La alcaldía de Lagunillas, ¡una lata vacía!

57

Por: Carlos Dickson

El mayor esfuerzo y reto que tienen los que hoy aspiran a un cargo de elección popular es hablarle a la gente con claridad y sinceridad, que si vamos a un proceso electoral es para ir recuperando el país, que es el objetivo primordial. Sin esto lo demás es un saludo a la bandera, una raída y descolorida.

Si se desea hacer una gestión decente con los exiguos recursos que se reciben, entonces veremos una municipalidad muy distinta a la que recuerdan, con muy pocos empleados, obreros, técnicos, profesionales y direcciones (sobre todo esto, no más de 10), con un alcalde sin fanfarria, camionetas nuevas, escoltas, fiestas y brindando por doquier.

Claro, si se quiere una gestión decente, esto llevará a que de pronto veamos a un alcalde que de verdad luzca el emolumento (salario) que devenga según presupuesto sin esas descollantes marcas de ropa o zapatos. Si lo anterior no ocurre, entonces veremos una gestión muy parecida a la que está a simple vista: calles enmontadas, con huecos, con aguas servidas desfilando por ellas, sin alumbrado ni señalizaciones.

En los 90 las tasas por los impuestos municipales no eran mayores a 3% y en su gran mayoría giraban en los siguientes porcentajes: los comerciantes pagaban tasas de menos de 0,50%, los servicios cerca del 1%, las industrias 1% y las empresas contratistas petroleras 1,40%.

La asfixia de los zulianos

Lagunillas crecía y se veía pujante en las décadas de los 70, 80 y 90. Luego vino la voracidad fiscal, el despilfarro, los excesos, una nómina real y una fantasma de miles de personas, y se fueron incrementando las tasas hasta el punto que hoy la mayoría del sector privado se ha visto forzado y obligado a ir a la informalidad para terminar no pagando ningún tipo de tributos.

La caída y contracción de más de 87% de la economía nacional, que nos arropa de manera apabullante, hará que el próximo alcalde deba comprometerse a bajar las tasas con una ordenanza moderna, sencilla, racional y que propenda al desarrollo y la inversión, desaparecer la tercerización del servicio de recaudación, el Sedemat, y volver a una unidad de recaudación tributaria propia que rinda informes semanales, quincenales, mensuales y trimestrales; que sus funcionarios salgan a patear la calle, recaudando a todos; micros, pequeñas, medianas y grandes empresas con transparencia y bajo un sistema que permita la autoliquidación vía bancos e incluya los llamados “derechos de frentes", sean residenciales o comerciales con montos que tanto los ciudadanos empresarios como las familias puedan pagar e irlos incrementando según la eficiencia de la gestión municipal y no para cubrir una burocracia que ahoga al municipio, que solo sirve o ha servido para los procesos electorales como lo hemos vistos hasta ahora.

La Venezuela saudita nunca existió y el espejismo chavista solo nos dejó mancos.

Hay que hacer las cosas diferentes si queremos resultados diferentes.


CARLOS DICKSON | @carlosdickson1

Empresario, expresidente de Fedecámaras Zulia.

El Pitazo no se hace responsable ni suscribe las opiniones expresadas en este artículo.

Detrás de la noticia que acabas de leer hay otra historia. Fue posible gracias al esfuerzo de todo un equipo que, como tú, valora la independencia y está empeñado en visibilizar las injusticias y los abusos del poder. Para seguir haciéndolo necesitamos tu aporte. Súmate a nuestra causa de mostrar la realidad y mantenernos despiertos.Hazte Superaliado/aAyúdanos a sostener la mayor red de corresponsales de Venezuela.