SAINETE EN CÁPSULAS
Por: José Luis Zambrano Padauy
Apenas nos habíamos quitado las perturbaciones del debate presidencial norteamericano. Nos dejó un sabor extraño, como a un empate infeliz. No sabemos quién insultó más al otro, vociferó su encono con menos astucia o se encontraba más irascible. Hasta el moderador se involucró sin imparcialidad, tal vez confundido por la forma en que se quebraron todas las reglas.
Tratamos de inventarnos un victorioso. No hubo un imperturbable que no perdiera los estribos. Había un deseo en el aire de que terminara pronto. Ni el esquema de preguntas pudo cumplirse. Volaban temas, así como insultos diversos. Ninguno respetó el tiempo del otro. Se evidenció una ferocidad por desprestigiarse entre sí, como si los defectos prevaleciesen más que las propuestas de campaña.
Donald Trump nos ha acostumbrado a salirse del protocolo. Él se ha inventado sus propios modos de hacer política. Se la ha jugado con declaraciones sulfúricas sobre un aspecto y ha modernizado un populismo nacionalista. Entretanto, Joe Biden es más apocado, divaga en postulados y, tal vez, no ostenta la espontaneidad excesiva de su contrincante. Es más político, pero también evidencia los estragos de los años.
Biden posiblemente cayó en el terreno de Trump. Sabíamos que el republicano rompería en rabietas o se tomaría la palestra para generar furia en el adversario. Y lo logró sin muchos méritos, hasta el punto de que no dejó conforme a nadie.
A pesar de no poderse señalar a algún victorioso. Quizá el demócrata perdió un poco de terreno. Biden tiene las encuestas a favor y siendo comedido, aplomado y poco expresivo, le hubiese servido más, pues sus seguidores esperaban que continuase sus líneas ya trazadas.
Donald Trump nos ha acostumbrado a salirse del protocolo. Él se ha inventado sus propios modos de hacer política. Se la ha jugado con declaraciones sulfúricas sobre un aspecto y ha modernizado un populismo nacionalista. Entretanto, Joe Biden es más apocado, divaga en postulados
José Luis Zambrano Padauy
Entonces llegó la noticia para asombro de todos. Tanto Trump como su esposa Melania dieron positivo de Covid-19. Él dijo en primera instancia que seguiría despachando. Seguro le sobrarían barbitúricos o todo tipo de infusiones para contrarrestar los estragos del mal. Sabe con convicción que está en riesgo su campaña electoral y su salud no estaría firme para la recta final.
El mandatario lo dio a conocer en un tuit estremecedor, en el que aseguraba iniciar inmediatamente el proceso de cuarentena y de recuperación. Dicen que los contagió su asesora Hope Hick. Había duda sobre los síntomas. Pero avanzadas las horas se pudo conocer que fue trasladado en helicóptero al Centro Médico Militar Walter Reed. Presentó fiebre y le recomendaron descanso. Estuvo apenas tres días, como un acto de resurrección, retornando a su aposento presidencial.
Se quitó la mascarilla al llegar y levantó el pulgar, mostrando su irreverencia acostumbrada hacia la norma. Su alta médica es inusual, como lo ha sido su comportamiento como regente de la nación más poderosa del mundo. El galeno de la Casa Blanca reveló que no estará fuera de peligro hasta dentro de una semana, gracias a recibir una terapia temprana. Se descarta que vuelva a su rutina de campaña de giras y mítines con la inmediatez necesaria, a pesar de que todo lo referente al pintoresco personaje es impredecible.
No sabemos si quede en veremos el debate del 15 de octubre y si el percance del gobernante conmueva a los votantes. Si podrá utilizarse como estrategia electoral y mejorar su estatus en la opinión pública. Solo supimos que el mensaje de Trump en el que anunciaba su mal batió récord en Twitter. Nunca una misiva en la cuenta presidencial había recibido tantos retuits y “me gusta".
A la par, con el anuncio, los precios del petróleo retrocedieron. Se notificó que la demanda ha sido tibia en los últimos meses y la incertidumbre política en EE. UU. impulsa esta caída.
No sabemos si quede en veremos el debate del 15 de octubre y si el percance del gobernante conmueva a los votantes. Si podrá utilizarse como estrategia electoral y mejorar su estatus en la opinión pública. Solo supimos que el mensaje de Trump en el que anunciaba su mal batió récord en Twitter
José Luis Zambrano Padauy
En Venezuela todos tememos sobre el destino de nuestras luchas. Quien apuesta a Biden es considerado casi como un traidor a la patria. Los descalificativos son extremosos y descarnados. Muchos aseveran que el demócrata tratará de dialogar con Cuba, en vez de enfrentar sus desmanes. En contraparte, otros consideran que Trump se las ingenió para montar un circo político con el caso venezolano, buscando el voto latino y tratando de llamar la atención en sus arengas.
Nunca se había presionado tanto al régimen como en este momento. Se ha perdido hasta la discrecionalidad de sus farsas. El mismo gobierno iraní confirmó que Maduro paga con aviones repletos de oro la gasolina que envían. Venezuela es una nación insufrible, carente de todo. Por eso el pueblo ha salido a la calle. Las protestas han sido tumultuosas y constantes. El colapso nacional es evidente y ya conocido en el planeta. Sin combustible, sin servicios públicos y con una calidad de vida hambrienta de soluciones.
Los resultados de los comicios presidenciales norteamericanos serán determinantes. Tal vez el próximo debate sea virtual y con otro tono. Trump ha anunciado entre líneas que, para las próximas semanas, algo sucederá con nuestro país. Mucho se ha avanzado y poco es previsible. Pese a unas encuestas a favor de Biden y el coronavirus asaltando la Casa Blanca, nada está todavía decidido. Hasta las premoniciones son confusas sobre el posible victorioso. Pero vivimos un momento inusual y la libertad está predestinada desde hace mucho. Con fe todo está conjugado.
JOSÉ LUIS ZAMBRANO PADAUY | @Joseluis5571
Periodista, exdirector de la Biblioteca Virtual de Maracaibo “Randa Richani"
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