por más que incrementaban su composición de capitales, lograban frenar la caída de su cuota de beneficios contando con la ampliación del mercado mundial y la baratura de su inagotable fuerza de trabajo barata. Fueron muchos millones de chinos quienes se vieron forzados de ir del campo a la ciudad. La acumulación capitalista, el proceso de acumulación originaria, más específicamente, lo que les brinda tremenda ventaja comparativa. Pero ahora ven caer su tasa de beneficios ya que sus obreros han dejado atrás salarios de hambre.

A su vez, la caída de la cuota media de la ganancia a escala planetaria, conduce a fricciones que liberan una poderosa energía que se va a expresar en políticas de confrontación acá o allá. Se afianzan las tendencias bélicas. El caso de Libia resulta un emblema. Los chinos, que salieron huyendo en decenas de miles cuando los bombardeos de la Otan contra el suelo libio, ahora van, junto a Rusia, por el rescate del espacio perdido, tras el general Jalifa Haftar, quien antes recibió el espaldarazo de la CIA, pero ahora lo recibe de chinos y rusos.

Así, se dan las condiciones para que China se aventure a adelantar un proyecto económico sin precedentes. Más de 70 países ya se han inscrito en la empresa.

Afianzando su condición de hegemón mundial, impulsan el mercado más grande del planeta, penetrando en áreas de influencia de la Unión Europea como Italia y Portugal.

La política económica que apuntala este mercado no puede ser otra que la libertad de comercio. La competitividad china sigue siendo su principal munición. Ha desplazado procesos, como el textil hacia países del sudeste entre los que destaca Camboya que la ha convertido en una gran factoría en el ramo, mientras amplía su mercado interno y externo. Con ello busca frenar la caída de su tasa de beneficios.

China invierte en infraestructura y los países y naciones abren sus puertos a la mercadería china. Así, se crea un mercado con las mejores condiciones para la comercialización.

Algo que ver tiene todo esto con Venezuela. Difícil que cedan este espacio tan fácilmente. De allí que, en buena medida, las decisiones políticas de Maduro tienen la condición de los asiáticos. Asunto que es de las cuestiones que con más agudeza debe atender la oposición venezolana tan poco dada a analizar a profundidad estos asuntos.

*Economista y Doctor en ciencias sociales. Profesor asociado de la Universidad Central de Venezuela. Dirigente político

DÉJANOS TU COMENTARIO