24.7 C
Caracas
miércoles, 7 agosto, 2024
spot_img

María Corina Machado, paradigma de la mujer venezolana

-

Por: María Cristina Manrique de Henning | [email protected]

¿Imaginaría Rómulo Gallegos que su aclamada novela Doña Bárbara construiría a la mujer fuerte venezolana como un modelo negativo por generaciones? Esa imagen de mujer recia, autoritaria y déspota, carente de sentimientos nobles, es la que tenemos sembrada en Venezuela. Así se percibe la mujer fuerte y poderosa desde que su autor hizo pública su creación, a semejanza del temible caudillo y dictador Juan Vicente Gómez. 

En consecuencia, la cualidad de la fortaleza en la mujer fue demonizada en Venezuela, producto de esa construcción. Y así se mantuvo, aun cuando el machismo y la paternidad irresponsable impusieron en ellas los roles de máxima carga y compromiso para levantar a sus familias, en efecto logrando que su esfuerzo hercúleo llenara de orgullo a millones. Así ha ocurrido desde los tiempos de la colonia y las guerras que azotaron al país durante la mayor parte del siglo XIX, a pesar de que los historiadores prefirieron dejarlas invisibilizadas en el espacio reservado a las tareas domésticas. Años más tarde con el surgimiento del culto a la belleza superficial, casi de manera obsesiva, se enalteció a esa misma mujer en pedestales. Ese culto fue impulsado por los medios de comunicación, advirtiendo que, en este nuevo contexto, el límite que se puede alcanzar lo define la circunstancia — muchas veces fabricada, de su apariencia física y el éxito logrado en los certámenes en los que participe. Estos tres paradigmas de la mujer venezolana se han ido tejiendo, quizás de manera excluyente en el imaginario colectivo. 

En mis sueños recientes han aparecido muchas veces los ejemplos femeninos que me han rodeado, como lo han sido mi mamá, hermana, tías, abuelas y primas. Latidos del corazón de una familia constituida por una mayoría abrumadora de mujeres. Ellas alimentaron un modelo fuerte con el que crecí en la tribu femenina de la que provengo. 

Una alianza para desafiar la (nociva) influencia china

Conociendo que María Corina procede de una familia de cuatro hermanas y una madre ejemplar, he reflexionado sobre esto, sin embargo, no había aparecido en mis sueños esta mujer que hoy nos carga y nos lleva adelante de la forma como se nos ha manifestado en el último año. Tiene el arrastre que su carácter infunde, enfrentando a quienes la atacan. Sin alterarse, se toma el tiempo para explicar por qué no cede ante los atropellos. Esta mujer fuerte, inteligente y sensible lidera un movimiento sin precedente en toda la historia de Venezuela. 

No deja de sorprender por su valentía, porque no se esconde y siempre tiene respuestas concretas y apropiadas. También sorprende por su feminidad, expresada en su presencia impecable, y la combinación de una voluntad férrea en sintonía con su sensibilidad maternal, que transmite esperanza, que bendice, que funde ternura y firmeza en una imagen capaz de desarmar a los incrédulos. 

Cuando se escribió la historia de Venezuela, los personajes destacados y nuestros máximos referentes quedaron enmarcados en figuras masculinas. Las características fascinantes de estos hombres, en su mayoría descritos por su valor en la batalla, fueron inmortalizadas en imágenes imponentes que exudan el poder que ejercieron. Muchas veces vestidos de militares, sobre caballos, adornados con espadas. Sus proezas lejanas, hoy se perciben inalcanzables. 

En este siglo, nuestra líder María Corina Machado se muestra accesible, pulcra, en blue jeans, con franela y zapatos de goma, con rosarios que le entregan y le cuelgan al cuello, siempre acompañada por otras mujeres y hombres valientes, también animados por ella. Es una madre comprometida, considerada y detallista. Es hoy la mamá de Venezuela. De la Venezuela naciente. 

Cuando habla, transmite agencia, esperanza, sabiduría, autoridad. Ejercita la humildad logrando incluirnos como parte de todo el esfuerzo que ha encabezado para construir y organizarnos. Es una mujer astuta, con sentido común, con los pies en la tierra y consciente de su rol y su tamaño en cada situación que fabrica sin pausa, y de la misma manera se planta a las situaciones que enfrenta.

Con presencia de ánimo y de mente en todo momento, está segura de que lo que ha generado es arrollador, y al mismo tiempo protector. Funciona como la malla que nos sostiene y nos levanta de las caídas, porque sabe que su autenticidad ha sido absorbida por cada una de las personas que la seguimos. 

Elección en Venezuela, el umbral del miedo y el día después

A las mujeres de nuestra joven historia las han dejado detrás de la cortina, excepto a unas pocas que se escaparon por su participación imposible de ocultar en la narración de los hechos históricos. En los últimos años, de la mano de mujeres investigadoras, se han ido reconociendo a algunas otras que estaban olvidadas y los roles determinantes e incuestionables que ejercieron siglos atrás. 

María Corina Machado se une a ese legado invisibilizado, haciendo la historia que atestiguamos de primera mano y que conocerán las próximas generaciones, abriendo las cortinas que no la pueden esconder gracias a su integridad, a la tecnología disponible, a la velocidad de las comunicaciones y a su discurso articulado que llega al alma. Ha invertido décadas en construir equipos, ha sacrificado la posibilidad de una vida privada privilegiada, se ha preparado, estudiando y diseñando con sagacidad estrategias exitosas. No se ha dejado amilanar por las humillaciones que le han propinado, ni siquiera cuando la golpearon ejerciendo su rol de diputada. No se rindió cuando la rechazaron y la descartaron otros actores políticos. Al contrario, perseveró, creciéndose, y se creció en todas las dimensiones posibles que ahora vemos destellar. María Corina se ha entregado generosa a su misión reunificadora con un coraje inspirador. 

Desde estas coordenadas en las que me encuentro, imposibilitada para participar en su gesta en Venezuela, al lado de los millones de personas que se han movido con ella, me conecto, en apoyo a uno de los miles de trabajos asignados para agregar al esfuerzo colectivo, y ella me acompaña. 

Pasadas las dos de la madrugada del lunes 29 de julio, María Corina se manifestó cercana otra vez, pendiente de su equipo invisible, presente en su sentir. Envió un mensaje de aliento, de esperanza, de agradecimiento, valorando y reconociendo la participación de los voluntarios que habían hecho su trabajo y de los que seguían haciéndolo. Sosteniéndonos en la cuesta para que no resbaláramos. 

Al recibirlo quedé sorprendida y al mismo tiempo no, porque sé que ella es una mujer sensible y su educación exquisita la mueve a tomar en cuenta al otro, a valorarlo sin mezquindad, y lo comunica con autenticidad. Por eso, dentro de todo lo que estaba atendiendo y tenía por hacer en esa larga noche, se tomó el tiempo de grabar y distribuir el mensaje que quiero recordar en estas líneas:

Queridos voluntarios, queridos muchachos que están trabajando a esta hora, en los distintos puntos alrededor del país, los voluntarios que están afuera en el exterior. Miren, hoy tenemos que sentirnos orgullosos de ser venezolanos. Hemos presenciado la gesta cívica más importante de nuestra historia contemporánea. Es una cosa hermosa, el país se unió. No hubo un solo estado, estrato, sector, en el cual no hayamos ganado. Y es algo realmente conmovedor. Así que, no podemos sentirnos decepcionados y tristes. La gente cumplió. Los derrotamos con los votos. Ahora viene la batalla para cobrar. Pensamos que podríamos cobrar en pocas horas. Nos va a tomar más tiempo, pero vamos a cobrar. Y por eso ustedes son tan importantes esta noche, tan importantes. Así que, gracias, de verdad no se imaginan cómo les reconocemos este trabajo impecable que están haciendo. Y a seguir adelante. Dénmele ánimo a toda la gente con la que ustedes hablen, con los que están en el terreno. Nadie puede sentirse desmoralizado porque ganamos. Y sabemos que ganamos. Un abrazo y los quiero mucho. Y ojalá pueda verlos y abrazarlos muy pronto. – María Corina Machado, 29 de julio de 2024. 

María Corina Machado, mujer venezolana, íntegra, bella, inteligente, auténtica, familiar, sensible, profesional, valiente, firme, comprometida, compasiva, respetuosa, maternal. Interrumpo la lista para que la siga usted. 

Maria Corina Machado ha roto esa imagen legada con Doña Bárbara, que funcionó para ampliar los obstáculos impuestos a la mujer luchadora.

María Corina Machado es el paradigma al que cada una de las mujeres debemos reconocer en nosotras.

Gracias María Corina por modelar a la mujer venezolana y exhibirte con autenticidad ante todo el mundo. Con profundo respeto. 

TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR


Miles de venezolanos en las zonas más desconectadas del país visitan El Pitazo para conseguir información indispensable en su día a día. Para ellos somos la única fuente de noticias verificadas y sin parcialidades políticas.

Sostener la operación de este medio de comunicación independiente es cada vez más caro y difícil. Por eso te pedimos que nos envíes un aporte para financiar nuestra labor: no cobramos por informar, pero apostamos porque los lectores vean el valor de nuestro trabajo y hagan una contribución económica que es cada vez más necesaria.

HAZ TU APORTE

Es completamente seguro y solo toma 1 minuto.

Ayúdanos a cubrir todo el país
Hazte Superaliado/a