Por: Gloria Cuenca
En diversos momentos, amables y contradictorios, seguidores y lectores, he reseñado las múltiples y difíciles circunstancias que nos toca vivir en nuestro muy amado país. No obstante, también el planeta entero ha estado convulsionado, y quizás lo que deberíamos es volver a ver aquel viejo film: El mundo está loco, loco, loco. Para asumir que, en efecto, hay una especie de trastorno generalizado en todas partes, pero que indudablemente, nada puede compararse con nuestra difícil y compleja situación.
Hablo de pandemias en plural por cuanto, a nosotros venezolanos, cual tiempo de las siete plagas, nos cayeron las pandemias. Por supuesto me refiero al COVID-19 y al régimen actual, que no nos da descanso.
Los habladores de tonterías —los hay por montones—, creen que no se ha salido del régimen por los múltiples errores que la oposición ha cometido, y por lo que no ha sabido hacer. Supuestamente, algunos de ellos sí saben qué hacer para quitarnos de encima esta pesadilla. Inexplicablemente, no lo hacen; hablan mal todo el tiempo de quienes sí han dejado la libertad, la seguridad, el país, en su sostenido empeño por salir del régimen, y no lo han logrado.
Cuando el tiempo pase, esto termine, y se pueda analizar con cabeza fría y serena lo ocurrido, entonces, tal vez, podremos entender y comprender qué fue lo que pasó en estos 22 años de terror. No me siento con la capacidad de analizar la situación ahora, pero se me ocurre, que así como la pandemia del COVID-19 reaparece con la variante delta y la mu, entre otras, —mucha gente se niega a vacunarse con toda clase de ideas peregrinas— la otra pandemia no da cuartel.
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Hay quien no hace caso y vive de fiesta en fiesta, otros se niegan a seguir las normas de bioseguridad; solo cuando sufren la pérdida o enfermedad de un ser cercano, es cuando empiezan a darse cuenta de la triste realidad. En mi opinión, la otra pandemia, este régimen, tiene elementos comunes al COVID-19, no en balde, proviene de China.
Como la peste, en los primeros tiempos, se hizo pasar como algo común. Después vino la realidad y el desbarajuste, que nos ha conducido hasta esta ruina material, moral y espiritual, en algunos casos. El sentido del ridículo ha desaparecido, la vergüenza, no se les nota. Tienen la prepotencia del ignorante, sienten que están más allá del bien y del mal, y se observa cómo progresivamente se van transformando en parias de la tierra.
En efecto, como su himno, son parias de la tierra, usan y manipulan consignas, mentiras y viejas propagandas, que ya no sirven; han sido desmanteladas por la realidad que pone en contacto con una situación, que si no fuera tan dramática nos haría reír. Si, lo grotesco domina la escena política cotidianamente. No se dan cuenta. Ahora pretenden pasar por diplomático a un lavador de dólares, preso allende los mares, sin que les importe un pepino la vergüenza que supone frente al mundo civilizado y cabal esa última propuesta del inefable Rodríguez: la de incorporarlo a la mesa de negociaciones en México. ¿Cómo un preso, medio político y medio común, a punto de ser llevado a la cárcel en Estados Unidos? Claro, pues como ellos han perdido la brújula y el sentido común, creen que el mundo marcha al revés, como las cabezas de ellos. ¡Dios nos ampare!
GLORIA CUENCA | @editorialgloria
Escritora, periodista y profesora titular jubilada de la Universidad Central de Venezuela.