Cumaná.- Selva Martínez y Orson Salicetti es una pareja que diariamente se enfrenta al COVID-19 para alimentar a 20 adultos mayores que deambulan por las calles de la capital del estado Sucre. Este miércoles 9 de septiembre, los esposos contaron a El Pitazo que en medio de la pandemia también regalan momentos de alegría y satisfacciones a quienes se encuentran recluidos en un centro de salud.
Hace cinco años, este dúo conformó La Fundación Isaías 58 y, desde ese momento, no han dejado de trabajar por las personas que están desamparadas y, sobre todo, en los últimos meses, donde la humanidad se siente vulnerable a causa de la pandemia que azota al mundo entero.
Martínez es ministra de culto y escritora. Relata que desde que inició el COVID-19 suman 33 el número de actividades realizadas por la organización. Contó que a pesar de no tener los recursos necesarios para entregarle los alimentos diariamente a un grupo de viejitos que deambulan por las calles Bermúdez y Mariño, siente emoción y alegría cuando logra ir al centro de la ciudad y darle el almuerzo a los más necesitados, sobre todo a un abuelo que trabajaba como vigilante en el Ministerio de Agricultura y Tierra.
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“Sus familiares se fueron del país y él quedo solo viviendo en las calles de Cumaná. En las noches pernota en el estacionamiento del Hospital Universitario Antonio Patricio de Alcalá y cuando amanece camina unos 20 minutos hasta llegar a la plaza Miranda. Allí se reúne con otros ancianos y pasa todo el día conversando y mirando a las personas que pasan por el lugar para no sentirse solo", detalló a través de una llamada telefónica.
La escritora señala que el pasado mes de agosto estuvo con su compañero de vida en el Hospital Dr. Julio Rodríguez, conocido como Los Veteranos, donde entregaron almuerzos a las personas que se encuentran recluidas en el área de pie diabético. “También se entregaron ropa, zapatos y productos de aseo personal a los pacientes y familiares del albergue de Oncología del Huapa", agregó.
Sin embargo, añade que es necesario que los gobiernos nacional y local apoyen más este tipo de organizaciones, sin fines de lucro, y agradeció a las empresas que mensualmente contribuyen para que un grupos de ancianos y niños enfermos reciban unos minutos de felicidad.
“Primeramente, le doy las gracias a Dios por bendecirme y después a mi esposo Orson, quien es ingeniero agrónomo y sensei de jiujitsu brasilero. Siempre está ayudándome y apoyándome y entre los dos elaboramos los alimentos; después vamos en su carro y lo entregamos", finalizó la experta en crónicas de vida.