CIENCIA Y LETRAS
Por: Paulino Betancourt
Con tanta gente pasando más tiempo en casa por la cuarentena, y sin mucho que hacer, se podría pensar que Venezuela estaría en la cúspide de los embarazos. Las parejas se pasan más tiempo juntas y tienen mayores probabilidades de concebir. Pero, sorprendentemente, podríamos estar equivocados. Según estudios recientes, es probable que el cambio económico y social provocado por una pandemia influya en las intenciones de tener hijos y en la fecundidad.
Los economistas, demógrafos, obstetras y hasta los historiadores, apuntan a una disminución esperada en la tasa de natalidad mundial, y nuestro país no escapa de ello, debido a la crisis económica y de salud agudizada por el COVID-19. Ya sea por el distanciamiento social, la tensión financiera o la incertidumbre sobre la crianza, las familias hicieron una pausa para tener hijos, llevando a una disminución en el número de embarazos.
Tener un hijo es bastante arriesgado ante un futuro incierto y muchas preguntas pasarán por la mente de las personas, a medida que consideren sus opciones. ¿Cómo será dar a luz en pandemia? ¿Cómo es traer a un niño al mundo con el que no podríamos jugar al aire libre? Estamos en constante temor ante un virus invisible que se mantiene al acecho.
Los hallazgos sorprenden a muchos demógrafos, quienes han notado disminuciones similares después de eventos catastróficos. Las tasas de natalidad cayeron en el mundo después de atravesar crisis económicas y de salud, incluida la Gran Depresión, la Crisis Financiera Global de 2008 y la pandemia de influenza de 1918 (también conocida como la gripe española).
Un análisis realizado por expertos del grupo Brookings encontró que la tasa de natalidad en España cayó con las tres oleadas de la gripe de 1918. Completando la información, la revista Science publicó recientemente que la disminución fue del 13% entre 1918 y 1919. La caída en los nacimientos que resultó de la gripe española “probablemente se debió a la incertidumbre y ansiedad que puede generar una crisis de salud pública, lo que podría afectar el deseo de las personas de dar a luz", escribieron los autores del informe Brookings. A pesar de que observaron que “el COVID-19 no ha tenido un gran impacto en la mortalidad de las personas en edad fértil. Sólo el 1% se encuentran entre los menores de 35 años".
Por otro lado, la forma en que la pandemia del COVID-19 afectará la fertilidad tiene implicaciones en la tasa de envejecimiento de la población, lo que configura los desafíos de salud futuros y el potencial de crecimiento económico en todo el mundo. La evidencia empírica de esto es escasa. Sin embargo, estudios recientes que se centran en las consecuencias a corto plazo de los desastres naturales sobre la fertilidad, como terremotos y huracanes, encuentran que los picos de mortalidad generalmente son seguidos por mínimos de natalidad durante el primer año. Mientras que los estudios que se centran en un período de tiempo más largo, de 1 a 5 años después del evento, han revelado patrones de aumento de la fecundidad.
Arnstein Aassve y sus colegas analizaron las tasas de natalidad en 22 países, desde 2016 hasta principios de 2021. Hallaron que en siete de estos países había descensos estadísticamente significativos en las tasas de natalidad a finales de 2020 y los primeros meses de 2021, en comparación con el mismo período en años anteriores. Los hallazgos fueron publicados este lunes en las Actas de la Academia Nacional de Ciencias de los EE. UU.
Las tasas de natalidad cayeron en casi todos los países analizados. Los peores datos se recopilaron en el sur de Europa, donde cayeron un 9,1% en Italia, 8,5% en Hungría, 8,4% en España y 6,6% en Portugal. Además, Bélgica, Austria y Singapur también mostraron una disminución significativa. Venezuela experimentó una reducción del 3,8 %.
Las diferencias en las tasas de natalidad en los diferentes países obedecen a varias razones. Uno de ellos fue el inicio de la alerta, diferente en cada uno de ellos. Por ejemplo, en Venezuela existen registros de concepciones entre febrero y marzo. En ese momento, la enfermedad aún no nos había alcanzado con toda su fuerza. Sin embargo, territorios como Italia y España ya estaban en estado de alarma.
Las tasas de natalidad fluctúan estacionalmente a lo largo de un año, y muchos de los países en el estudio habían experimentado tasas decrecientes antes de la pandemia. Pero las caídas que comenzaron nueve meses después de que la OMS declarara una emergencia de salud pública el 30 de enero de 2020, fueron aún más pronunciadas. “Estamos muy seguros de que el efecto para esos países es real", dijo Aassve. “… sobre el hecho de que hubo un impacto por la pandemia". La incertidumbre asociada con una pandemia global y sus impactos en las circunstancias económicas de las familias, son las razones más probables de estas tendencias, hipotetizaron los autores.
La gente no comprende realmente qué es la enfermedad, porque es algo nuevo para todos. Muchas personas visualizan que sus perspectivas laborales podrían empeorar porque las cuarentenas están provocando grandes pérdidas económicas. Según el Fondo Monetario Internacional, los países experimentarán una caída más pronunciada y millones de hogares se verán afectados. Puede que no renunciemos por completo a la posibilidad de tener hijos, pero al menos podríamos posponerlo hasta que veamos que los tiempos sean más favorables.
Venezuela, como la mayoría de los países que tuvo una formación en planificación familiar, vio disminuir su tasa de natalidad durante décadas, sobre todo después de que se introdujo la pastilla anticonceptiva, en 1961. Pero ahora observamos un cambio inesperado por el efecto de la pandemia y de la migración de muchos jóvenes, lo que ha ocasionado un envejecimiento acelerado en el país, ubicando la edad promedio entre 45 y 50 años. Para superar esta situación, debemos garantizar una estabilidad social y económica en el país que permita el crecimiento poblacional de manera armoniosa y planificada.
PAULINO BETANCOURT | @p_betanco
Investigador, profesor de la Universidad Central de Venezuela, miembro de la Academia Nacional de Ingeniería y Hábitat.
El Pitazo no se hace responsable ni suscribe las opiniones expresadas en este artículo.