En Venezuela no habrá estallido social

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El principal objetivo de la mayoría de los venezolanos es buscar alimentos | Foto EFE

Le escribo a un gran amigo del Frente Amplio: 

–Hermano, es justo reconocer que la estrategia de Juan Guaidó fracasó. Hay que buscar otra vía para lograr la concertación.

Su respuesta es inmediata: 

–Jamás había estado el gobierno tan débil y aislado. No veo ese fracaso. Creo que se ha avanzado bastante. ¿Qué se han cometido errores? Sin duda, pero ya fue derrotada la tesis de la intervención armada. Y cada vez hay mayor consenso en el Gobierno de Emergencia Nacional?

–Hermano, la estrategia del Gobierno es aguantar hasta diciembre.

–No creo que esto dure hasta diciembre. 

–Recuerda que ellos no están solos, la pandemia obliga a un cambio de reglas. La Comunidad Europea está flexibilizando su posición. EE. UU. habla de retomar conversaciones de Noruega. Rusia y China pesan en el tablero. 

–Están trabajando juntos EE. UU. y la Comunidad Europea. Todos esperan un estallido social– me responde.

Lo cierto es que por los reportes que recibimos, da la impresión de que el gobierno de Maduro agoniza. El desabastecimiento de gasolina empeora, intentaron arrancar El Palito y la planta duró solo dos horas prendida. La descomunal subida del dólar y la falta de los servicios básicos han sumido a los venezolanos en un desespero y angustia de otro planeta, por lo que lo más  lógico es que la gente se tire a las calles para ponerle fin a tantos años de sufrimiento.

No obstante, si acuñamos la frase “da la impresión" es porque cuando se trata de este gobierno nada es real. Llevamos siete largos años esperando que la gente salga a la calle y se lance hasta Miraflores para sacar a Maduro, pero a pesar de que cada día es más desesperante que el anterior, esta acción no ha estado cerca de ocurrir.

Por eso es que no apoyo la tesis de mi amigo de un estallido social. No ha ocurrido, ni mucho menos va a suceder en este momento, cuando Maduro tiene un total control social con la cuarentena impuesta en la lucha contra el coronavirus. 

Aunque no podemos desconocer que Maduro ha tenido un gran acierto en su estrategia con el coronavirus, la verdad es que ha aprovechado este contexto para sus fines políticos y represivos. Para hacer cumplir el confinamiento en parroquias populosas como Catia, ha sacado a la calle a sus grupos de colectivos, lo que le permite mantener encerrados en sus casas a los habitantes más combativos de Caracas.

A esta estrategia de control social perfecta, se le suma que si bien la población no respalda a Maduro, no está dispuesta a salir a protestar, puesto que le tiene más miedo al coronavirus que al propio Maduro. Una cosa es decir que prefiero el coronavirus que morirme de hambre, y otra cosa es ver de cerca esa terrible enfermedad.

Por eso es que la tesis argumentada por mi amigo de que esperan un estallido social está condenada al fracaso. Si los venezolanos no salieron antes, mucho menos lo van a hacer ahora. El único estallido social que ha ocurrido en el país durante los 20 años de gobierno chavista fue en el 2015, cuando en las elecciones parlamentarias el pueblo votó masivamente contra los candidatos de Nicolás Maduro y la oposición obtuvo una victoria categórica. Entonces, derrotada la intervención militar, ante la poca probabilidad de un nuevo “Caracazo", se hace necesario jugarse toda la carne al asador en una salida negociada y pacífica que conduzca a unas elecciones presidenciales cuanto antes. Porque Guaidó y Maduro pueden jugar toda la vida al gato y al ratón. Ambos están cómodos. Uno maneja los menguados recursos del Estado y el otro los millones de dólares que se mantenían en las cuentas congeladas del gobierno. Somos las mayorías, los que estamos golpeados por esta catástrofe humanitaria los que tenemos la urgencia de salir de esta pesadilla.

Coincido con mi amigo que Maduro está más acorralado. Pero no más aislado. Es más, mis fuentes me dicen que tiene tanto temor de terminar como Noriega que desconfía de todos. Pero su gobierno no está acabado, ya que él no representa una unidad. Por lo que si no afinamos una estrategia ganadora, puede terminar consolidándose en las ruinas de Venezuela, tal como Bashar al Asad en Siria, porque en este momento los venezolanos le tienen más miedo al coronavirus que a Maduro.

Marco Hernández es periodista y fundador de la ONG Periodistas por la Verdad@hmarcovalor

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