Por Manuel de la Mancha
Estamos bajo un nuevo tipo de dictadura, la de unos malandros. Ya habrá tiempo de filosofar sobre esto pero ahora lo urgente es otra cosa. La oposición tiene un reto más difícil que una elección. Una estrategia electoral exitosa empujó a una circunstancia nueva: la desnudez total de esta dictadura madurista ante el planeta. Ahora, se hace vital materializar esa victoria, concretar el cambio que reclamó abrumadoramente el pueblo el 28 de julio de 2024.
El mundo
Primero. En el mundo avanza una elevación y escalamiento de conflictos en los terrenos económico, político y militar. La puja de bloques y asociaciones de países por controlar mayores espacios para sus mercados, obtener materias primas vitales y/o impedir que las adquiera la competencia, nos llevan a un nuevo reparto del mundo.
Todos buscan frenar la tendencia decreciente de la tasa media de ganancias. Buscan dominar y someter a los países y gobiernos a que garanticen mejores condiciones para recuperar su rentabilidad, en medio de la caída abrupta de sus retornos y sumado a la superproducción.
En medio de esto, Venezuela ha sido encadenada a la dependencia y control de un bloque emergente, más dinámico y con menos escrúpulos ideológicos, encabezado por chinos y rusos llamado Brics. Lo corrobora el “apuro" que hay en Rusia y en Venezuela para que en octubre de este año se concrete la incorporación del país a ese bloque. Habrá mayor dependencia, pero también mayor respaldo al régimen madurista.
Anormalidad democrática vs. normalidad autoritaria
El petróleo y los valiosos minerales de nuestro subsuelo (rodio, coltán, oro, diamante, torio, tierras raras, etc.) son un atractivo para las maquinarias industriales de esos países desarrollados, un mercado laboral con los salarios más bajos del planeta y con la mayor inseguridad jurídica para los trabajadores. Un paraíso para los capitales más salvajes.
Pero el intercambio comercial de Venezuela con EEUU, Brasil, Colombia y México crea un cuadro complejo y termina por convertirse en una determinante fundamental en el conflicto interno. Su incidencia en la resolución de la crisis es marcada y se convierte en reserva política (estratégica) en favor de la oposición.
Sin embargo, las acciones unilaterales de presión ―en forma de sanciones económicas― resultan en cierta forma contraproducentes ante una cofradía retardataria y sanguinaria que las usa para presentarse como “víctimas" de su ficcional némesis: “El imperio". Y aunque cualquier estrategia debe contemplar el aprovechamiento de todas las contradicciones en favor de la lucha venezolana, no implica que se deba hipotecar el futuro nacional al amparo de cualquier otra potencia o bloque de naciones, pero tampoco desperdiciar la reserva estratégica que implica estas contradicciones.
La situación
Segundo. El bloque en el poder se recompone. La banca, la bolsa, la industria, el comercio, todos se han colocado del lado de la satrapía. Esto es ostentoso y evidente, pero choca de frente con las posiciones de quienes los representan políticamente: la “oposición burguesa". Los coloca en una encrucijada entres los intereses particulares y los intereses históricos generales de la nación. De hecho, La renuncia de Capriles o la actuación de Eudoro, son la materialización de esa contradicción existencial para ese sector opositor.
Es que el madurismo realizó el plan económico de un sector opositor. Y lo hizo por adelantado. Eliminación del salario, anulación de las prestaciones, utilidades, etc. Convirtieron a los trabajadores venezolanos en los peor pagados del mundo, desaparecieron pensiones y jubilaciones y redujeron la responsabilidad del Estado al mínimo. Extinguieron la contratación colectiva y cesaron fácticamente la vigencia de la normativa del trabajo, debilitando al extremo a las organizaciones sindicales y gremiales por la vía del control estatal y el corporativismo, etc.
Pero existe hoy una realidad más compleja: la destrucción objetiva y real del sentido republicano de la nación. La lucha contra la dictadura y el rescate de un Estado de justicia y de derecho ahora precede todas las contradicciones en el seno de la sociedad, visto que todas dependen de lo esencial: quién ejerce el poder político y la forma en la que lo administra.
Esto coloca en el tapete la discusión sobre la ética republicana en la sociedad moderna. Empuja a la necesidad de colaborar todos al lado de las fuerzas democráticas, vista la urgencia de la sociedad en su conjunto en desentrabar el freno impuesto a las fuerzas productivas y resolver la situación dictatorial como traba principal para el desarrollo del país y, peor aún, de su forma republicana. Un país destruido y presa de la voracidad de otras naciones no le sirve a la inversión productiva nacional ni a los creadores de la riqueza: sus trabajadores. Es decir, no le sirve a nadie.
El país
Tercero: Venezuela vive una situación distinta a la que precedió al 28-j. Luego del abrumador triunfo electoral de Edmundo González Urrutia como muestra del rechazo masivo a Maduro, el fraude cometido ha provocado mayor rechazo. No hay dictador alguno que haya tenido tal desaprobación y mayor aislamiento respecto a gobiernos y pueblos del mundo.
Pero la forma de dominación no ha cambiado sustancialmente. Ciertamente ha quedado en evidencia frente al mundo y esto es medular. Por ello, se han visto forzados a una mayor represión para contener el repudio popular. Sobre todo, en sectores pobres a quienes le recriminan la “traición". Pero al mismo tiempo, la dictadura ha pisoteado las bases constitucionales que nos dan la condición de República al desconocer abiertamente la soberanía popular, expresada en el artículo 5° de la CRBV.
Sumado a todo lo anterior, la inocultable entrega de nuestra soberanía y riquezas al bloque encabezado por China y Rusia, refuerzan el carácter democrático y nacional que tiene hoy la lucha por el cambio, y la enorme amplitud que debe caracterizarla.
Los dictadores
Cuarto: La urgencia es salir de quienes monopolizan de forma fraudulenta el poder del Estado. Y esto es un asunto de tiempo. Aunque el aumento de la represión, convertida hoy en terrorismo de Estado, puede dar la apariencia de fortaleza, muestra mayor debilidad.
Pese a que actúan (y esto es clave en la caracterización) como una banda forajida de delincuentes que utilizan la fuerza de la violencia y todas las formas de expresión más extremas como instrumento de coacción a sus víctimas, esta vez en la escala de una nación, han establecido un Estado policíaco, asentado en una alianza civil-militar-policial que coloca de manifiesto su histórica e inédita impopularidad como dictadura.
El juego perverso entre instituciones del Estado como el CNE y TSJ, no les ha traído el beneficio de ropaje legal que buscaban. Ni siquiera con sectores internacionales que le eran afines. Sus bases de apoyo, sus reservas estratégicas nacionales e internacionales y la gente que sigue engañada, son cada día menos. La situación de Nicolás Maduro como presidente es sustancialmente más precaria que antes del 28-J.
La Unidad
Quinto: El sustancial cambio en las circunstancias obliga a adecuar el planteamiento político y de propósito. Ya no se trata de derrotar electoralmente a un factor dentro del juego democrático republicano como el 28-j. Estamos frente a la imperiosa necesidad de producir el resquebrajamiento de la dictadura, apostando a la más amplia unidad en acciones concéntricas y simultaneas, acompañadas del uso efectivo de la única fuerza con la que contamos: las mayorías nacionales y el mundo democrático civilizado.
Esto plantea un reto táctico central, inmediato e inaplazable: la construcción de una fuerza social y política, organizada y disciplinada, dirigida por un equipo que sume la mayor y más diversa suma de talentos y voluntades, con honda conciencia política sobre las circunstancias actuales y capacidad de actuación. Este es el paso táctico vital.
Además de la salida del régimen para lograr la reinstitucionalización democrática de la República, la reconstrucción nacional y el regreso de la paz, es vital una amplia unidad nacional entre la clase trabajadora y los sectores más avanzados del país. Estos sectores deben labrarse una posición beligerante en la determinación del rumbo a seguir luego del desplazamiento de la dictadura. Y deben contribuir a la conformación de esa amplia unidad.
Lo más avanzado de la sociedad debe dotarse de una corriente o gran movimiento real, que refuerce ese rumbo. Afianzar las aspiraciones de la sociedad venezolana desde una perspectiva soberanista, de desarrollo nacional y bienestar. Justo lo contrario a la senda a la que nos llevó este oscuro período anterior.
La lucha
Sexto: Hay que combinar todas las formas de luchas. La acción de la gente debe ser el centro de la acción política, desde la conquista de alguna reivindicación hasta las que buscan el cambio político. Hacer valer la soberanía popular establecida en la CRBV (Art. 5). Aferrarse a la exigencia del cumplimiento de la Constitución y los derechos y libertades públicas y apelar al uso de todas las formas constitucionales de lucha, apegados al derecho internacional y respaldados por la legitimidad que otorga la propia Constitución.
El desarrollo de todas esas luchas debe tener un cuerpo orgánico: un gran Frente Social. Las exigencias de servicios públicos, las luchas de los trabajadores por condiciones laborales y las luchas en general por el respeto a la forma republicana de nación, deben converger en un gran frente de lucha contra la dictadura y todas sus manifestaciones.
La lucha por la libertad de los presos políticos, contra el terrorismo de Estado, la defensa de DDHH y en general de derechos, acompañada de la lucha por el derecho a la comunicación, la privacidad de intercambio y el derecho a la información, son un estandarte recurrente que debe transversalizar todas las luchas por venir.
La lucha contra la migración forzada, la de nuestro pueblo emigrado y la de nuestros exiliados políticos por el regreso a la patria, son vitales en la batalla internacional. Impulsar formas de organización internacional que estimulen la solidaridad y el apoyo de pueblos, países y gobiernos del mundo, y que esos apoyos se conviertan en una fuerza efectiva de cerco democrático internacional.
En esto se resume el impulso de una verdadera Unidad Superior. Es el principal resorte o catalizador de una estrategia antidictatorial. Debe lograr concentrar la mayor cantidad de fuerzas antirrégimen en la búsqueda del resquebrajamiento de los fundamentos de la dictadura. Fracturar su capacidad de monopolizar la violencia del Estado y construir y conducir la más ferviente insurgencia del pueblo dentro de los parámetros estatuidos en la CRBV. Tal como nos lo enseña nuestra historia republicana, la Unidad Superior, como instancia para defenestrar la dictadura, es la única garantía de victoria.